España ya tiene peor tasa de contagios más alta de toda Europa Occidental, el paro más alto de Europa, y es el segundo país, por detrás de Portugal, en el que la caída de la producción industrial ha sido mayor. Además, como dato, según el análisis del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicado, ha sido el país en el que peor se ha gestionado la colaboración con la sanidad privada durante la pandemia. Y aquí lo más importante: no es mala suerte. Es la consecuencia directa de tener una clase política llena de personas mediocres. Es la consecuencia de usar los cargos públicos para colocar al amigo de turno, incompetentes a todas luces para poder desempeñar su función correctamente, y que se rodean de gente aún más incompetente para que no les den dolor de cabeza. ¿Cómo puede ser que, en España, una de las mayores economías del mundo, haya un filósofo de Ministro de Sanidad? Es completamente inexplicable, y es un insulto a todos aquellos que sí que están preparados para desempeñar el cargo y que, estoy seguro, hubiesen manejado la situación mucho mejor.
Pensando sobre las medidas que se están tomando en España, y en Melilla en particular, ¿por qué se decide que hay que aumentar el espacio entre mesa y mesa en los establecimientos hosteleros? ¿Tienen alguna evidencia, algún dato, algo que soporte la idea de que se van a evitar rebrotes así? ¿Por qué cuando el principal problema ha sido de casos importados, se tienen que tomar medidas que afectan a aquellos que sí que han estado tomando las medidas de protección necesarias? ¿Han hecho algún estudio, o al menos se han reunido con los hosteleros para preguntar, y por tanto saber, cuál sería el impacto que estas medidas tendrían en los comercios? La respuesta a todo es no, no y no. No tienen ninguna evidencia, ningún estudio, ni han preguntado a nadie. Gobiernan elucubrando, definido como “especular o imaginar cosas sin tener mucho fundamento racional.” Normal que estemos así.
