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Tribuna abierta

Una única solución para Melilla

Javier Ramírez

Quedan unos días para que Melilla cumpla 523 años de historia dentro de España. Como rezan en algunas postales y sellos, somos españoles 18 años antes de que Navarra se incorporara a la Corona de Castilla; 162 años antes de que el Rosellón fuera francés y 279 años antes de que existieran los Estados Unidos de América. De entre todas las historias, leyendas y acontecimientos a lo largo de estos siglos, hay un denominador común: los melillenses hemos estado a la altura de las circunstancias que nos han rodeado.
Tal vez dentro de otros 523 años los melillenses no estén orgullosos de los días que estamos viviendo en la ciudad. Pero no hará falta irse tan lejos. Dentro de 10 años, cuando tengamos algo más de perspectiva, entenderemos muchas cosas de las cuales posiblemente no comprendamos ahora. La situación política podría ser una de ellas.

Noto un cierto sentimiento de impotencia con la gente que hablo a diario. Una impotencia de saber que las decisiones políticas se toman mal, tarde y para empeorar la situación. Es curioso porque mientras en otras administraciones autonómicas la estrategia de comunicación es generar confianza en el ciudadano, en Melilla es todo lo contrario. Los melillenses ya no creen en el gobierno que nació hace un año. La actividad política es uno de los trabajos más bonitos (también duros) que hay, incluso en esta etapa donde prima velar por la salud de los ciudadanos por encima de todo y de todos. Hay que pelear, hay que dar la cara por nuestra ciudad y hay que poner el grito en el cielo si algo perjudica la salud de nuestros conciudadanos.

Parece que a este gobierno se le ha olvidado para quién gobierna. No gobierna para la gente que aplaudió el pacto CPM-PSOE-CS, gobierna para todos lo melillenses. La sensación que da este gobierno es la de aguantar el chaparrón que los nuestros nos seguirán aplaudiendo…¿Hasta cuándo? La gente también salía a aplaudir a los sanitarios y cayó en el olvido tras el estado de alarma.

Todas las decisiones (y más en política) son dolorosas. Aquí hay dos soluciones: o esperar tres años a las urnas, con el daño que puede acarrear a los melillenses esta situación insostenible; o buscar un pacto PP-PSOE que defienda el interés común de los melillenses. Un pacto doloroso para ambos partidos, pero sanador para una ciudad en parada cardíaca. La ciudad necesita un desfibrilador. Necesita que los ciudadanos vuelvan a confiar en las instituciones. No podemos estar así ni un minuto más porque dentro de 10 años ningún melillense perdonará a quienes nos llevaron a estar así.

La única solución estoy seguro de que se aplaudirá dentro de 10 años. Y de 523.

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