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Recuerdos patronales (y III)

8 de septiembre de 1943
María Santísima de la Victoria
Excelsa Patrona de Melilla
Rafael Fernández de Castro y Pedrera
Melilla celebra jubilosa en estos días, la conmemoración anual de la fiesta de su venerada Patrona, María Santísima de la Victoria, representada en una bella y antiquísima imagen que hasta el primer tercio del siglo XVIII tuvo Capilla propia en las afueras del primer recinto amurallado en la llamada Villa Vieja (Plaza de Armas), a escasos metros del enemigo, asilada por un profundo foso del núcleo principal de la población, protegida solo por los baluartes de San José Alto y San Pedro, dominados a su vez desde muy cerca por los fuegos de la altura del Cubo (hoy Victoria Grande), donde los fronterizos acechaban nuestros menores descuidos para hostilizar ventajosamente a la Plaza.

Entre los cientos de milagros que se atribuyen a esta santa imagen cuenta Estrada en el tomo III de su interesante libro Población General de España- obra impresa en 1748, dedicada a María Santísima de la Victoria, que se venera en la Plaza de Melilla- que escalando los moros una noche la muralla de la Alafía, donde existía la capilla de esta Virgen trataron de llevársela, viendo con no pequeño temor y asombro que entre doce moros no podían moverla por más diligencias que para ello hacían hasta que oyendo que las campanas de la ciudad tocaban a rebato, abandonaron la imagen no sin antes darle de cuchilladas cortándole tres dedos de la mano derecha.

Este milagroso suceso, perfectamente comprobado en su tiempo tuvo lugar la noche del 3 de Noviembre de 1631, en que se apoderaron los fronterizos de las coronas de la Virgen y la del Niño Dios, un Crucifijo y los valiosos anillos que la imagen lucía prendas de devoción que dos días después fueron rescatadas pro Don Luis de Sotomayor el Grande Gobernador y Alcaide de la Plaza mediante abono de los pesos respectivos en sendas monedas de plata circulante.

Los salteadores se resistieron a devolver el Crucifijo y al tenerse noticia de ello en la Corte, ordenó Felipe IV que con toda sumisión y diligencia se les pidiese a los moros, ofreciéndoles por su rescate tanto como deseasen, disponiendo que tan pronto fuera en nuestro poder, se le enviase para su traslado a la Capilla del Real Palacio, orden que, tras dilatadas gestiones, pudo ser cumplimentada.

En las frecuentes y terribles privaciones que sufrió esta Plaza fuerte por falta de víveres, municiones, agua y combustibles, de que fueron causa determinante la indiferencia de los Gobiernos, omisiones de la Real Veeduría de Málaga y los durísimos temporales que en invierno solían impedir el tráfico con esta rada, se obraron por intercesión de la Santísima Virgen de la Victoria, singularísimos milagros, siendo, y no pequeño, el de haber sostenido la fe de sus habitantes en la esperanza de un seguro remedio para sus males, que jamás faltó, en los momentos en que más grande era la general contristación, cuando todos desesperados, impetraban la Misericordia Divina, rogando en último extremo por la salvación de sus almas.

No menor intervención hubo de atribuirse a la milagrosa Virgen con ocasión del riguroso asedio de tres meses que el Emperador de Marruecos Mulai Mohammed en Abdal-lah puso a esta Plaza en 1774-1775, en que dio contra Melilla al frente de 80.000 hombres y poderoso tren de batir, arruinando tras terribles bombardeos las obras civiles de la ciudad, pero sin lograr poner pie en una sola de sus defensar gracias a la fe y heroísmo de aquellos bravos españoles mandados por el Mariscal de Campo Sherlok, que conservaron diario culto la su venerada Patrona, cobijándola en una cueva y cuyo celestial favor se mostró en plurales milagros durante el Sitio, hechos que conservan para eterna memoria de nuestra feligresía los gloriosos Anales de la Melilla española.

La piedad religiosa de las antiguas guarniciones supo vincular en María Santísima de la Victoria todas sus alegrías y desventuras celebrándose su fiesta mayor con inusitada pompa, tradición que conservaron a través de los siglos.

Llegada que era la víspera cubríanse los balcones con los mejores reposteros y colchas del vecindario; vestían las tropas de gala, y grandes y chicos se disponían a la fiesta, acudiendo en tropel a la Iglesia, donde el fraile predicador excitaba más todavía el fervor de sus feligreses, cantando las excelencias y amor de tan celestial Patrona. Tal era en aquellos tiempos la alegría y el júbilo desbordante de este pueblo el día de su Patrona, que los moros fronterizos se preguntaban intrigados cuales serían los motivos de tamaña algarabía como se dejaba sentir en la Plaza.

