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Propuesta descabellada sobre un ex alcalde nefasto

Según Gloria Rojas la Comisión Ejecutiva Regional (de Melilla) del PSOE va a proponer a la Asamblea de la Ciudad que el Paseo Marítimo de Horcas Coloradas pase a denominarse Paseo Marítimo Alcalde Gonzalo Hernández. Gonzalo Hernández, recientemente fallecido, fue alcalde de Melilla durante 8 años, 1983-1991, año en el que perdió las elecciones y fue sustituido por Ignacio Velázquez. Consiguió ser senador desde 1993 hasta 1996, año en que fue obligado por el Supremo a dejar sus puestos de senador y de concejal y portavoz del grupo socialista, como publicó en portada MELILLA HOY el 9 de noviembre de 1994, y abandonó Melilla, para volver a Toledo, su ciudad natal y a pesar de que año tras años repitió que él jamás se iría de nuestra ciudad.

Cuando era senador Gonzalo Hernández fue condenado, en noviembre de 1994, por la Sala Segunda del Tribunal Supremo a un año de cárcel, seis años y un día de inhabilitación especial para todo cargo público electivo y 150.000 pesetas de multa, por un delito de infidelidad en la custodia de documentos, delito cometido cuando era alcalde. Se le juzgó, y condenó, por el llamado Caso Demoscopia, dado que el Ayuntamiento, por él presidido, encargó, con un coste de 2,5 millones de pesetas, una encuesta sobre intención de voto, que él mutiló, haciendo desaparecer las páginas que se referían a los resultados de la intención de voto en Melilla e influyendo fraudulentamente en el resultado electoral.

Nuestro Editor, Enrique Bohórquez, publicó ese día, 9 de noviembre de 1994, un artículo con el título de “Gonzalo Hernández: merecida condena y adiós a la vida política de un mentiroso”, demostradamente mentiroso. Nuestro editor calificaba la vida política de Gonzalo Hernández como “nefasta” y añadía que “mueve al sonrojo y a la vergüenza ajenas pensar que Gonzalo Hernández ha representado a esta ciudad como alcalde y como senador”, un representante público que trató de impedir que naciera el MELILLA HOY, cuando nuestra ciudad se había quedado sin periódico propio, y que días antes de ser condenado, todavía se jactaba de que iba a terminar con nuestro periódico.

Con estos antecedentes resulta inaudito que Gloria Rojas pida que en Melilla, la ciudad a la que tanto daño causó Gonzalo Hernández, se le ponga su nombre a una calle. Y resultaría aún más vergonzoso que se aprobara tan descabellada propuesta.

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