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Carta del Editor

Nuestra débil sociedad civil se ahoga entre sectas y banderías

El profesor Elio Gallego publicó en 2009 un libro de atractivo título y valioso contenido, “Sabiduría clásica y libertad política”, sobre la filosofía de Platón y Aristóteles y su enorme influencia en la tradición política occidental. Lo que opinaban aquellos griegos es que el buen gobierno se basa en el equilibrio entre las tres formas de gobierno posibles: la monarquía (el gobierno de uno), la aristocracia (el gobierno de pocos) y la democracia (el gobierno de muchos).
Alfonso Pinilla, en un artículo de El Mundo del martes, se lamentaba de la pérdida de ese equilibrio que los filósofos griegos consideraban imprescindible para que se lograra el buen gobierno. “El gran problema de nuestra democracia ha sido su mutación en partidocracia, donde la débil sociedad civil se ahoga entre sectas y banderías”, para llegar a la actual “peligrosa deriva autoritaria de quien nos gobierna, el sanchismo”, que realiza una política posmoderna consistente en “lo significante sin significado, las palabras sin hechos, humo y nada más; he ahí el drama de nuestro tiempo”.

Hay una frase fundamental en el artículo que cito: lo de “la débil sociedad civil”, que en cierto modo se puede confundir con nuestra opinión pública, que se transmite -o debería transmitirse- en los votos electorales, el elemento fundamental de la democracia (el gobierno de muchos) y la base sobre la que habría de sustentarse ese indispensable equilibrio entre las tres formas de gobierno posibles.
¿Cuál es el estado actual de la opinión pública española (y melillense)? El gran Ortega y Gasset publicó en 1915 una serie de artículos sobre la “desconfianza de la opinión pública”. En uno de ellos, con el título de “Marruecos, ¿sí o no?”, afirma que “muy rara vez es la opinión pública lo que ella dice, porque “dice siempre otra cosa, si no contraria por lo menos distinta de lo que siente”. Y pone como ejemplo el comportamiento de nuestro pueblo sobre si en 1909 deberíamos ir o no ir a Marruecos. ¿Cuál es la opinión pública? “Nuestra opinión pública es hoy una opinión inmoral, de abandono, de abyección” Pues, asegura Ortega, “se desprecia y se odia la política, pero a la vez se le deja plena libertad y se le teme”. Y se puede concluir, como Pinilla: “El gran problema de nuestra democracia ha sido su mutación en partidocracia, donde la débil sociedad civil se ahoga entre sectas y banderías”. Hasta llegar, en nuestros días, a la actual peligrosa deriva autoritaria de quien nos gobierna, el sanchismo. ¿Está vigente hoy esa opinión de Ortega sobre la opinión pública española, y especialmente sobre la melillense? Me temo que sí.

Si no fuera así, si nuestra opinión pública melillense, que desprecia y odia al político pero que le teme y no se atreve a hablar, no fuera una opinión inmoral, de abandono y abyección, ¿cómo se podría explicar que los melillenses sigan soportando a este Gobierno local formado por partidos y personas que no se soportan entre sí -aunque algunos, como Gloria Rojas, mienta y diga lo contrario-, que no tienen capacidad para gobernar, que a una Melilla dañada y necesitada de cambios y buen gobierno la están convirtiendo en una ciudad irrespirable, hundida, sin presente ni futuro?
“El subdesarrollo económico es consecuencia del subdesarrollo político”. Lo han dicho muchos y lo repite el venezolano Carlos Rangel, en su gran libro, “Del buen salvaje al buen revolucionario. Mitos y realidades de América Latina”, sobre lo que él llama y repite, la “América española”. Las 18 naciones independientes, más 1 sometida políticamente a los Estados Unidos, forman “una sola cultura, la hispanoamericana”. El subdesarrollo económico, desigual entre las 19 naciones, pero siempre evidentemente mayor respecto a los Estados Unidos, se debe, asegura Rangel, no a lo que los españoles hicieron allí, sino a lo que los descendientes de los españoles, los criollos, hicieron después, al subdesarrollo político que implantaron. Lo de Melilla ahora no es subdesarrollo político, es la dinamitación de toda política y, como consecuencia inevitable, la fulminación de la economía productiva. Prácticamente toda la economía local depende, directa o indirectamente, de un Gobierno mastodóntico, errático, improductivo, impropio de un país democrático, un Gobierno con una burocracia kafkiana, como yo describí en una Carta anterior.

El vicario episcopal de Melilla, Eduardo Resa, pidió el martes, festividad de la Virgen de la Victoria, patrona de nuestra ciudad, que la Virgen ilumine a los políticos para que “busquen el consenso anteponiendo el interés general al político”. Para empezar, conviene destacar que ningún representante político de CpM, el segundo partido político de Melilla, asistió a la ceremonia religiosa conmemorativa, lo que proporciona una idea de cuán lejos de los buenos propósitos del vicario está la realidad política local.

La política de nuestra ciudad no es que se encuentre en estado de subdesarrollo, es que es una calamidad bíblica e insoportable para todos los melillenses, excepto para los políticamente colocados y pagados con fondos públicos con una abundancia que jamás imaginaron. Por supuesto que un consenso entre partidos podría dar lugar a otro gobierno que, por mal que lo pudiera hacer, siempre gobernaría mucho mejor que el actual, pero los intentos que se han realizado en esa dirección no han tenido éxito, de momento, porque se han impuesto los miserables intereses y comodidades de algunos políticos al interés general melillense. Espero que, con la iluminación divina, se logre, pronto (porque no se puede aguantar más esta situación) el milagro salvador.

Posdata
Me envía Uariachi Mohamed un video del economista Fernando Díaz Villanueva, con el acertado título de “Los impuestos son un robo” y el subtítulo de: “Vivimos en un capitalismo hiper-estatalizado. El Estado se come el 50% de la riqueza nacional” y comentarios como “hay que estar verdaderamente loco para abrir una empresa en España” y “las personas productivas (en España) dedican la mitad de su año trabajando para los políticos”. El comentario de Uariachi sobre el video: “Es la cruda y triste realidad”. Tiene razón. Con un matiz adicional mío: en Melilla la hiper-estatalización es total. Nuestra economía se parece más a Corea del Norte o a Cuba que a cualquier país desarrollado (capitalista, claro).

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