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Tizzi-Assa y el Teniente Coronel Valenzuela Reconquista del territorio tras el desastre de Annual (II)

Cadáveres de soldados del Grupo de Regulares de Melilla que fueron recogidos el 5 de junio

…Antes de terminar el año 1922, habían de producirse hechos tan dolorosos como los ocurridos durante los días del 14 al 18 de diciembre en la posición de Tizzi Assa y sus alrededores. En la primera de estas fechas fue hostilizado el convoy de abastecimiento cuando se dirigía a ella resultando un oficial muerto, el alférez Luís Faguas Dieste (Alférez de Intendencia), y teniendo cuatro bajas en el ganado. Al siguiente día, y ante la agresión persistente se abre fuego artillero sobre núcleos enemigos situados en las proximidades de una casa, a unos 2.500 metros, en donde éstos, durante la noche anterior, habían establecido un cañón. El 16, se sucedieron las agresiones en el momento en que se establecía un servicio en la posición, ocasionando en las Fuerzas encargadas de realizarlo, dos heridos de Tropa peninsular; al contrario se le hizo un muerto, que fue recogido con fusil y municiones. Al día siguiente, y sin haber podido su guarnición abastecerse de agua, la hostilidad fue más violenta al romper fuego los rebeldes con el referido cañón aumentado por el de otro que se situó en un punto dominante de Tizzi Assa, derribando el parapeto y destrozando las troneras de dos piezas artilleras de la posición a más de una gran lluvia de balas de fusil que certeramente entraban en el recinto principal, el cual en pocos momento quedó rodeado con los fuegos del adversario. La Aviación y la Artillería pesada hubieron de ponerse en funcionamiento castigando eficazmente a la numerosa masa enemiga, que trató de buscar un punto vulnerable por donde romper la línea avanzada. La brava guarnición de Tizzi Assa, al mando del Teniente Coronel de Infantería Gumersindo Pintado Cabrero (más tarde moriría en socorro de Tifaruín), decían los telegramas oficiales, “resiste heroicamente al grito de ¡Viva España!”, y mientras llegaba material de fortificación para taponar la brecha abierta, fueron los mismos defensores quienes, sin desatender a los fuegos y al descubierto del contrario, cerraron provisionalmente el boquete abierto por la metralla enemiga con sacos terreros del interior. El mismo día 17 se intentó, protegido por indígenas de la harca amiga, llevar un convoy de agua, víveres, elementos sanitarios y de fortificación a la necesitada posición y retirar de ella las bajas que alcanzaban la cifra de 19, entre muertos y heridos; pero en vista de que el camino se hallaba completamente batido, especialmente la subida a un collado donde el enemigo se hallaba apostado y por el que era preciso pasar, hubo de desistirse y dejado para la fecha posterior en que, reunidas más Fuerzas y elementos, pudiera realizarse con las mejores probabilidades de éxito. En la mañana del 18 del citado mes de diciembre, una Columna compuesta de Fuerzas de Regulares de Infantería y Caballería, la Primera Bandera del Tercio, cuatro Compañías del Batallón África con sus ametralladoras y Artillería de montaña al mando del Coronel don Alfredo Coronel y bajo la dirección del General Ruiz Trillo, avanzaron decididas a vencer la resistencia contraria para que el convoy pudiera llegar a su destino.

La harca amiga en vanguardia alcanzó la denominada Loma Roja, pero una vez que rebasó ésta, encontró viva resistencia opuesta por un numeroso enemigo que desde el indicado collado y al abrigo de parapetos hacía nutrido fuego desde puntos donde no podían ser batidos por la Artillería de Tizzi Assa, ni por la de las posiciones inmediatas, dando lugar a que el convoy no progresara y tuviera que estacionarse durante más de una hora, hasta que fuerzas de la Legión, al mando del Comandante Franco, con decisión y arrojo, avanzaron por la derecha hacia la posición de Benítez donde se encontraba inmovilizada la harca amiga, y corriéndose por las crestas de los montes cercanos, cayeron briosamente sobre el flanco derecho del adversario. Los legiona¬rios armados de cuchillo asaltaron el reducto rebelde, desalojándolo de enemigo y haciendo posible el acceso de los soldados de Regulares que ya sin resistencia se posesionaron de dicho lugar y del paso del camino en donde coincidieron con los sitiados que en combinación y ayuda de la Columna, habían salido de la posición, pudiendo el convoy cumplir su cometido y recogerse las bajas.

