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Libertad Económica

El Estado entorpecedor

Se hace viral un video en el que Íñigo Errejón cita un par de invenciones que atribuye al Estado para, sorprendentemente, concluir que el sistema capitalista se aprovecha de las invenciones estatales. Es decir, necesitamos un Estado más grande, puesto que, sin él, no habría innovación posible. Disparates a parte, el ministro Escrivá anuncia que los autónomos empezarán a cotizar por sus ‘ingresos reales’, una medida que afectará a más del 80% de autónomos, que verán sus cotizaciones a la seguridad social aumentar.
Las declaraciones de Errejón fueron las siguientes: “y resulta que la pantalla multitáctil se desarrolló en la Universidad de Delaware con dinero público de la Fundación Nacional para la Ciencia. Internet es un proyecto que arranca con financiación pública […], el HTTP, del laboratorio europeo CERN en Ginebra. El GPS, también con inversión pública… Cuando yo miro un iPhone, en realidad lo que veo es la perfecta demostración de que la única posibilidad de tener un desarrollo industrial es con un rol central de un Estado, de que luego se aprovechan y con el que luego colaboran muchas empresas privadas". Bien, lo primero dejar claro que esos descubrimientos surgen de investigaciones completamente descentralizadas. Es decir, el Estado en ningún caso buscó “descubrir” la pantalla multitáctil, en todo caso proporcionó unos fondos de investigación a un departamento de una investigación que podría haber descubierto eso mismo sin necesidad de financiación estatal. Segundo, todas esas “invenciones” están precedidas por investigaciones de otros particulares, es decir, no han sido descubrimientos “de la nada”. Es más, como recuerda el informe del Instituto Juan de Mariana llamado “El Estado Emprendedor”: “hay que recordar que antes de internet el sector privado fue capaz de alumbrar las redes telegráficas y telefónicas, además de que la idea original de internet la tuvo J.C.R. Licklider antes de entrar la ARPA, la agencia militar que daría lugar a ARPAnet, el precursor de internet. Antes, durante y después del desarrollo de internet, otros gobiernos, universidades y empresas desarrollaron también sus propias redes como Telenet, CYCLADES, SITA HLN o Merit Network. Sin ARPAnet, lo más probable es que otro proyecto fuese recordado hoy como el precursor de internet, pero no estaríamos sin internet.” Durante la Revolución Industrial, período en el que la inversión del Estado en investigación y desarrollo fue nula, se descubrieron la electricidad, el motor de combustión interna, nuevos materiales y procesos químicos, el avión, la turbina de vapor, la radio, el telégrafo, la máquina de vapor, el ferrocarril, la dinamita, las vacunas, el teléfono, la batería y el buque moderno. Solo hizo falta que el Estado no frenase cualquier tipo de innovación para que estas ocurriesen. No fue casualidad que estas invenciones surgiesen y se comercializasen en Gran Bretaña, pues la composición de su sistema parlamentario, en la que los comerciantes y distintas capas de la sociedad estaban representadas, frenó el habitual intento estatal de entorpecer cualquier tipo de innovación para así evitar la denominada “destrucción creativa” que amenazaba el status quo. La realidad es que el Estado ha sido el principal escollo contra la innovación a lo largo de la historia, por miedo a la “destrucción creativa” y los cambios que estos traían consigo. Nadie niega que la ayuda del Estado (es decir, del contribuyente) puede facilitar y allanar el paso a la innovación, pero de ahí a decir que el Estado debería centralizar todo tipo de investigaciones y atribuir todos los descubrimientos que reciben algo de subvención pública al Estado es, cuanto menos, irrisorio. Además, incluso si el Estado “descubriese” algo, después los inventos tienen que llegar a la ciudadanía. Es decir, no basta con inventar, hay que comercializar y en muchos casos perfeccionar y modificar dicha invención para que finalmente tenga utilidad y pueda ser utilizada por los ciudadanos.

En cuanto a subida en las cotizaciones sociales a los autónomos, es inexplicable que se fijen las cuotas a la seguridad social en función de unos “ingresos reales”, anteriores al ejercicio presente, sin tener en cuenta costes, y asumiendo que los autónomos facturan siempre lo mismo. Como Daniel Lacalle indica, la variabilidad en los ingresos de un autónomo son de hasta un 60% anual. No es tiempo de subir costes fijos a nadie, y menos a los autónomos. Además, urge suprimir la penalización por retraso en el pago de impuestos que en algunos casos llega al 30%.

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