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Carta del Editor

Una epidemia de miedo y terror

El domingo publicamos un artículo del doctor Antonio Arnáiz-Villena con un título muy acertado: “La epidemia del miedo al coronavirus”. En una primera lectura parece un artículo más , entre millones que insisten en lo mismo, sobre el coronavirus y su incidencia en los seres humanos que habitamos el planeta Mundo, pero una frase del artículo centra su mensaje: “La epidemia del corona virus puede activarse o no, y el medio de lucha es preparar a la Sanidad de los Estados, fortaleciéndola, pero no aterrorizar a la población con una hiperinformación que no vale para nada a la gente, excepto para CREAR UNA EPIDEMIA DE MIEDO Y TERROR”.
Las mayúsculas son cosa mía, y resalto esa parte de la frase porque ahí está el fondo de la cuestión, la clave de lo que está ocurriendo: estamos, más que en una epidemia del coronavirus, en una epidemia del MIEDO al coronavirus, “una epidemia de miedo y terror”, como dice el doctor en su artículo. La hiperinformación que él denunciaba existe, evidentemente, pero no ha surgido de manera natural, sino que ha sido, básicamente, inducida por los Estados, los gobernantes de los Estados, para desviar la atención de las personas e intentando ocultar o minimizar sus gubernamentales errores, carencias, corruptelas, su despotismo totalitario, sus malas intenciones y peores hechos, en resumen.

Viene a cuento recordar, en estos momentos de creación política de una epidemia de miedo y terror, la frase que figura inscrita en la entrada misma del Infierno de la Divina Comedia de Dante: “lasciate ogni speranza, voi ch’intrate”, abandonad toda esperanza quienes entráis aquí. Abandonar incluso la esperanza de sobrevivir con los regímenes totalitarios porque os conducirán al colapso económico y al hambre. “Con la hambruna la gente empezó a morirse de hambre y dejó de quejarse. El colapso deliberado de la economía -buscado y logrado por el comunista Lenin- provocó la peor hambruna de la historia: cinco millones de muertos (bolcheviques ni uno)”, escribe Jiménez Losantos en su pesado libro “Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos”. El terror es la clave de todo el sistema comunista, se deduce de los textos de Lenin (“Hay que ejercer un terror implacable contra los kulaks, los curas y los guardias blancos, y mantener a todas las personas poco de fiar en un campo de concentración… Mientras no apliquemos el terror a los especuladores -una bala en la cabeza, en el sitio- no llegaremos a nada”). Y es conveniente recordar que nuestro gobierno español es un gobierno socialcomunista plagado de incompetentes (el melillense es un gobierno incompetente, también). Que hayan convertido la epidemia sanitaria del coronavirus en una epidemia de miedo y terror, que nos conducirá a la hambruna -de seguir así- no puede extrañar, con este tipo de Gobierno.

El corona virus no es la primera pandemia que la Humanidad ha padecido. La peste negra, 1347-1353, también pasó de Asia a Europa y mató, en esos seis años, a entre 75 y 200 millones de personas, el 30-60% de la población europea. La pandemia de gripe (mal llamada española, puesto que el enfermo cero fue de Kansas, EEUU, y la tesis predominante es la de que provino de China), la pandemia del cercano año 1918, en solo un año mató a entre 20 y 40 millones de personas.

En 2020 los medios de contención de la pandemia son muchos más que hace 100 años, pero, como los hechos han demostrado, son todavía insuficientes para detener, con una población de 7.000 millones de seres humanos y el transporte aéreo como nuevo gran vector de propagación, la primera oleada de la pandemia, situación en la que todavía nos encontramos. Se descubrirán -previsiblemente dentro de este año- vacunas suficientes para terminar con la pandemia, pero lo evidente es que no se terminará con ella aterrorizando a las personas y destruyendo la economía, que es la que permite, entre otras muchas cosas, que se descubran las vacunas y, también y no menos importante, que los seres humanos podamos comer. Se podrán mantener, con el miedo y el terror, gobiernos nefastos, capaces de mentir e incapaces de producir, pero así se perderá eficacia en la lucha contra el virus, y muchos seres humanos volverán -como ocurrió con el comunismo, que mató tanto o más que las pandemias- a morir de hambre.
“La condición necesaria para una evolución libre es el espíritu de iniciativa individual”, escribió Friedrich A. Hayek en su monumental obra “Los fundamentos de la libertad”, escrita en 1960, pero que es tan vigente, o aún más, hoy como entonces. Solo las iniciativas individuales libres no dificultadas por la burocracia gubernamental -por mucho que les pese a los miembros de este gobierno español/antiespañol socialcomunista- nos puede salvar de la pandemia, del hambre y de la muerte, social y biológica. Ahora tenemos, como señaló Francisco Bohórquez en su artículo del martes, “una oportunidad económica histórica: la de ser uno de los países que se decidan por una mayor libertad, menores impuestos y un menor gasto público discrecional”.

Un apunte final: Siguen pasando los días y, amparados en el dulce sopor agosteño y vacacional, el horrendo gobierno melillense actual continúa en el poder. Así nos va. Volviendo a Cicerón, año 63 a.C. podíamos preguntar: ¿Hasta cuándo abusarás, Gloria Rojas (en vez de Catilina), de nuestra paciencia?

Posdata
Sabemos que todos nos vamos a morir, aunque no sepamos cuándo. Pero si una persona querida y cercana fallece, sufrimos. El lunes murió Lele Chocrón, una persona muy ligada a nuestro grupo empresarial desde su nacimiento, el del grupo, en 1985. Se jubiló y perdimos un poco el contacto humano con él, pero no el recuerdo, imborrable, de una persona vitalista y alegre, que se hacía querer y a la que quisimos mucho. Mi pésame a la familia y nuestro deseo de que Lele descanse eternamente en paz. Se lo merecía.

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