No deja de ser paradójico que un partido con responsabilidad de Gobierno se comporte en Melilla como oposición al Gobierno del que forma parte, criticando la gestión que realizan sus socios en el ámbito territorial En una época como la actual, en la que las mayorías absolutas son, cada vez más, una cosa del pasado -salvo excepciones que confirman la norma, como la aplastante victoria del PP de Núñez Feijóo en Galicia de hace poco más de un mes-, los partidos políticos están condenados a entenderse si no queremos sufrir en un permanente bloqueo. Pero ese entendimiento debe ir más allá de la suma aritmética para la investidura, algo que no siempre ocurre. Esta vez no hablamos del Gobierno de Melilla, cuyos tres partidos integrantes suelen dar muestras del desencuentro y de ir cada uno por libre sin tener en cuenta que eso no aporta la estabilidad que necesita el Pueblo. Nos referimos al Gobierno de coalición que hay en España, formado, supuestamente, por PSOE y Unidas Podemos, que también han hecho gala más de una vez de sus diferencias, y que en Melilla no parece existir porque los organismos territoriales son monocolor.
Es una realidad que todos los sillones habidos y por haber en la llamada administración periférica del Estado los ocupa el PSOE, incluso los que en teoría corresponderían a Podemos por depender de sus cinco ministerios. Pero ni el Imserso ni el Servicio Público de Empleo Estatal ni la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, que son los organismos que en Madrid dependen de Unidas Podemos, están en Melilla bajo la dirección de ese partido, algo que cuando el PSOE reveló que ocurriría llamó mucho la atención. Parece que al partido de Pablo Iglesias esto no le sentó bien y en alguna ocasión ha mostrado su disconformidad de forma pública, pero no deja de ser paradójico que un partido con responsabilidad de Gobierno se comporte en Melilla como oposición al Gobierno del que forma parte, criticando la gestión que realizan sus socios en el ámbito territorial.
Sucedió con los planes de empleo cuando no se tuvieron en cuenta los puestos para colectivos vulnerables. También con la manera en que se está gestionando la Educación antes y durante la pandemia. Y ahora, de manera más sonada, con la Residencia de Mayores a raíz de la avería de un aparato del que depende el sistema de aire acondicionado. Las críticas de Podemos por cómo se ha llevado este asunto llevaron ayer a un destacado dirigente del PSOE y número dos de la Delegación del Gobierno, Fidel Moga, a no ahorrar en descalificativos hacia la responsable de su socio de Gobierno, Gema Aguilar, a quien acusó de mentir, de hacer demagogia y de desinterés por la gestión del Imserso, a la que criticó por “su ignorancia y torpeza”, y de quien vino a decir que menos mal que es el PSOE el que gestiona la Residencia de Mayores porque, si esa responsabilidad estuviera en manos de la líder de Podemos, ésta sería “lenta y torpe”.
Con socios como estos, quién necesita enemigos, pensará más de alguno. Tendrá que ser Podemos quien se defienda del ataque público de su socio, pero tampoco es que el PSOE pueda sacar mucho pecho de su papel en la avería del sistema de climatización de la Residencia de Mayores, pues como el propio Fidel Moga reconoció ayer, no se pusieron manos a la obra para arreglarla hasta que el problema no salió a la luz pública de manos de la Cadena Ser a pesar de que, según apuntan algunos de los propios afectados, la avería no es de ahora, sino de hace ya tiempo, solo que ahora es cuando más se ha sufrido por coincidir con los días de más calor del año.
Tampoco deja bien a los gestores que hayan tenido que pasar dos semanas para que se arreglara con la instalación de una máquina nueva, lo que demuestra, una vez más, que la administración debe mirarse muy mucho lo de su eterna lentitud en todos los sentidos, dando lugar a una enorme falta de eficacia. Probablemente los gestores serían más rápidos si tardaran en cobrar sus buenos sueldos lo mismo que en arreglar los problemas, que es para lo que están sentados en sus sillones.
