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MUCHO MÁS QUE SOLO BICI

Inseguridad vial. Delegación del Gobierno

Este tipo de conductas son intolerables. Dejar pasar la oportunidad de evitarlas, también

No era mi intención, en esta oportunidad que se me brinda hoy, tratar la lacra social que les expondré a continuación, pero los acontecimientos de nuestra ciudad, y “la velocidad” a la que se vienen sucediendo, no me han dejado otra opción, llevándome de un lado a otro estas últimas semanas sin tener casi la posibilidad de asimilarlos.
Nuevamente, los hechos acontecidos estos días, en los que los siniestros viales van “apareciendo” como si de un tsunami se tratase, donde la probabilidad de perder una o más vidas cada vez se encuentra inevitablemente más cerca, hacen preguntarme si los ciudadanos de Melilla y, lo que es más exigible, las instituciones públicas, están realizando esa “labor tan necesaria”.
Los datos de siniestralidad vial en nuestra ciudad no dejan lugar a dudas: Melilla es una ciudad terriblemente insegura para desplazarse por ella, ya sea en un medio sostenible o no. No creo necesario entrar a valorar el agravio comparativo que sufren los peatones y ciclistas frente a los conductores en sus vehículos cuando se da el temido e “inevitable suceso”, pues en la actualidad es difícil encontrar un coche que no tenga 3, 4 o 5 estrellas en el afamado Test Euro NCAP, cuando el ciclista o el peatón tendrán con suerte una sola estrella, la estrella que se le aparezca en esa ruleta rusa, que es desplazarse por cualquier calzada de nuestras calles, salvándole milagrosamente la vida.

#Ciudad30 real
Si realmente ponemos toda la carne en el asador en este “a grandes males grandes remedios” que les propongo hoy, la medida más necesaria sería lograr que Melilla fuera una #Ciudad30 real. Que yo les diga que de esta forma tan sencilla evitaríamos daños personales, sufrimiento humano, drama familiar, o que muy difícilmente habría que lamentar víctimas mortales, creo que debería despertar su interés. Pero ¿qué ocurre con las instituciones públicas, aquellas que tienen la obligación de velar por la protección de la vida humana, por encima de otras necesidades? ¿Qué están haciendo actualmente al respecto? ¿Cómo “intentan” poner fin a una situación enquistada durante décadas, donde los “sobresaltos” son continuos y la indignación es permanente? ¿Cómo podrán evitar ese proceso continuo, donde las futuras víctimas estamos inmersos? ¿Qué le debemos exigir a las instituciones que nos representan? ¿Cuánto tardarán en hacer lo necesario? Estas cuestiones que planteo hoy no pueden quedar durante más tiempo sin respuesta.
En esa #Ciudad30 real de la que les hablo, la velocidad media solo se vería reducida en apenas 2km/h (en el “peor” de los casos), logrando a cambio logros tan destacables como disminuir los atascos, hacer más competitivo el transporte público, donde la contaminación se reducirá enormemente (menos consumo, menos malos humos, menos frenazos, menos estrés), la resuspensión de las partículas contaminantes también disminuiría (a menor velocidad, menor volatilidad de los contaminantes), el ruido sería infinitamente menor y el gasto de las aseguradoras por siniestralidad también. Eso, sin hablar de la protección de los medios de transporte vulnerables, los cuales poco o nada cuentan actualmente en materia de seguridad vial. Podríamos también hablar de una mejora de la salud pública, aunque eso merecería un artículo aparte, al que dedicaremos en un futuro cercano toda nuestra atención.
La Comisión de Seguridad Vial que preside la Delegación del Gobierno desde hace años, a falta de un cambio de rumbo a través de la participación de un mayor número de entidades (menos complacientes y más exigentes), se reúne una vez al año, logrando tan solo ser portada de prensa durante un día, sin el desarrollo del trabajo que requiere esta fundamental comisión. No logrará nunca de esta forma tan anodina el objetivo para la cual fue creada, sino tan solo un fugaz acercamiento a ese cambio tan necesario que demandamos hoy.
Mi entidad, en ese estado permanente de insatisfacción autoimpuesto, debido a la realidad que se nos presenta a diario, hace ya muchos meses presentó 30 propuestas en materia de seguridad vial a la Delegación del Gobierno, por medio de su asesor. Sobra decir que no obtuvimos ningún tipo de respuesta en ese ejercicio de responsabilidad por nuestra parte, al no ponerse nunca encima de la mesa de dicha comisión tal iniciativa.
Creemos también necesario denunciar públicamente el silencio, que dura ya 19 meses, por parte de esta comisión. Es difícil entender que con un nombre tan esperanzador esté a todas luces vacío de contenido. De hecho, nuestra petición para formar parte de ella nace no solo debido a la falta de resultados logrados estos años atrás, sino al propio plan presentado en el año 2018, el cual apenas ocupaba un folio.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, junto con la Dirección Provincial de Tráfico que están incluidos en este grupo de trabajo, presidido por la delegada del Gobierno, deben dar solución, de una forma u otra, a la probabilidad cada vez más cercana de que uno de nosotros muera en un siniestro vial.
Créanme si les digo que los siniestros viales no son causados por el azar. Son consecuencia de la indiferencia y del conformismo. No creo que sea necesario que señale al máximo responsable (el culpable del siniestro, el que hablando por el móvil o circulando a una velocidad incompatible con la vida humana o borracho como una cuba, tira por tierra cualquier iniciativa). Pero pienso que también es justo señalar, haciendo un ejercicio de reflexión más profundo, a quien por omisión o falta de capacidad permite que este tipo de conductas sigan clonándose de forma vírica. ¿Qué mínimo se les debe exigir a esas personas en tales términos? ¿Asumirán su parte de responsabilidad cuando esta situación solicite una vida humana? Y lo más determinante: ¿harán “ahora”, que aún estamos a tiempo, antes de que sea demasiado tarde, lo “realmente necesario”? Son todas unas preguntas razonables, que requieren una respuesta seria y urgente.

