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Tribuna educativa

Porque soy profesora

Yo sigo hacia delante. Como cada mañana, como cuando salgo a correr, con la mascarilla y las Nike puestas, camino hacia delante. Sé a dónde voy y cómo voy. Y voy a seguir. Se hace difícil respirar; el paso es complicado e incierto. Pero yo sigo y seguiré hacia delante. Porque lo que allí me espera, a donde voy, así lo merece: MI ALUMNADO. Cuánto he echado de menos a mi alumnado . El humor curativo en las clases, las lágrimas cómplices, todo un paraíso dantesco y un sueño de verano shakespeariano, joyas que son jarchas mozárabes, mieles del lenguaje no verbal, aquellas vergüenzas de escritores y bastantes bostezos de sintagmas. Yo, con ellos y ellas; ellos y ellas, conmigo. No sé cómo nos va ir este curso que comienza, ni las condiciones pandémicas de nuestra ciudad (y de España) justo cuando lo empecemos. Pero esta sensación no es únicamente individual y local. Se tiene en todo el país. Se tiene incluso en toda Europa. Así que yo sigo, sigo hacia delante. Dejo atrás, muy atrás, las sombras que pretenden entorpecer el camino. Ya no oigo el balbuceo de agoreros y embusteros. Ellos no saben a dónde van, caminan en círculos, unos encima de otros, si acaso quieren moverse. Pero yo sí me muevo. Y sigo leyendo, como saben, de las mejores fuentes posibles. Para pisar con pie seguro, para no caminar en círculos, para ir hacia delante. Porque soy profesora.

1.Lo que nos dice la ciencia.

Tenemos que asumir esto: el riesgo cero no existe. Según Otto Helve, del Instituto Finlandés de Salud y Bienestar, “los brotes en las escuelas son inevitables” y, en palabras de Anita Cicero, de la Universidad Johns Hopkins, “no se puede presuponer tan rápidamente que los niños no trasmitan COVID-19 a los adultos.” En Suecia, ya hay docentes fallecidos por complicaciones de COVID-19, pero hay que tener en cuenta que el país escandinavo nunca cerró sus escuelas durante la primera ola y ahora han tomado una medidas muy relajadas. No en vano, Carina King, del Instituto Karolinska, lamenta que “la falta de fondos, de tiempo y de experiencia previa con la COVID-19 esté obstaculizando las necesarias investigaciones” sobre el tema. Y eso que ella habla de un país como Suecia. Imagínense en España. A finales de marzo, Arnaud Fontanet, epidemiólogo del Instituto Pasteur, comenzó una investigación en una pequeña comuna francesa publicada en la revista médica MedRxiv (23 de abril y 29 de junio), concluyendo que son los adolescentes y no los infantes (menores de 12 años) los que pueden propagar más el patógeno por tener más contactos sociales. Investigaciones realizadas en Jerusalén o en Nueva Zelanda coinciden en que son los estudiantes mayores los que podrían representar un riesgo. Sin embargo, los estudios hechos en Toronto y Montreal, Jaffa (en la costa de Israel) o en Texas sugieren lo contrario.

Los distintos análisis y estudios que se han ido publicando en revistas como The Lancet, Eurosurveillance, EID Journal, Science, The Journal of the Pediatric Infections Diseases Society, The New England Journal of Medicine y muchas otras, realizados en distintos países del mundo vienen a coincidir en que los niños y las niñas se contagian y nos contagian. El epidemiólogo Jonas Ludvigsson, por el contrario, afirma en su artículo para Acta Paediatrica (19 de mayo) que “es poco probable que los niños sean los principales propagadores”. Por su parte, la epidemióloga londinense Gwen Knight matiza que “si las escuelas fueran uno de los principales impulsores de propagación viral, se habrían detectado más grupos (brotes) vinculados a las escuelas.” Como sentencia Ignacio de Blas, docente y epidemiólogo de la Universidad de Zaragoza, hay demasiadas incógnitas, pocos estudios y muchas informaciones contradictorias.

2.Si proteges tu entorno, proteges tu escuela.

El pasado mes de de junio, el equipo de investigación de Organización de Empresas de la UGR, coordinado por Alberto Aragón Correa, advirtió de que una clase de Infantil de 20 niños y niñas tendría un contacto potencial con más de 800 personas dos días después. Este mismo equipo de investigación desaconsejaba la total presencialidad y recomendaba un plan de enseñanza combinada (presencial y virtual), basado en distintos escenarios, distintos tipos de riesgo y distintas actuaciones para cada situación. El informe de la revista Science del 7 de julio, respaldado por el Pulitzer Center, ha determinado que la configuración de grupos pequeños de estudiantes, el uso de mascarillas y la distancia de seguridad permiten mantener seguras las escuelas con un bajo índice de contagio, pero también advierte de que una apertura segura no solo depende de los protocolos de las escuelas, sino especialmente de la conducta de la comunidad (ciudad) y la circulación del virus en las relaciones sociales y familiares de niños y niñas.

En esta misma línea se encuentra el estudio del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), “COVID-19 in children and the role of school settings in COVID-19 transmission” (6 de agosto), realizado en los países de la UE y en Reino Unido. En resumen, los resultados de esta investigación son: 1) la transmisión de estudiantes a profesorado dentro del contexto escolar es baja, siendo las principales fuentes de contagio el contexto familiar y social; 2) hay escasas evidencias de que el profesorado contagie al alumnado: los casos detectados de niños y niñas se produjeron en el hogar y la comunidad; 3) el riesgo de transmisión entre las personas adultas en el contexto escolar es de un nivel medio, pero se incide en que dentro del contexto familiar y social hay riesgos más elevados. La conclusión del estudio es que aún se necesitan más datos para saber el verdadero efecto de la apertura de las escuelas en la transmisión de la COVID-19. En principio, no parece que la escuela sea una fuente principal de riesgo para la comunidad, pero sí se cuenta con un mayor número de pruebas de transmisión importada de los contextos sociales y familiares al contexto escolar. Esto significa que la COVID-19 entra en las escuelas desde el exterior. De ahí la importancia que vengo reclamando semanas atrás de la concienciación individual, doméstica y ciudadana. Si te proteges, proteges tu ciudad; y si proteges tu ciudad, proteges tu escuela.

