Esperemos que la cosa vaya a mejor y que el aviso del titular de Salud Pública no se materialice porque, de lo contario, Melilla va camino de ser la región con las medidas más restrictivas de España El consejero de Salud Pública, Mohamed Mohand, compareció ayer antes los medios de comunicación en lo que algunos no han dudado en calificar como “rueda de prensa trampa”: decir lo mal que estamos y anunciar que, si no bajamos los casos de Covid, los ciudadanos seremos entonces los culpables de ir a un confinamiento total, con cierre de puerto y aeropuerto incluido.
Una medida drástica que divide a la sociedad melillense, entre los partidarios de endurecer las normas para intentar frenar los contagios y quienes están en contra, al opinar que con acciones de ese calado se daría un golpe cuasi mortal a la economía de Melilla.
Un encierro, que recordaría a los que tuvieron lugar a principios de la pandemia, que se sumaría a otras restricciones que ya se adoptaron la pasada semana para los próximos 15 días, como el cierre total de la hostelería, la suspensión de eventos sociales y culturales, la prohibición de bodas, bautizos y comuniones o la reducción de diez a seis la cifra máxima de personas que pueden reunirse, excepto si son convivientes o se producen en ámbitos como el educativo, laboral o deportivo de categoría nacional. Mohand ha hecho esta advertencia después de que en las últimas 72 horas se hayan sumado 210 nuevos casos de covid, lo que hace un total de 890 contagiados, y se hayan ocupado más del 50 por ciento de camas Covid de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Comarcal.
Esperemos que la cosa vaya a mejor y que el aviso del titular de Salud Pública no se materialice porque, de lo contario, Melilla va camino de ser la región con las medidas más restrictivas de España, algo que es difícil de digerir para muchos, que ya piden responsabilidades antes la situación a la que parece que nos aboca un gobierno cada vez más dividido, como ayer quiso constatar la Confederación de Empresarios de Melilla (CEME), que ponía el acento en “la descoordinación” entre el presidente de la Ciudad y el consejero de Salud.