“Sordera contagiosa”
Nuestra implicación nos ha llevado a reunirnos con muchas personalidades. El superintendente de la Policía Local, recientemente nombrado; ambos anteriores consejeros de Seguridad Ciudadana del Gobierno actual y no tan actual; la consejera de Administraciones Públicas, a la que, por otra parte, incluso le dimos una vuelta en una bicicleta tándem (cedida por Ciclos Central) para mostrar una perspectiva de ciudad desconocida para los responsables políticos. También escuchó entonces, como oposición, nuestras demandas, que poco o ningún calado han tenido en la presente actualidad.
Nos reunimos también con la actual senadora de nuestra ciudad durante más de dos horas principalmente en esta línea, o con la mismísima delegada del Gobierno en indénticos términos, demostrando nuevamente que no entendemos de colores políticos y sí de hechos consumados. Además de con la más variopinta variedad de consejeros y viceconsejeros de todos los colores políticos y todas las sensibilidades, siempre en el desarrollo de los planes que nos aseguren acabar con la violencia vial y, por lo tanto, en pro de unos mínimos exigibles en esa calidad de vida de los colectivos vulnerables, tan demandadas de forma persistente por mi entidad.
Nuestros esfuerzos son considerables pero infructuosos, a algunos les llevará tiempo asimilar tanto trabajo presentado por Melilla Con Bici. Otros, sin embargo, han tenido años.
Llevamos fracasando mucho tiempo atrás gracias a esta “sordera contagiosa”, donde más allá de las buenas caras de siempre, no logramos nada. No me entiendan mal, agradezco personalmente que me abran las puertas o los teléfonos o WhatsApp, pero resulta tedioso ese “día de la marmota” interminable, donde las demandas son siempre las mismas y las soluciones que no llegan nunca, se repiten sin cesar.
Hemos pedido estadísticas en estos términos, siniestros, multas, puntos retirados, campañas, controles, multacar, radares fijos o móviles, cámaras, personal, y un largo etc , aunque en la actualidad nunca se nos han facilitado. Que algunos de ellos se acaben de enterar, a estas alturas, de que existe un Mapa de Puntos Negros de la Ciudad de Melilla, me sorprendió enormemente. Que no sea público escribiendo hoy estas líneas, tal vez les sorprenda.
Hemos propuesto en ese cambio de tendencia tan necesario que se forme un grupo de investigación de los siniestros viales, cuyo objetivo sea la eliminación de los puntos en conflicto en nuestra ciudad. Créanme si les digo que los siniestros viales son evitables y, por lo tanto, como si de una fórmula se tratase, se deben de eliminar las variables que nos lleven a tan fatal desenlace. Esa fue una de las propuestas presentadas, junto con el trabajo policial de dos décadas de la ciudad de Pontevedra al actual superintendente, además de otras menos determinantes, pero tan necesarias a otros tantos responsables de toda índole.
Paradas semafóricas segregadas, pasos de peatones elevados, #Calles20 en el interior de los barrios, regulación de la carga y descarga, “educación sancionadora” en ese procedimiento sancionador riguroso que demandamos durante años y nunca llega, labor estadística, transparencia, eliminación del tráfico de paso y del de agitación, y otras de gran calado en estos términos. En definitiva, propusimos toda actuación que logre una mejora de la seguridad vial.
Si la #Ciudad30 fuera el padre de esta serie de propuestas, la madre sería la reducción del número de desplazamientos en coche, es decir, acabar con su abuso (270.000 en solo un día), junto con el reparto justo del espacio público (83% de ocupación y además de las aceras invadidas de coches). Luchar contra su abuso (el 10% de los desplazamientos se realiza para recorridos de menos de 500 metros) o la permisividad del mismo (“solo es un minuto”), deben ser objeto de estudio y planes de actuación por parte de los que tienen el “poder” (siempre que tengan la valentía necesaria para ejercerlo), de cambiar las cosas. Que en una hora 41 de 850 vehículos hablaran por el móvil al pasar por la puerta de mi casa, creo que hace este “discurso” aún más necesario.

