El Puerto de Melilla vuelve a ser noticia por un hecho negativo, el cuarto en diez días: dos bateas incendiadas y dos avalanchas de aspirantes de polizones, una de ellas -la de la noche del jueves- la mayor de la historia.
El último suceso ocurrió ayer sábado por la tarde cuando una inmensa columna de humo negro se veía desde varios puntos de la ciudad. Provenía de una batea que ardía en el muelle, junto al conocido como faro viejo de Melilla.
El componente que aguardaba para ser trasladado a la península en barco estaba repleto de frigoríficos usados que tenían como destino su reciclaje. Unos frigoríficos que carecían de material inflamable, lo que lleva a sospechar a expertos a pensar en un incendio provocado.
El pasado 22 de septiembre ocurrió algo similar y también con muchas papeletas para ser considerado intencionado. Se produjo horas después de una intervención policial que rechazó a 40 aspirantes a polizones, ya de madrugada, cuando los Bomberos tuvieron que emplearse a fondo durante cinco horas, desde cerca de las tres de la madrugada hasta las ocho de la mañana, para contener las llamas en una batea incendiada presuntamente por ocho menores no acompañados, que fueron identificados. En aquella ocasión, se trataban de fardos. Con los frigoríficos de ayer, se tardó menos en controlar las llamas, concretamente una hora.
Todo ello dos días después de la mayor avalancha de aspirantes a polizones.
Se desconoce oficialmente la relación entre los cuatro sucesos, pero fuentes policiales no descartan que estas actuaciones formen parte de las estrategias de las personas que rondan por el puerto, aguardando una oportunidad de colarse en el barco.