Tanto el día 19 como en los sucesivos, se verificó con toda normalidad el abastecimiento de las posiciones adelantadas, quedando totalmente construido el camino cubierto entre Tizzi Assa y Tizzi Alma y sus avanzadillas, adaptándose medidas de previsión en evitación de otras posibles agresiones, de manera particular,sobre el saliente de la primera. El total de las bajas habidas en la posición agredida y en las Tropas que fueron en auxilio de ella ascendió a 13 muertos. Tres oficiales: Teniente Fernando Villalba Rubio y Alférez Armando de la Aldea, ambos de Infantería y destinados en el Tercio, y Sidi Mohamed Ben Lahasen Susi, de Infantería y 47 de Tropa heridos.

Puede decirse que con estos hechos se cierra el paréntesis de la breve gestión militar del General Burguete en el desempeño de su importante misión, para la que había sido designado en el mes de julio de aquel año, al ir a Marruecos con un error inicial en los planes del Gobierno, carente de fuerza para imponerse a la realidad que entonces demandaba una constante y enérgica acción militar sin vacilaciones ni cortapisas.

En tanto se atendía en toda la zona del Protectorado a dar una sensación de paz y respeto más absoluto por medio de una permanente inactividad, conforme al deseo expreso del Gobierno, el enemigo aprovechaba esta situación en la creencia de que todo era producto de debilidad asestando duros golpes a nuestros servicios y posiciones y, muy especialmente sobre la de Tizzi Assa. Y así vemos que sólo en el transcurso de los meses de enero a marzo tuvimos las bajas de un oficial capitán Miguel Sancho García, del regimiento de la Princesa y nueve de tropa muertos, y quince de éstos heridos, en los distintos puntos de las líneas avanzadas.

Precisamente a principios de enero de 1923 se termina de construir el depósito de agua de Tizzi Assa. Confidencias llegadas a la Comandancia General de Melilla por diferentes conductos anunciaban los propósitos de Abdelkrim de dar un serio golpe de mano sobre los campamentos españoles. El 17 de febrero de 1923, publicaba la “Gaceta de Madrid”, en su nº 49, el nombramiento del nuevo Comandante General de Melilla don Pedro Vives.

Seguía permanente la necesidad de abastecer las posiciones de la región de Tizzi Assa. Si el enemigo que se veía en toda la comarca lograba impedir el paso de los convoyes, era muy posible que volviera a repetirse aquella triste acción de Igueriben. ¡A toda costa había que evitarlo! El cierre del paso a los convoyes acarrearía no sólo la caída de las posiciones de Tizzi Assa, Peña Tahuarda, Viernes y Benítez, sino que, al verse libres de la retención que las fuerzas que guarnecían estas posiciones ejercían sobre las harcas, podrían volcar la totalidad de su esfuerzo sobre la zona de Tafersit. En prevención, las protecciones de los convoyes a Tizzi Assa se intensificaron.

El dinero que Abd el Krim había recibido por el rescate de los prisioneros, sin duda porque así era de esperar, sirvió para alentar sus huestes y recrudecer sus agresiones contra nuestra vanguardia, pero con mayor perseverancia e intensidad sobre el sector de Tizzi Assa. Esta posición y las inmediatas de Tizzi Alma, Benítez y Viernes, comenzaron a ser hostilizadas con mayor intensidad a partir del 11 de abril, recrudeciéndose las agresiones durante el mes de mayo, muy particularmente el día 7, en que atacó violentamente con fuego de fusil y bombas de mano; aunque fue rechazado con muchas bajas, las propias fueron de un oficial, teniente Rodrigo García Jiménez (pertenecía al Grupo de Infantería de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2), y tres de tropa, muertos, y un oficial, teniente Amer Vadell, de Infantería, y 20 de Tropa, heridos.