Dos siniestros de gravedad
En menos de una semana, seis días para ser exactos, han acontecido dos siniestros viales de gravedad. En ambos, los conductores ebrios circulaban a gran velocidad por la ciudad. Que uno lo hiciera a las 21.50 horas y otro a las dos de la mañana, da una idea de la situación de extrema gravedad en la que tenemos que sumergirnos los “medios sostenibles” (yo los llamaría insostenibles, puesto que actualmente no se sostienen). Que no hubiera más de 50 metros de separación entre ambos es aún más llamativo. Y que tan solo la semana anterior hubiera otros dos atropellos, solo nos anima a seguir en esta línea inconformista y, si quieren, beligerante. Nuestro objetivo es elevar las conciencias, sacudirlas de ese beneplácito autoimpuesto. Nuestra misión es, si es que nos dejan, salvar vidas.
El Gobierno actual firmó hace años el Decálogo de la Mesa por la Movilidad Sostenible, todo un canto del cambio de paradigma en términos de movilidad. Diez propuestas consensuadas que actualmente son papel mojado. Yo, personalmente, expuse este decálogo en la sala de prensa de la Ciudad Autónoma. Ni que decir tiene que solo me queda la ilusión frustrada y la nota de prensa lograda, que envolvió el pescado al día siguiente. Nuevamente, fue un intento fallido por remover las conciencias, que se utilizara a varias entidades para lograr el titular ansiado es lo de menos. Que hoy nadie se acuerde de ellas, es lo verdaderamente llamativo.
Hoy, tras muchos años, seguimos demandando las mismas soluciones, a los mism@s señor@s que hace solo unos meses nos hablaban de ese cambio tan necesario. Hoy les digo a esos mismos responsables que nuestras demandas siguen todavía en un cajón olvidado. Hoy les propongo nuevamente un cambio de actitud si queremos, realmente, dejar de lamentar víctimas en nuestras carreteras.

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