Es intolerable esta falta de civismo porque quien actúa así debe saber que esa misma playa que hoy maltrata, es la misma que mañana usará él mismo Con la frontera de Melilla con Marruecos cerrada desde el pasado 13 de marzo por la crisis del coronavirus y con un gran número de melillenses que ha preferido no viajar a este verano fuera de la ciudad por miedo a esta enfermedad, todo ello ha hecho que vivamos unos meses veraniegos hasta ahora desconocidos.
Con miles de melillenses que antes pasaban estos tiempos calurosos en las playas de Marruecos o de la península y que ahora se han visto obligados, por una circunstancia u otra, a quedarse en la ciudad, está provocando escenas poco gratificantes. La que más denuncia está recibiendo es la de la suciedad de la playa: un ejemplo, lo ocurrido este fin de semana en Horcas Coloradas, que amaneció con todo tipo de desperdicios, desde latas, botellas, bolsas e incluso sillas abandonadas.
Es intolerable esta falta de civismo porque quien actúa así debe saber que esa misma playa que hoy maltrata, es la misma que mañana usará él mismo y, como dicen los ecologistas melillenses, “no hay servicio de limpieza que soporte este nivel de incivismo, pero la administración puede actuar de muchas otras maneras”. Entre ellas estar vigilantes y cuando se detecten a personas que arrojan basuras a nuestras playas, sancionarlos de forma ejemplar. Pero no puede haber un policía para cada sujeto que actúe así.
También, por ello, son imprescindibles las campañas de concienciación, para que quienes sienten este desprecio por la naturaleza y por lo que es de todos -no se sabemos si por ignorancia o mala fe-, se den cuenta al fin que, con su forma de proceder, también se están perjudicando a sí mismos.
