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MUCHO MÁS QUE SOLO BICI

A sangre fría

Comisión de Seguridad Vial 2020, donde ninguna entidad social fue escuchada

Este incisivo título que utilizo hoy, en esta nueva oportunidad que se me presenta, no hace referencia a la novela de la que toma el nombre, sino que sacudió mis sentidos de forma sorprendente este pasado jueves, al enterarme por medio de una compañera de medios de comunicación (algo que le agradezco desde aquí), al compartir unas imágenes en referencia a la reunión que mantuvo la Delegación del Gobierno de Melilla con motivo de la reunión anual de la Comisión de Seguridad Vial 2020. Comisión que, por otra parte, tiene como “única obligación” un objetivo muy claro: desarrollar los planes y acciones necesarias para reducir las cifras de siniestralidad vial, esas cifras tan elevadas que durante décadas llevamos sufriendo en nuestra querida ciudad y de la que son, al menos institucionalmente, los únicos responsables.
El motivo de mi sorpresa no fue que Delegación, tardara más de 22 meses en reunir dicha comisión (última realizada en enero de 2019), aun a pesar de las múltiples solicitudes de Melilla Con Bici o Guelaya en estos casi 2 años de espera, y que se nos negara la participación en dicha comisión, que hoy denuncio en este artículo. El motivo es que se nos obviara miserablemente.
Debemos señalar, además, que, tras nuestra humilde aportación en materia de seguridad vial, en esa propuesta fútil (con esa perspectiva que nos da el tiempo), donde presentamos más de 20 acciones de protección peatonal, ciclista y demás grupos vulnerables, a través de su “asesor” y del que, aún a día de hoy, no sabemos nada. “Tal fue el interés que despertó el trabajo realizado por mi entidad en esta materia”.

Menos siniestralidad
Reducir las cifras de siniestralidad vial, en este momento que nos ha tocado vivir, se presenta de un sentido común asfixiante. Me explicaré.
Llevamos años, desde las entidades, hablando de protección de los grupos vulnerables, inseguridad vial, violencia vial, resiliencia, contaminación, espacio público, ley de accesibilidad, agenda 2030, espacios verdes y otros muchos más factores eminentemente sociales donde la salud pública o el gasto público, en materia de sanidad, merece, en mi humilde opinión, un episodio aparte. No en vano, las últimas cifras publicadas el 29 de octubre nos muestran un panorama muy preocupante, con más de un 64% de camas UCI ocupadas en nuestra ciudad y donde apenas un desequilibrio, provocado en un siniestro vial (algo no difícil de ocurrir, a tenor de lo que observamos a diario en nuestras carreteras), estresarán aún más nuestros servicios médicos, esos cada vez más finitos. Ello debería exigirnos redoblar todos nuestros esfuerzos, para que podamos evitar lo que se presenta como inevitable (la saturación de los servicios médicos).
Melilla Con Bici fue portavoz de la extinta Mesa por la Movilidad Sostenible. Ese grupo de trabajo fue nutrido de algunas entidades sociales y también por el actual equipo de gobierno en su totalidad, recordemos CPM, Ciudadanos y PSOE, los cuales firmaron toda una epifanía (observado esto con la perspectiva que nos da el tiempo), de obligaciones de protección social y de salud pública, llamado Decálogo por la Movilidad Sostenible (puro cuento a efectos prácticos que dirían algunos). Diez propuestas donde la velocidad (#Ciudad30), la accesibilidad (Cumplimiento de la Ley de Accesibilidad), un proceso sancionador riguroso (#LasMultasEducan) y otras 7 eran columna vertebral de un cambio de paradigma tanto urbano como vial. Podría afirmar que fue un momento muy importante para mi entidad, aunque ofendería a la verdad si observamos los logros conseguidos.
Es necesario tener en cuenta cuando una entidad, por “insignificante” que esta sea, propone planes de acción en los devenires de una ciudad. Cuando un grupo de ciudadanos se entrega de manera apasionada con el único objetivo de mejorar su entorno y la calidad de vida de quienes les rodean, sean conocidos o no. Cuando en esas propuestas no pretende, ni observa, ni filtra las capacidades de los responsables, sino que señala valientemente los agravios que señoras de edad han compartido con este humilde servidor, en esas “charletas vecinales”, donde una “abuela” me espetó que no podía salir a pasear en silla de ruedas porque las aceras donde ella residía eran impracticables. O cómo otra vecina del mismo barrio me contaba que en un paso de peatones muy próximo a su vivienda, por donde cruzaba a diario, le esperaba amenazante desde hacía años un socavón, el mismo que hizo presa en ella, dos años atrás y que por suerte, no logró postrarla en una cama, aún a pesar de seguir esperándola allí, día tras día, de forma casi “institucional”.
Esta bendita señora les comentó tal agravio a los señores que se dedican a pintarlos (el día que “repasaron” esa trampa para peatones) y fue despachada con esa paradigmática frase que caló hace años en nuestra ciudad y que nos lastra como sociedad: “Señora, lo siento, pero ese no es nuestro trabajo”. Tampoco es el mío denunciar los atropellos que sufren nuestras abuelas y, sin embargo, aquí estoy un día más.
Volviendo a lo que nos ocupa: se nos ofreció generosamente por parte de la Viceconsejería de Medio Ambiente participar en un grupo de trabajo, pretendiendo colaborar con la comisión antes nombrada, lo cual no dejó de sorprendernos, al pretender una consejería “aparentemente” ajena a esa responsabilidad, ser el conductor de cara a las entidades sociales en una reducción de las cifras siniestralidad vial. Pretender dirigir un grupo de estas características, sin participación de los agentes principales y de máximo nivel, tanto de Guardia Civil, Policía Nacional, Dirección Provincial de Tráfico, Consejería de Seguridad Ciudadana y Delegación del Gobierno que, vuelvo a señalar, son los responsables de solucionar esta problemática, nos resultó muy sorprendente.
Si el Gobierno local está diseñado para hacer frente a los distintos retos que nos amenazan, creo que es fácil entender que, como dice el refrán, “zapatero a tus zapatos”. Muy buenos sueldos exigen responsabilidades en consonancia y la siniestralidad vial es un tema realmente serio y que hacen que me pregunte: ¿quién es el o la responsable de la extinta Consejería de Seguridad Ciudadana? ¿Quién asume su éxitos y fracasos? ¿Quién cobra ese buen sueldo antes nombrado?
Los datos de UNESPA que se publicarán en el próximo año retratarán o no lo que tengo el gusto de exponerles hoy, pondrán a mi persona y a los responsables de dicha comisión en el lugar que nos merecemos aunque, si bien es cierto, debemos ser conscientes que en todo este año, debido al confinamiento y a ningún otro motivo (discúlpenme en mi apreciación personal), y con motivo de la reducción en los usos y desplazamientos debido a los estados de alarma, tal pueda ser que esas cifras se reduzcan por acción indirecta del COVID-19. Sin duda, cabe esa posibilidad.

