Hoy no podría tener vigencia este eslogan de los años sesenta, usado por Fraga para sembrar la idea-sobre todo en los turistas extranjeros-, de que España no era mejor ni peor que el resto de Europa. Hoy, por la deficiente gestión de sus gobernantes-nacionales y autonómicos-el eslogan sería Spain is worst , o sea, ¡es peor!
Cuando la Europa que debería de guiar a España en su proceder, la de los países que la lideran y entre los que por historia y potencial merecería estar España, y tiende a centralizar la gestión de la crisis, el gobierno de Pedro Sánchez deja barra libre en dicha gestión a las C.C.A.A.; incluso la presidenta de la Comisión de la U.E., U. Von der Leyden, citó a una reunión de presidentes para alcanzar un acuerdo de normas comunes, para homogeneizar el escenario europeo, necesario si es que estamos convencidos-yo lo estoy-de que Europa debe de ir a la comunión en la misión, visión y valores de los países que la forman, en aplicación del Tratado de Maastrich de 1993(C.E.), antecesor del vigente Tratado de Lisboa de 2009(U.E.).
En ese contexto se han de ver las intervenciones-entre otras-de Merckel, Macron o Conte, e incluso el “brexista” B. Jhonson- verdaderos líderes de sus países y que ejercieron de tales esta semana, para informar de la alarmante situación en sus respectivos países de la epidemia ( ¡mejor que la de España!), y anunciar las más duras medidas a adoptar para evitar que lleguen a ser críticas. Y fijando su estrategia mediante un plazo ( un mes), un plan (confinamiento duro) y un objetivo (salvar la Navidad).
Por contra el presidente Sánchez-a la vez que se asegura 6 meses de pax en el Congreso-, declara un estado de alarma asimétrico, a discreción de las C.C.A.A., en un intento poco disimulable de desenfilarse de las críticas de la opinión pública, ya muy unánime en señalar a su gobierno, como el mayor responsable de la desastrosa gestión de la epidemia en España. Por lo tanto el verdadero eslogan ahora debería de ser ¡el gobierno de España el peor!
En Melilla la situación es absolutamente aún peor-y relativamente mucho peor-, porque la situación epidemiólogica ya ha afectado a la asistencial, que puede llegar más pronto que tarde al colapso (si no se ha entrado ya con casi el 70% de las plazas U.C.I. ocupadas); y según el presidente De Castro, el culpable es el ministro Illa-y por ende el presidente Sánchez-, así se puede concluir sobre la declaración, mejor la no declaración, del estado de alarma que solicitó Melilla en septiembre al ministro Illa y que éste descartó. Pero los antecedentes obligan a desconfiar de ello, o sea, no creer que los acontecimientos se desarrollaran así, y además una cuestión: De Castro hizo, si la hizo, una floja defensa de tal necesidad; ahora Melilla podría estar mucho mejor si se hubiera aprobado ese marco legal, porque entonces las medidas no hubieron sido tan drásticas y generalizadas-posiblemente sí más efectivas-como a las que la situación actual obliga, y es urgente, porque Melilla está hoy más cerca del desastre que ayer, pero menos que mañana.
Ya no hay espacio ni tiempo para pruebas y se impone la necesidad del confinamiento domiciliario, y rogar para que en el plazo de 2-4 semanas se pueda emprender una desescalada progresiva monitorizada. Perdidos 15 días sin lograr controlar-y mucho menos doblegar-los datos (realmente no son menos de 45 días desde que se debían de haber adoptado medidas más efectivas), más vale darlos por perdidos y tomar la medida urgentemente, para no perder un mes más, mínimo plazo que va a ser necesario, para evitar que la crítica situación asistencial llegue a ser dramática, si no se ha llegado ya a ese punto.
N.A.- Ideas básicas en el manual del gestor público-léase político-, el ejercicio del liderazgo y la absoluta transparencia son imprescindibles, para lograr la confianza y la corresponsabilidad de la ciudadanía; el gobierno de Melilla no las ha logrado por sus errores, pero la ciudadanía no queda exenta de responsabilidad en lo ocurrido, y como ya el tiempo de avisos ha pasado, es imprescindible para un control riguroso de este confinamiento la participación de las FFFCCSE y del Ejército.
