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Carta del Editor

Sin cambios los melillenses estamos perdidos en el laberinto

Juan José Imbroda, en uno de sus tuits, “exige DIMISIÓN” al (lamentable) Gobierno de la CAM. El mensaje empieza con una acertada -tan acertada como inútil y falsa- afirmación: “El Gobierno de la CAM no puede durar un minuto más” y, en este caso, se centra en “el covid sin control, peor que en marzo; nos va (supongo que quiere decir que el Gobierno local hace peligrar, o que nos la jugamos) la salud de todos”.
Lo que hace Imbroda con sus tuits es lo que en términos taurinos se define como un brindis al sol, cuando el torero brinda su faena al público de las localidades de sol, las más baratas y con el público menos exigente y más fácil de manipular a la hora de conceder trofeos. Hacer un brindis al sol se define como hacer algo de cara a la galería, fanfarroneando o a sabiendas de que no se va a cumplir la promesa que se realiza. Hacer un brindis al sol es, en política, actuar de forma demagógica, prometiendo, o exigiendo, lo que es imposible o no se está en condiciones de cumplir o exigir. Por ejemplo: que dimita parte del actual Gobierno.

Pedro Sánchez es un maestro en esos menesteres y a él le va bien (aunque a España le vaya fatal) porque, fanfarroneando y mintiendo, logró ser presidente y continuar siéndolo, pero es altamente improbable (por no decir absolutamente imposible) que, utilizando esa misma táctica del brindis al sol, ni Juan José Imbroda ni el Partido Popular vuelvan a gobernar en Melilla.

Es un brindis al sol afirmar que “el Gobierno de la CAM no puede durar ni un minuto más”. De hecho, lleva durando ya más de un año y el PP presidido por Imbroda ha sido incapaz de evitarlo. Si JJI hubiera dicho que el Gobierno de la CAM no DEBERÍA durar ni un minuto más, hubiera acertado, pero hubiera atizado la pregunta que la inmensa mayoría de los melillense nos hacemos: ¿se puede cambiar, con los mismos mimbres -con la misma política- este cesto, esta espantosa estructura política que padecemos los melillenses? La respuesta, como los hechos, desgraciadamente, demuestran es que NO se puede.

Es un brindis al sol de JJI “exigir DIMISIÓN” al Gobierno de la CAM, porque no tiene capacidad de cumplir su “exigencia”. Con diez diputados en una Asamblea de veinticinco se puede hacer mucho ruido, pero poco más. Puede creer Imbroda -erróneamente, como los hechos han vuelto a demostrar- que el PP sin cambios -como ocurrió en las elecciones locales de mayo de 2019, cuando la bajada de votos del PP se confirmó y la catástrofe de este Gobierno ineficaz se gestó- va a obtener la mayoría absoluta en las elecciones de 2023 pero esa fecha es muy lejana y hasta es muy probable que Melilla, como ciudad española, desarrollada y democrática, haya desaparecido para entonces. En resumen: el cambio de Gobierno es absolutamente prioritario y no debería haber razones personales de ningún tipo que retrasen ese cambio.

La dimisión, por muchos delitos que en el actual Gobierno se hayan podido cometer, es un acto voluntario, es la acción de dimitir, de renunciar a un empleo, cargo o comisión. ¿Algún melillense puede creer que Eduardo de Castro, presidente de la CAM, va a presentar su dimisión -dejando de cobrar lo que cobra y pudiendo presumir de ser “la primera autoridad de Melilla”- antes de mayo de 2023? ¿Alguien -que no sea Imbroda- puede siquiera imaginar que van a dimitir algunos de los 12 diputados restantes que apoyaron a De Castro como presidente basándose en la curiosa (despreciable) política de que todo valía y se justificaba para echar a Imbroda?
Es una evidencia, es un clamor popular, que Eduardo de Castro no debe ser presidente de una ciudad con tantos problemas como la nuestra. Es inocultable -por mucho que Gloria Rojas, mintiendo, lo intente- que CpM (o sea, Mustafa Aberchán) y el PSOE (más o menos Gloria Rojas, de momento) no se pueden ni ver. Es un hecho -aunque Rojas vuelva a mentir- que la Delegación del Gobierno en Melilla se lleva fatal con el Gobierno actual de la CAM, especialmente y como es público y notorio, con De Castro y, de manera menos evidente pero también muy clara, con Gloria Rojas. Todo eso es evidente, los melillenses lo saben y lo padecen, pero aun así pocos creen -yo entre ellos- que algunos de los 13 diputados (8 de CpM, 4 del PSOE y De Castro) vaya a presentar la dimisión, posibilitando así la vuelta de Imbroda a la presidencia. Y prefiero no pensar en lo que ocurrió en las elecciones locales de 2015, cuando el PP, con solo 12 diputados se quedó al borde de la catástrofe, consumada en mayo de 2019.

Si 13 diputados se pusieron de acuerdo solo en una cosa, echar a Imbroda de la presidencia, resulta una ensoñación que algunos, al menos dos serían necesarios, ahora se atrevan a dimitir para que Imbroda vuelva a la presidencia. Comprendo que Juanjo Imbroda sueñe, pero los sueños -como dijo Calderón de la Barca- sueños son, no realidades sobre las que construir un cambio. Esa es la palabra clave y en general despreciada por los políticos en el ejercicio de cualquier mando: Sin cambiar no se puede salir de la insoportable situación en la que nos encontramos, pero el cambio ha de empezar por los mismos que han de permitirlo. Ese es el laberinto en el que estamos, perdidos, los melillenses. Y encima, el corona virus.

Posdata
Por supuesto que no espero que alguna iluminación divina salve a Melilla y a los melillenses. Apelar a la sensatez, a la cordura y a la defensa de lo público (y de lo privado), como escribe Pepe Megías, apelar al cambio es lo que llevo años haciendo, pero, efectivamente, “nuestros políticos actuales no tienen conciencia de la realidad”, ni van a abandonar voluntariamente la política. Y la gran responsable hoy de que la única solución política posible en Melilla -aunque mala nunca podrá ser peor que lo actual- no se haya producido todavía tiene nombre y apellido: Gloria Rojas.

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