Tres factores
El plan de dicha comisión debe lograr reducir los tres factores que más inciden en un siniestro vial (no accidente de tráfico), y que engloban al 80% de estos, a saber: despistes, velocidad excesiva, no respetar la distancia de seguridad.
En los últimos años, el primer factor que les señalo se ha multiplicado por dos según la DGT. Es decir, que debido al uso del móvil, este incrementó las cifras en su incidencia, sobre el 40%. En nuestra ciudad esto es especialmente recurrente, pues es fácil observar estas conductas. En una hora, de los 850 vehículos que conté en una calle residencial, 41 hacían un uso temerario de él, cifra que se multiplicó por dos en apenas un año, antes fueron 20 los desaprensivos conductores (camiones, coches, motos, patines… observé de todo).
El segundo factor lleva ya siendo “conocido” por los principales organismos, sin que estos hagan más que lo mínimo exigible. Durante muchos años, el propio PMUS plasma este hecho de forma incuestionable y en calles como Álvaro de Bazán, los miles de vehículos que circulan por ella superan los límites de velocidad sin ningún pudor, pero creo que no es necesario dar este dato, pues toda la ciudad es un constante circuito de carreras.
Observar la distancia de seguridad es el último factor. Respetarlo, una absoluta quimera.
Otras variables que inciden directamente en agravar estas cifras son el número de vehículos que se desplazan a diario. El mal diseño urbano (con carreteras rectas de 5 a 6 metros de ancho), la prioridad del coche en cualquier desplazamiento, la falta de visibilidad en muchísimos pasos peatonales o la calidad denunciada anteriormente de los mismos, donde la iluminación más básica nunca fue observada o donde la continuidad peatonal, a veces, ni existe.
Propusimos a la Delegación del Gobierno y al propio superintendente de la Policía Local, así como a la Viceconsejería de Medio Ambiente que se creara un grupo de trabajo especializado en determinar cuáles son las variables que provocan los distintos siniestros viales y qué hacer para eliminarlas, dependiente de la Policía Local, algo de uso en otras ciudades y que, en la nuestra, parece que no veremos nunca.
Compartimos toda la información del trabajo policial de Pontevedra (referente mundial), y se nos criticó que propusiéramos ese tipo de ejemplos. Quien lo entienda, que tire la primera piedra.
Hay que entender que un siniestro vial no ocurre de forma fortuita, sino que es una consecución de errores, abusos o ambos que, repetidos en el tiempo no dejan otra posibilidad, que “aparezca” el siniestro vial. No debería sorprendernos cuando este ocurre. Lo que debería de sorprendernos es, porque tardó tanto en “aparecer”.
Existe un Mapa de Puntos Negros (Consejería de Seguridad Ciudadana) en nuestra ciudad. Que usted lo desconozca a día de hoy y qué hacer para evitarlos es solo un ejemplo de cuanto queda por hacer.

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