Al principio de las hostilidades el enemigo ocultándose en algún accidente natural esperaba agazapado y confundido con el terreno, para atacar por sorpresa a los convoyes de aprovisionamiento. Ahora son contingentes importantes que se fortifican en sitios dominantes, que constituyen el paso obligado del convoy. Saben de sobra que las fuerzas de protección que lo resguardan se verán obligadas a ocupar estas posiciones dominantes, viéndose por ello forzadas a librar verdaderos combates con los rifeños, los cuales intentarán dar al traste con los propósitos de abastecimiento que animan a las fuerzas que dan escolta al convoy.

Los hechos iban demostrando de día en día la urgente necesidad de mejorar toda la línea avanzada, pero sobre todo, la del saliente de Tizzi Assa por la que la harca enemiga delataba especial interés en apoderarse de ella. Ante tales contingencias, el Alto Comisario, con fecha 14 de mayo, recabó del Gobierno concediera la oportuna aprobación a la propuesta que le había hecho con anterioridad, respecto a la operación que consideraba indispensable para evitar las constantes acometidas rebeldes.

La respuesta llegó el 31, después de que hubiesen tenido lugar los combates más violentos. Mientras el Gobierno resolvía sobre la indicada propuesta, se colocó el día 16 un puesto en Peña Tahuarda sin apenas hostilidad por parte del enemigo y con la única baja en nuestras Fuerzas del Comandante jefe de la Cuarta Bandera de la Legión, don Felipe Figueras Figueras, que resultó grave¬mente herido; el día 20, el Coronel Alfredo Coronel, al mando de su Columna, estableció, sin novedad, otras dos posiciones entre Izummar y Afrau para completar la defensa y asegurar la comunicación entre ambas, llamadas Tifaruin e Izummar nº 2 o Farha, puntos que en agosto del mismo año habían de ser atacados violentamente por el enemigo. Ya en las últimas fechas de mayo, la situación del territorio melillense era alarmante.

El marco geográfico donde se iban a celebrar las operaciones estaba a unos 15 kilómetros de Dar Drius. Era un gran anfiteatro formado por las montañas que daban entrada al Rif. Al pie de la crestería se encontraba la hoyada de Tafersit, donde estaba el campamento principal. De allí hacía un abanico de empinados contrafuertes que iban formando la montaña hasta el collado de Tizzi Assa. Sobre la cresta de cada cota se dibujaban las siluetas de las posiciones que componían el frente.

Las confidencias y observaciones de la aviación denunciaban la concentración en la región de Tafersit de fuerte contingente rifeño que se disponía a efectuar incursiones por el flanco izquierdo del frente. Estas se vuelven realidad el 27 de mayo de 1923, pues se confirmó la noticia de un inmediato ataque enemigo al situarse frente a la posición de Benítez, en el llano de Bu Hafora y márgenes del río Jel-li, grupos numerosos de rifeños, quienes con gran actividad dedicábanse a construir trincheras y reunir preparativos guerreros en las barrancadas próximas. Previsto tal acontecimiento y conocida la idea del adversario de realizar un ataque entre Bu-Hafora y el barranco de Hardú o Loma Roja, salió de Tafersit al encuentro de los agresores en la madrugada del 28 una Columna precedida de la Mehal-la de Dris er Riffi, al mando del Teniente Coronel de Infantería Llano En¬comienda, y compuesta de la Cuarta Bandera del Tercio, dos Tabores de Regulares de Melilla, el Batallón de Infantería Princesa, un Escuadrón de Regulares, dos Baterías de montaña y una de obuses. Tan pronto desplegaron las fuerzas regulares, sonaron los primeros disparos sueltos del enemigo para convertirse muy pronto en intensísimo fuego por ambos bandos, que quedó resuelto por el arrollador avance de las unidades propias que lograron hacer huir al contrario, pero momentáneamente, pues enseguida volvió a aparecer en mayor cantidad dispuesto a no abandonar el campo. Se entabló tan dura lucha que dándose cuenta de la gravedad e importancia de la misma el jefe de la Cuarta Columna de la zona de vanguardia, Coronel Gómez Morato, envió con toda urgencia al lugar de la refriega la Primera Bandera del Tercio, un Tabor y un Escuadrón de Regulares de Alhucemas y una Batería de obuses del 15,5, cuyos refuerzos desplegaron a derecha e izquierda de Bu-Hafora cubriendo la retaguardia, para que las unidades empeñadas en la pelea pudieran moverse y combatir con mayor soltura. Con la ayuda de la guarnición de Tahuarda que ocupó con arrojo dominante altura al este de Loma Roja donde instaló una ametralladora, quedó asegurado el acceso a este objetivo que fue alcanzado por la Cuarta Bandera de la Legión, después de librar rudo combate con el adversario.