3.Lo que está ocurriendo dentro y fuera de España.

Tenemos un plan, para disgusto de agoreros y embusteros. Aún así, por si acaso, he revisado los planes de contingencia de todas las CCAA, por si hubiera “alternativas” mejores. Están todos en la revista Magisterio, en su edición del 13 de agosto (www.magisnet.com), por si quieren echar un vistazo. Ninguno es perfecto, ninguno es un despropósito rotundo (aunque hay algún disparate). Tengan en cuenta que se redactaron bajo el optimismo de la mal llamada “nueva normalidad”. Nadie esperaba el desastre de la irresponsabilidad ciudadana y la segunda ola en pleno verano. No ha hecho falta esperar ningún invierno. Ahora todos estos planes están siendo modificados, para mayor confusión de la comunidad educativa, y están esperando a lo que se decida (si es que se decide algo) en las Conferencias ministeriales (Educación y Sanidad) que se celebran los días 25 y 27. Demasiado tarde, sí, coincido plenamente con ustedes. Coincido también en la sorpresa y disgusto que me causa esa especie de “ley del silencio” impuesta por el Olimpo ministerial a las DP de Ceuta y Melilla. Pero no me corresponde a mí dirimir estas cuestiones. Lo que sí sé es que la suma de todos los matices nos acercan a la verdad.

Algunas CCAA están teniendo serios problemas con la comunidad educativa y sindicatos (Andalucía, Madrid, Aragón); unas partían de la presencialidad absoluta (Castilla-La Mancha, Canarias, Castilla y León), incluso sin bajada de ratios (Cantabria); otras incorporan algunas medidas pero no contemplan aumentar cupo docente (Baleares, Navarra); tampoco se plantean incorporar profesionales de enfermería (Castilla-La Mancha); otras abogan por la semipresencialidad (Ceuta, Melilla) o adquieren abundante material informático para el alumnado (Comunidad Valenciana); las hay que desdoblan por las tardes, para descontento de todos (Extremadura, Canarias); también alguna ha retrasado la vuelta al cole una semana (La Rioja); alguna confía más en los equipos directivos para que elaboren sus propios planes (Navarra). Pero todos los planes se encuentran ahora mismo en plena revisión. Sobre los cupos docentes, pues hay de todo. Vamos a comparar algunos: Galicia, 240; Murcia, 500; Castilla y León, 600. No parece mucho, ¿verdad? Pedir para una ciudad pequeñita como Melilla un cupo extra de 400 docentes o más no es solo una demagogia insultante para la ciudadanía, sino también un gran desconocimiento del funcionamiento administrativo. Los cupos de Ceuta y Melilla dependen fundamentalmente de dos factores: del crecimiento de las unidades didácticas autorizadas y de la disponibilidad de los fondos públicos. Y quien autoriza y concede es el Ministerio de Hacienda. Game over.
¿Y en Europa? ¿Hay algún referente en que basarnos? Lamento decirles que las expectativas no son mejores. Ni siquiera los venerados países nórdicos están atinando con el problema. La mayoría de países europeos ha optado por la semipresencialidad (Portugal, que alargará el curso; Bélgica baraja hasta cuatro escenarios y Noruega, tres; Dinamarca no descarta ahora la enseñanza combinada) y el uso obligatorio de mascarillas. Alemania tuvo que cerrar dos centros al poco de abrirlos y ahí apuestan por mascarilla, higiene y distancia de seguridad. Francia y Reino Unido parecen estar muy relajadas en cuanto a las medidas. El plan de Italia es el más restrictivo, serio y completo. Lógico.

4.Nadie tiene la fórmula mágica.

Ni siquiera Nueva Zelanda. Como señala UNICEF en su informe “COVID-19: reimaginar la educación” (www.unicef.es/educa), Nueva Zelanda era el único país en el mundo que contaba con un plan educativo de emergencias, como lo fue la pandemia. Claro que también es un país que destina un 6,44% del PIB a Educación, en contraste con el 4,21% de España (datos de 2018). Entrar en la web del Ministerio de Educación de Nueva Zelanda es pisar un paraíso inimaginable para un docente. Durante la pandemia, reforzaron la educación a distancia (en casa) con recursos en línea, lecciones para todos los niveles en la televisión educativa (de 9:00 a 15:00), préstamo de dispositivos electrónicos y paquetes de materiales impresos para alumnado con necesidades educativas especiales y sin acceso a Internet. Como saben, a pesar del récord que ostentaba Nueva Zelanda en días sin contagios (102), finalmente hubo rebrotes y han tenido que cerrar también escuelas. Nadie tiene la fórmula contra una pandemia y contra una población irresponsable y desmemoriada. Pero esto no ha de impedirnos seguir hacia delante. Recuerden, por favor: si te proteges, proteges tu ciudad y proteges tu escuela. Mientras tanto, yo seguiré leyendo, estudiando, recopilando análisis, ideas, propuestas. Las compartiré también en unos días con ustedes. Seguiré hacia delante, pensando únicamente en mi meta: mi alumnado. Porque soy profesora. Y por nada más.

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