“Desde el origen del Estado y de la civilización en Sumer (aproximadamente a partir del 10.000 a. C.) hasta hoy, la humanidad se ha dividido en dos grandes estratos sociales: los que viven de su trabajo y los que viven sin trabajar, porque viven del trabajo de los primeros. Al primer estrato le llamamos laborioso o productivo, y al segundo ocioso o improductivo”, Miguel Catalán, en su libro “Mentira y poder político”. “Esa realidad fundamental de la civilización -añade M. Catalán-, su estructura intrínsecamente parasitaria, es la que se oculta desde entonces. Nadie debe darse cuenta de que unos viven de otros… Por eso, el engaño, la mentira, es el elemento esencial de la comunicación política, desde su germen (hace 10.000 años) hasta hoy mismo”.
Reproduzco esos párrafos y añado otro del mismo libro: “Lo decisivo y esencial de la vida política de los individuos, facciones, partidos y organismos es la lucha egoísta entre ellos por un bien escaso, el poder”. Pensamiento muy a tener en cuenta tras leer el artículo de José Luis Martínez Lázaro -un empresario con sólida base de conocimientos- que publicamos el lunes, con el título de “La crisis del puerto y de la economía melillense” y que termina con un mantra que la mayoría de los empresarios, no solo los melillenses, repiten, en forma de (vergonzosa) petición o súplica, siempre desatendida: que los políticos se pongan a trabajar todos juntos. La respuesta, eternamente la misma, será que los políticos, aparte de prometer lo que sea e incumplir lo prometido, como es habitual, mentirán -para ellos es imprescindible, porque si no lo hicieran perderían el poder- y se echarán la culpa unos a otros por la falta de una unidad de acción que realmente no quieren. Además, en el imposible caso de lograrse vía milagro sobrenatural (que ya sabemos que no existe) tal unidad no sería eficaz, jamás podría serlo, porque la naturaleza del poder, que es la lucha egoísta, lo impediría.
¿Una muestra más de la imposibilidad real de pactos de gobierno? La negativa, por inacción, de Gloría Rojas, PSOE, a pactar un Gobierno con el PP, aun siendo ella elegida como presidenta de la Ciudad. Me comentan que Gloria Rojas es tan amable como políticamente inútil, y me añaden: es muy, muy, muy amable. Lo que se deduce es evidente y los hechos políticos confirman tal evidencia: Gloria Rojas es muy, muy, muy inútil. Su última hazaña, su demostración abrumadora (dicho sea con toda ironía) de carácter y de capacidad de decisión política en momentos críticos para Melilla ha sido repetir su actitud habitual: no hacer nada, dilatar todo lo posible incluso la reunión con Juan José Imbroda, esperar órdenes-o al menos alguna indicación desde el Olimpo monclovita (he escrito monclovita, no moscovita, aunque también podría haber elegido esta segunda denominación) si su particular dios lo tiene a bien, que le digan lo que debe hacer y decir, incluso lo que debe y puede pensar, porque ya se sabe que los pensamientos, en los regímenes totalitarios, son muy peligrosos.
A la conocida, criticada y popular frase de “lejos de nosotros la funesta manía de pensar” se suman muchos políticos, y no políticos, que quieren hacer carrera. Y lo curioso, como el caso de Gloria Rojas demuestra, es que los que se alejan de tan funesta manía hacen carrera política. Incluso cabe la posibilidad de que no todos sean tan inútiles como aparentan y que se libran de la muerte -física, como el emperador Claudio- o política -como tantos políticos tipo Gloria Rojas- encubriendo su valía hasta que llegue su momento de poder. Es una esperanza, quizás.
Esperanzas políticas en Melilla van quedando pocas. Para mayor oprobio, de nuevo nos encontramos con el lamentable espectáculo de que se paguen la pleitesía y las rendiciones (vulgo pelotismo) con fondos públicos, que se incurra en el delito de pagar, con el dinero de los demás, a fieles políticos partidistas y a medios de comunicación digamos que adictos al poder, sea el que sea tal poder.
Nos llegan datos, de procedencia oficial, en los que figura que en el período comprendido entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de agosto del mismo año, MELILLA HOY, el periódico de Melilla, el que más ejemplares vende, el mejor impreso, el líder en internet -sin tener que incurrir en “comprar” visitas-, el más antiguo, el más leído, el de mayor influencia -como prácticamente todos los melillenses, menos algunos políticos, saben- ha recibido 86.000 euros menos en concepto de publicidad que el periódico que, desde Ceuta, trajeron aquí unos políticos que pretendían que MELILLA HOY desapareciera y dejara de opinar sobre lo que esos políticos hacían. Además, están sin pagar facturas nuestras por 46.982 euros, desde el año 2018 hasta septiembre de 2020, a pesar de afirmar desde el Gobierno que están al día en los pagos a los proveedores. Es una situación que nos ha ocurrido ya varias veces a lo largo de los más de 33 años de vida de nuestro periódico, algo que hemos reclamado, y ganado, en todos los casos y que tampoco ahora vamos a permitir que se produzca. Hacemos, pues, un llamamiento para que se corrija urgentemente esta situación de prevaricación y advertimos que, de no corregirse, emprenderemos acciones legales contra las personas responsables de tal prevaricación.
Posdata
Astuta la respuesta de Juanjo Imbroda: Si De Castro se negara a salir del despacho por las buenas”, PSOE y CpM acudirían a “los 2.665 votantes de Vox” en las pasadas elecciones, “ya que cuentan con el apoyo del (tránsfuga) Jesús Delgado Aboy. El PSOE gobernando con los votos de “la ultraderecha”, según definición del jefe del PSOE. No hay nada imposible, pero, si lo hubiera, ese sería el caso de De Castro saliendo “por las buenas” de su despacho, de su salario y de su posición de “máxima autoridad de Melilla”, como él se autodefine. Y lo delirante sería un Gobierno CpM-PSOE apoyado en un tránsfuga de la “ultraderecha xenófoba”, vía una moción de censura en la que el tránsfuga puede votar al que más le ofrezca.
