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Carta del Editor

Melilla en la encrucijada

La pandemia
La crisis del coronavirus lo impregna todo. Aunque quisiéramos -y muchos quisiéramos- no podemos ignorar que nuestras vidas y nuestras libertades están afectadas por este virus que ha ocasionado tan enorme crisis, de la que no hemos salido, de la que no sabemos ni cuándo ni cómo vamos a salir. Solo sabemos que algunos gobiernos -muy especialmente el español- han aprovechado la crisis sanitaria para, atizando propagandísticamente el miedo de los ciudadanos, consolidar su dictadura ideológica. Sabemos que más bien pronto que tarde tendremos una o varias vacunas que podrán frenar la pandemia. También sabemos que económicamente vamos a padecer mucho, muchísimo, con el fantasma del hambre en el horizonte. Toca, como les gusta decir a muchos políticos, toca intentar sobrevivir.
Para entender mejor la situación sanitaria recomiendo la lectura de la “Página de Robles”, que venimos publicamos los domingos. En la del pasado día 20 este médico especialista en medicina preventiva se confesaba pesimista ante el futuro de la epidemia en nuestra ciudad, porque “los signos y síntomas del paciente (Melilla con el COVID 19)” llevan a “un mal pronóstico”. Esperar que la solución provenga de “el comportamiento responsable de la ciudadanía” es, como dice Paco Robles, lamentable, porque lo normal es que esa solución hubiera llegado vía “la adopción de medidas efectivas por las administraciones públicas”, medidas que, “desgraciadamente brillan por su ausencia”. Consciente Robles de que “una cosa es predicar y otra dar trigo”, recomienda a nuestro gobierno melillense, “hasta que decidan si piden el estado de alarma y cómo hay que pedirlo”, una serie de medidas, englobadas en cinco capítulos: 1/ Control efectivo sobre los casos en aislamiento y los contactos en cuarentena. 2/ Instauración ya del control a la llegada del puerto y el aeropuerto. 3/ Control y sanción, si lo merecen, de los comportamiento públicos y privados de riesgo para la salud pública. 4/ Apoyo a las entidades donde se pueden producir aglomeraciones. 5/ Controlar y regular frecuentemente botellones, moragas, quedadas, etc., de adolescentes y jóvenes. Haría bien el gobierno local atendiendo y poniendo en práctica lo que Robles recomienda, algo que hasta ahora no han hecho y así, de mal, nos va.

Cambio de Gobierno local
Así, por no hacer caso a lo que te ofrecen, se llega a situaciones como la que protagonizó Juan José Imbroda, anunciando el lunes que “el PP retira su oferta de pacto al PSOE” y afirmando que, hasta las elecciones de mayo de 2023, él actuará “100% como oposición”. Es, para una Melilla moribunda, un error mayúsculo, como decíamos en nuestro Editorial de ayer. Sería deseable que, dado el desprecio demostrado hasta ahora por Gloria Rojas a la oferta de colaboración de Imbroda para intentar salvar Melilla, la retirada de la oferta sea solo una táctica, no un monumento más al no cambio, al más de lo mismo, pero no sé qué opinar. Lo que es seguro es que, si políticamente seguimos así, Melilla se morirá, no podrá soportar casi tres años más de pandemias mal atendidas, de todo tipo: sanitarias, políticas, económicas, vecinos marroquíes agresivos, ciudadanos desilusionados e impotentes ante tanta calamidad.

Centenario de La Legión

Lo que sí opino es que La Legión merece el homenaje de los melillenses. El día 20 de septiembre de 1920 se alistó el primer legionario, Marcelo Villeval, de treinta años. Aunque el Tercio de Extranjeros, denominación original de la actual Legión, se creó mediante una Orden del 28 de enero de 1920, se considera como fecha oficial de la fundación el día del primer alistamiento. El entonces teniente coronel José Millán-Astray fue el gran impulsor del Tercio y es considerado su fundador, con la colaboración del entonces comandante Francisco Franco, que fue el jefe de la Primera Bandera, lugarteniente de Millán-Astray y, después, Jefe del Tercio.

La historia de La Legión, un cuerpo de profesionales de élite, está íntimamente ligada a Melilla, y viceversa. No hay agradecimiento melillense suficiente hacia La Legión para compensar todo lo que hizo por nuestra ciudad en tiempos dramáticos, tiempos en los que salvó a Melilla y a los melillenses. Para los descendientes de aquellos melillenses salvados por La Legión, para la inmensa mayoría de los habitantes de nuestra ciudad, hoy en una terrible encrucijada, tener aquí al Tercio es una garantía de seguridad y un orgullo. Orgullo agradecido al que este periódico se suma.

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