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Carta del Editor

No hay en Melilla destrucción creativa, sino destrucción a secas

Joseph Schumpeter, en su libro “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, publicado en 1942, introdujo el curioso concepto de “destrucción creativa”, el proceso disruptivo de transformación que acompaña a la innovación, lo que él consideraba el hecho esencial del capitalismo. Schumpeter acertó en el uso e importancia de ese concepto, aunque se equivocó, como Marx, al pronosticar el fin del capitalismo a finales del siglo XX, según el austríaco, algo que indudablemente no ha sucedido, sino todo lo contrario.
Acudí, el martes, invitado por José Megías, al acto, en la UNED -el antiguo colegio de las monjas- de presentación de un informe del Observatorio de Ceuta y Melilla sobre “cómo convertir una grave crisis en la mejor de las oportunidades”, utilizando sus palabras de presentación a los medios de comunicación. El Observatorio de Ceuta y Melilla se creó en el seno del Instituto de Seguridad y Cultura (entre sus objetivos: reforzar la implicación de la sociedad civil en la defensa de los valores democráticos). Eduardo de Castro abrió el acto, Carlos Echeverría, subdirector del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado y director del Observatorio, hizo una sucinta presentación, Jaime Bustillo fue el conferenciante y José Megías, presunto moderador, fue la estrella.

Nos entregaron a los 40 asistentes al acto -cifra reducida por razones de la pandemia- un informe de 60 páginas que he de leer, como supongo que harán los asistentes -muchos políticos- porque lo que Bustillo expuso no dio para mucho. Su idea central fue la de la necesidad de “generar un amplio espacio de trabajo”, un organismo público, según la respuesta que dio a mi petición de concreción. Creo que lo que hace falta en Melilla es menos burocracia y más innovación, que solo puede venir de los empresarios. Eso es lo que Melilla necesita para que se produzca esa “destrucción creativa” que popularizó Scumpeter, o esa conversión de una gravísima crisis -la que padecen las dos ciudades españolas del Norte de África- en oportunidades económicas.

Algo que no se logrará si no cambia la estructura política actual de nuestra ciudad. Una muestra más: Mustafa Ahmed Moh, Aberchán, presidente de un partido político melillense que debería ser local pero que es religioso-musulmán, ha tuiteado, “sin querer crear crispación” (menos mal), que su (nunca mejor empleado el posesivo) partido, CpM, no era partidario de trasladar a la Ciudad del Fútbol, en los Altos del Real, a los inmigrantes del CETI que han dado positivo por Covid-19. Cree que había otras ubicaciones, como la residencia de estudiantes marroquíes -ubicada en el centro de la ciudad- o el campo de golf, ese oscuro objeto de su odio, “si Dios quiere”, como añadiría él. Otra muestra más de hasta qué punto la ignorancia y el odio irracional pueden dañar y dañan a los gobernados, en este caso a los melillenses.

Más ejemplos: Hubo, allá por el siglo III a.C., un recién nombrado “dictador” romano, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de “Temporizador”, por una singular característica, su “magistral inacción”, que aplicó a los romanos asediados, a las puertas de Roma, por el gran cartaginés Aníbal “Barca”, que en lengua fenicia significa “fulgor”, esperando que las dificultades, el hambre y el cansancio cumpliesen su obra entre los soldados enemigos. Pero, desgraciadamente para Fabio, los romanos, que querían una victoria rápida, se cansaron antes que los cartagineses y desposeyeron a Fabio de su cargo. La cosa terminó con la batalla más gigantesca de la antigüedad, en Cannas, en la que Aníbal aniquiló al ejército romano.

Gloria Rojas, una persona muy amable, es hoy la Fabio Máximo de Melilla. Su profunda, en vez de magistral, inacción terminará por costarle el puesto, lo que se merecería, pero causará la ruina de Melilla. Lo repito, y lo seguiré repitiendo: la gran responsable de que la única solución política posible en Melilla no se haya producido todavía tiene nombre y apellido: Gloria Rojas. Y los progresivamente agudizados delirios de Aberchán, junto con los que dicen querer el cambio de Gobierno, pero actúan para dificultarlo, no hacen sino acentuar el daño que a Melilla ocasiona la indecisión de Rojas. Lo que ahora ocurre en nuestra ciudad no es destrucción creativa, sino destrucción a secas.

Posdata
Hoy es el Día de Melilla, el día, hace más de cinco siglos, en el que Melilla fue española. Deseo, especialmente en este día y en estos tiempos turbulentos, lo mejor a todos los melillenses españoles y me pregunto qué hará Aberchán hoy. ¿Boicoteará el acto, como ha venido haciendo durante los últimos años? ¿Organizará un acto paralelo para disimular? Hoy lo sabremos

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