Como entonces, han vuelto hogaño a celebrarse las solemnes procesiones en que la imagen querida recorre las principales calles de la nueva ciudad, el día de su fiesta- 8 de septiembre, siendo de admirar el respeto con que cientos y cientos de musulmanes y hebreos, presencia el paso de la piadosa comitiva admirando el fervor religioso de este pueblo cristiano que recuerda con emoción los miles de milagros logrados en épocas de guerra, epidemias y temporales, por intercesión de su bendita Patrona, Divino embeleso de los fieles y Consuelo de su guarnición como dejó anotado en 1748, el ilustre melillense don Juan Antonio de Estrada, Pagador de los Reales Ejércitos y escritor de gran fama.

En el gran día de Melilla
Santa María de la Victoria
Enrique Moya Casals

Entre murallas y torres ,
dominando la Cuidad ,
como egregia Majestad,
¡Oh! Excelsa ,Reina presides,
los duelos y Ja alegría,
de tus fieles amorosa.
¡"Oh! Virgen de la Victoria , clemencia y misericordia.
(De los Gozos a la Celestial Patrona)
Nos dice el sabio Obispo de Ginebra San Francisco de Sales, en su obra cumbre “Introducción a la vida devota”, como aquella linda ramilletera Grisela adornaba diariamente su trenza escogiendo las flores más hermosas y formando entre las variadas gamas de sus matices los más delicados y primorosos ramilletes.

Lindísima, bella y perfecta lo es igualmente la devoción del pueblo cristiano a María, que recogiendo de lo más íntimo de su corazón los más tiernos y sublimes afectos, desborda sus amores inflamados de la más pura santa y sublime espiritualidad y exclama por boca ex abundantia cordas, llamando a la que rebasando el preciadísimo ramillete de la Letanía laureana se extiende por las aldeas, villas, pueblos naciones y continentes, como un rosario interminable de nombres bellísimos, de advocaciones y títulos que no tienen fin; ya no caben en la pobre expresión humana; la Cristiandad agotó todas las piezas afectivas hacia la Santísima Virgen María, porque toda la majestad de la Creación, lo eximio, y más delicado de cuantos admira y es grato a sus ojos, el buen pueblo cristiano lo dedica y ofrenda a su Reina, Señora y Madre.

Santa María de la Victoria, También hasta aquí llegó como no podía menos y tenía que suceder un título y una advocación a la Santísima Virgen. Hasta el ingente Peñón de Melilla, cuna y sede de su santuario, que cual dorado y finísimo relicario de un pueblo conquistador y guerrero, supo y quiso entronizar en la cumbre más elevada de su antigua ciudadela histórica, cual trofeo de grandezas y glorias el dulce nombre y significativo título de “Victoria”, como expresión, magna y sublime de las gestas heroicas de los soldados de España en el entonces fragmentario pedazo de soberanía patria.

Santa María de la Victoria, Fiesta melillense de estirpe militar y religiosa. Efemérides de recuerdos y tradiciones pues otro Soldado español el Mariscal de Campo y Gobernador de lo Político y Militar don Antonio de Villalba y Angulo proclama un día de alta significación para el viejo Peñón, Castillo y Atalaya sobre el Continente africano en aquellos tiempos ya remotos y reuniendo a la guarnición al toque de la Campaña del Gobierno o de la Vela, proclama Patrona de la Plaza a la Santísima Virgen de la Victoria bajo solemne juramento y voto de su título y hermosa advocación.

Santa María de la Victoria. Día litúrgico de la Natividad de Nuestra Señora, Reina de cielos y tierra. La Realeza de María, título de Reina del Universo con que un día especialísimo le consagrará la Iglesia, según los insistentes anhelos de los congresos marianos. Iniciada su conclusión primera en el Congreso Mariano Internacional de Einstedel (Suiza) en el año 1906, formulando el voto: Que plazca a Su Santidad consagrar solemnemente el mundo entero a María bajo la advocación de Reina del Universo y establecer una fiesta en honor del reinado universal de María con oficio y misa, que sirvan de conclusión al mes de Mayo.

Bellísimo pensamiento y feliz iniciativa de la Sección francesa en aquella magna Asamblea pues el 31 de Mayo de cada año, como se sabe, ya viene celebrándose su fiesta, como Reina de Todos los Santos y Madre del Amor Hermoso.

Santa María de la Victoria Dulce Madre y Patrona de Melilla, Mediadora Universal de todas las Gracias Reina Bendita de la Paz.

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