Este mismo día, 28, en el barranco de la aguada del Jel-li trataron de reorganizarse algunos de los huidos con otros que de refresco habían acudido al combate pero descubierto por el Escuadrón de Regulares de Melilla, mandado por el capitán Urrutia y a cuyo frente se puso el comandante del mismo Grupo Félix Repollés Pallarés, maniobrando con gran soltura, dio una brillante carga. La lucha en aquella barrancada fue cruenta. Los jinetes hubieron de desmontar y hacer uso, primero de las armas de fuego y más tarde del arma blanca, éste llevado de su celo, con admirable decisión, cargó sobre los rebeldes que pegados al terreno se hacían fuertes y no querían abandonarlo, entablándose tan violenta lucha que los jinetes de Regulares tuvieron que echar pie a tierra obligados por las muchas bajas sufridas y la imposibilidad de desalojar a caballo a los contendientes, y lo hubieran pasado muy mal de no haber acudido en su auxilio una de las Compañías del Tercio que se hallaba en Loma Roja desde donde fue vista la situación apretada del Escuadrón, que atacando a la bayoneta consiguieron dejar el campo libre de enemigos.

Estos combates fueron librados en las cercanías del campamento de Tafersit, y fue uno de los más duros que se registraron, hasta ese momento, demostrando el enemigo gran osadía.

La certeza de los disparos hechos por la Artillería causó a los rifeños muchas bajas, aumentadas considerablemente por los eficaces bombardeos de la aviación que volando a muy baja altura compitió durante todo el curso del combate con las fuerzas de tierra, en acierto, espíritu y entusiasmo. A media tarde dejó de verse al enemigo por los alrededores del que había sido campo de dura lucha, encontrándose más de 50 cadáveres moros diseminados y confundidos a veces entre los nuestros, lo que da idea de lo cruenta que fue la refriega. Las bajas propias fueron la de un jefe, Comandante Repollés Pallarés, de Caballería, en Regulares, cuatro oficiales, Capitán Isidro Quiroga Jordá, de Infantería, en el Tercio; Teniente Montero González, de Caballería, del Servicio de Aeronáutica; Alféreces Carlos García-Junco, de Infantería, en el Tercio, e Igunza Santodomingo, de Intendencia, al servicio de Aeronáutica, Oficial de 2ª Sidi Brahin B. Lahasen, de Infantería, en Regulares, un caid, Hamed Sarhoni, de la Mehal-la y 35 de Tropa (18 europeos y 17 indígenas), muertos; cuatro oficiales, Capitán Jarabo Jarabo, de Infantería, en Regulares; Alféreces Bayo Agulló, de Caballería, Jaime Sagalerva Ruiz, de Infantería, y Teruel Alonso, de Infantería, los dos primeros en Regulares y el último en el Tercio, un caid, Moha Melari, de la Mehal-la y 83 de Tropa, heridos, y cuatro contusos, también de Tropa.

