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Atril ciudadano

La lógica de las mascarillas

La lógica de las mascarillas no tiene lógica. Cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda su uso sólo en espacios públicos donde hay transmisión comunitaria, y donde las medidas de prevención, como la distancia social, son imposibles, nuestros gobernantes (con el grupo de expertos sanitarios inexistente a la cabeza), nos obligan, bajo sanción, a su uso en cualquier lugar y para todas las personas. ¿Para todas las personas? No, claro. Se excluye a todo aquel que practique un deporte al aire libre: corredores, ciclistas. Porque y como todos sabemos, éstos, ni se contagian (corren más aprisa que el virus) ni pueden contagiar a otros viandantes con quienes se crucen. Eso sí, pueden practicar deporte en Grupo, en melé, que no pasa nada, ni siquiera para los integrantes del grupo. Puede usted caminar a solas, sin nadie a la vista en un radio de un quilómetro que tendrá que portar la mascarilla. Sin embargo, un denso grupo de runners a la carrera por medio de la ciudad, y quedan exento de la obligación de llevarla. ¿Discriminación? En absoluto, sensatez de la política sanitaria de nuestro país. Algunos argumentarán que no se puede practicar deporte con una mascarilla en la cara, y muy cierto es, pero ¿la norma viene a prevenir el riesgo pandémico del SARS-CoV2 o la adecuada práctica del deporte?
Luego está el caso de los fumadores que pueden ejercer su legítimo derecho de suicidarse lentamente en la vía pública y, mientras tanto, estar exentos del uso de la mascarilla porque, como todo el mundo sabe, mientras se fuma no se expele aire y por lo tanto, nadie puede contagiarse. Que conste que no crítico el malsano hábito del tabaco (allá cada uno con su vida), sino la estulticia de la norma. Pero ya estamos acostumbrados al sinsentido de nuestros gobernantes.

Hace pocos días, el Ministerio de Sanidad publicó un documento sobre potenciales riesgos relacionados con el uso de las mascarillas y que incide en que, el uso continuado de éstas, antes que buenas, son perjudiciales porque conduce a la auto-contaminación. Provoca dificultades respiratorias y lo que es peor, procura una falsa sensación de seguridad. Para colmo y en lo referido a la evidencia científica que avale su uso, el documento asegura que "no hay un consenso claro respecto al uso de las mascarillas médicas en el ámbito comunitario para la prevención de la infección por SARS-CoV2”. Pero hay que llevarlas, claro, por si acaso, pero no todos.

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