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Carta del presidente de la Federación Melillense de Golf

Ignacio Suárez, un cáncer para el golf melillense

Ignacio Suárez

El golf en Melilla, con un campo en buen funcionamiento, podría ser uno de los grandes atractivos turísticos y deportivos de nuestra ciudad. Y empezó a serlo, hasta que, tras una lamentable decisión, el área de Instalaciones Deportivas de la Ciudad entró en el Campo como un caballo en una cacharrería.
Se fue superando el obstáculo, la justicia hizo Justicia, las denuncias y los denunciantes quedaron señalados y algunos apartados de sus puestos, no todos. Empezaba una cierta recuperación del golf en nuestra ciudad cuando se produjo un cambio de Gobierno y el partido que se hizo cargo de la Consejería de Deportes, Coalición por Melilla, anunció que su objetivo era hacer desaparecer el campo de golf.
Eso también se superó, pero el intento de destrucción del golf se mantuvo y, para hacerlo efectivo, la nueva Dirección General de Deportes, con Alfonso Gómez a la cabeza, vino a nombrar a lo peor de lo peor, al vago más vago, al inútil más inútil, más cobarde y más malo que pudieron encontrar para que el golf funcionara, Ignacio Suárez, como no sé qué del Campo (Director no puede ser, porque ya hay otro, yo, con el nombramiento publicado en el BOME).
Como el golf melillense se está muriendo a chorros -no se podía esperar otra cosa una vez que interviene Ignacio Suárez- el empresario que mantenía la Cafetería, el llamado Hoyo 10, harto de perder dinero por la falta de clientes y la disminución del número de jugadores, cerró, se llevó sus cosas y se marchó. Ignacio Suárez, tras intentar que fuera un empleado de la Consejería el que presentara una denuncia “por robo”, según el tal Suárez, fue obligado a que la presentara él, no sin llamar antes al empresario afectado diciéndole que él no quería, que le habían obligado sus jefes -es de suponer que Alfonso, Sito, Gómez-. Ya se verá que no hay robo posible y, de paso, se investigará quién robó, en varias cosas, incluyendo en una taquilla cerrada, dos veces violentada, una para llevarse palos de golf, otra para devolverlos tras presentar queja los afectados e inhibirse -como en él es habitual- el tal Ignacio Suárez.
Ahora se permite Suárez amenazar a jugadores de golf que han hecho mucho por este deporte y ayudado a los niños que pretenden aprender a jugar. Les insulta y se permite prohibirles que vayan al Campo de Golf, con frases y comentarios que la decencia no aconseja repetir.
Ignacio Suárez es un cáncer para el golf melillense y, por lo tanto y como presidente de la Federación Melillense de Golf, solicito formalmente al Consejero de Deportes, Rachid Bussián, que abra una investigación sobre lo que cobra y hace el tal Suárez, además de apartarlo inmediatamente de cualquier relación funcional con el campo de golf local.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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