Mientras se desarrollaba esta acción, una columna de socorro integrada por la Segunda y Cuarta Bandera del Tercio de Extranjeros, el segundo Tabor de las fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2, el batallón de la Princesa, un escuadrón de Regulares de Melilla, la segunda batería del tercero de Montaña, una batería de obuses de 155 y la Mehal-la de Dris Er Riffi, todas a las inmediatas órdenes del coronel Gómez Morato, acudió en apoyo de sus compañeros, batiendo y neutralizando los barrancos y casas existentes en el camino de Tizzi Assa.

Como el enemigo no cejaba en su empeño de impedir el paso del convoy, el coronel jefe de la zona de vanguardia Fernández Pérez, dispuso que la columna del coronel Gómez Morato fuera reforzada con otra bandera del Tercio, un escuadrón y un tabor de Regulares de Alhucemas, que por la mañana habían salido del campamento de Dar Drius para efectuar un reconocimiento hacia Ben Tieb.

La Cuarta Bandera sufre en esta operación ocho muertos y nueve heridos de tropa. A pesar del quebranto sufrido por los rebeldes en la jornada del 28 de mayo, al siguiente día volvieron a hacer acto de presencia en el mismo frente de Tizzi Assa, grandes concentraciones en actitud hostil, tomándose por el Mando las debidas precauciones para repeler, caso necesario, cualquier ataque.

En efecto, al tener que necesariamente realizarse el 29 el servicio de aprovisionamiento a las posiciones de Tizzi Assa, Viernes, Peña Tahuarda y Benítez, se dispuso que fuera fuertemente protegido por la Columna del coronel Gómez Morato y reforzada con el Grupo de Regulares de Alhucemas y carros de asalto de Artillería. A las siete horas se inició la marcha desde Bu-Hafora y únicamente fue hostilizado uno de los Tabores de Regulares de Melilla que constituyendo el flanco izquierdo de la Columna ocupó las ruinas de la Alcazaba Vieja. Otras Fuerzas por el costado derecho se desprendieron por Peña Tahuarda y en avance hacia su objetivo, que era el de asegurar el paso del convoy, ocuparon Loma Roja y Loma de los Árboles, en tanto otras unidades quedaron encargadas de proteger el llano.

El convoy pudo marchar desembarazadamente dejando el correspondiente a cada una de las posiciones, excepto el asignado a la principal de Tizzi Assa, a donde no pudo llegar hasta tanto no se consiguió desalojar a cuchillo de las crestas existentes entre las posiciones de Viernes y Benítez al enemigo que allí se había situado. Efectuada la descarga del convoy, se verificó en completa franquía el repliegue escalonado de las Tropas. Las bajas causadas a éstas ascendieron a 30 (seis soldados muertos y 24 heridos), en su mayoría del Tercio.

El 30 de mayo el General don Pedro Vives deja el cargo de Comandante General y es reemplazado interinamente por el General segundo jefe de la misma, don Julio Echagüe.

En el transcurso de la última fecha citada el enemigo permaneció silencioso, tal vez preparando su ofensiva para el siguiente, como lo probaba el hecho de establecer un cañón en el Yebel Iferní. Tanto los datos recogidos por la Aviación como las noticias confidenciales concretaron en la mañana del 31 los efectivos y planes de la harca enemiga así como la situación de sus núcleos principales. En el Zoco el Telata de Azilaf concentraba el cabecilla rebelde nuevos contingentes que compensaran las bajas sufridas en los combates últimos y a la vez engrosaran los grupos encargados de pelear en la línea de Tafersit; entre Dar Bulcherif y el Santuario de Sidi Sayah, en Beni Bu Yari delante de la posición de Tizzi Alma y en algunos puntos de Metalza, se advirtió también la presencia de nutrido adversario; asimismo en Tensaman pudo verse una concentración superior a 3.000 harqueños situada en los límites con Beni Said y Beni Ulixek, la que según se afirmaba tenía el proyecto de atacar el camino de Sidi Mesaud en forma semejante a como lo haría la de Tafersit, introduciéndose entre aquella posición y la de Achdir Asus, por su punto más débil… (Continuará)

Bibliografía consultada al final del último capítulo

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