Casi 13 millones de euros que la Ciudad Autónoma puso sobre la mesa aún están a la espera de llegar a las empresas melillenses, sostén de nuestra economía. ¿Se imaginan que esta misma lentitud administrativa se hubiera aplicado a las ayudas a las familias? Muchas habrían muerto ya de hambre Han pasado algo más de cinco meses desde que la pandemia obligó a tomar medidas drásticas nunca antes vividas por la mayoría de quienes vivimos en nuestro país. La declaración del estado de alarma para intentar frenar la expansión del coronavirus supuso el confinamiento de la población, el cierre de gran parte de las empresas, el cierre también de la frontera, una medida que aún dura y de la que no se sabe cuándo se revertirá. Aunque las delegaciones del Gobierno en Melilla y Ceuta estén planificando una reapertura progresiva, a modo de desescalada, la realidad es que Marruecos, que fue el que dio el primer paso para cerrar sus pasos terrestres y aislarse del resto del mundo, no se ha manifestado respecto a la posibilidad de volver a conectar puentes con sus dos entornos españoles.
Las empresas permanecieron cerradas durante semanas y nuestra economía se vio considerablemente resentida. Pero no se puede decir que la administración haya estado especialmente rápida para echarles el cable que necesitaban. Han pasado cinco meses y no han visto ninguna ayuda. Una de las voces que más claro lo han expresado fue el presidente de la Asociación de Hostelería de Melilla, Chakib Mohamed, en una entrevista a MELILLA HOY. “¿Cómo ha sido el apoyo del gobierno al gremio?”, le preguntaba el periodista. “No hemos recibido apoyo alguno”, contestó el presidente de los hosteleros de forma tajante.
Una respuesta que podría dar cualquier empresario de Melilla al que se le pregunte, porque ninguno, por ahora, ha recibido las ayudas urgentes que necesitaban para recuperarse del primer varapalo. Ni siquiera ahora que podría estar cerca el segundo por los rebrotes y la amenaza siempre presente de volver a adoptar medidas drásticas obligados por la pandemia.
Casi 13 millones de euros que la Ciudad Autónoma puso sobre la mesa aún están a la espera de llegar a las empresas melillenses, sostén de nuestra economía. ¿Se imaginan que esta misma lentitud administrativa se hubiera aplicado a las ayudas a las familias? Muchas habrían muerto ya de hambre. Por eso, para evitarlo, se reaccionó rápido engrasando la maquinaria y la coordinación entre la Ciudad Autónoma y las ONG de Melilla en los peores momentos. La pregunta es por qué no se ha tenido esa misma agilidad para ayudar a un tejido empresarial que ya lo estaba pasando mal antes de la llegada del coronavirus por el desastre fronterizo, al que la pandemia le ha puesto la puntilla, y al que va a terminar de rematar una más que mejorable actuación administrativa por falta de agilidad en el tiempo y en los trámites.
Todo ello, quizá, ha llevado a una escasa concurrencia que, a falta de una semana para el cierre del plazo, solo había llevado a recibir un centenar de solicitudes. El plazo ahora será ampliado hasta el 3 de septiembre, lo que podría ralentizar, aún más, la llegada de esas ayudas. Al tiempo.
