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Más allá de la pandemia

Ahora mismo tenemos una importante incertidumbre en lo relativo a los transportes. En el marítimo, sin contrato marítimo que nos ampare, estamos al albur del libre mercado, ahora mucho más mermado por los efectos de la pandemia, y bastante más desde que entró en vigor el confinamiento perimetral El problema que tenemos encima con la pandemia del coronavirus es tan grande, que parece que abarca toda la actividad en esta ciudad. Y aunque es verdad que de esta enfermedad que ataca nuestra salud y la economía depende ahora mismo nuevo nuestro día a día, también es necesario mirar más allá y dar pasos que permitan que empecemos a dar pequeños pasos en la búsqueda de nuestro desarrollo cuando nos empecemos a recuperar del mazazo que ha supuesto el covid. Uno de ellos, fundamental para un territorio extrapeninsular como el nuestro, son los transportes. En Melilla sabemos que de ellos depende todo. Nuestro desarrollo económico y social pasa por tener unas conexiones marítimas y aéreas que vayan como la seda y estas, a su vez, son un signo de nuestra salud económica. Si en Melilla la maquinaria empresarial está bien engrasada y funciona de manera dinámica, la actividad en el puerto y el aeropuerto también es más fluida. Pero esa dependencia también es a la inversa porque sin unos buenos transportes, nuestro desarrollo se ve más lastrado.
Ahora mismo tenemos una importante incertidumbre en lo relativo a los transportes. En el marítimo, sin contrato marítimo que nos ampare, estamos al albur del libre mercado, ahora mucho más mermado por los efectos de la pandemia, y bastante más desde que entró en vigor el confinamiento perimetral. Ahora, a diferencia de lo que sucedió en marzo, cuando puerto y aeropuerto cerraron al transporte de pasajeros, ahora este se mantiene, pero con importantes restricciones para que quienes viajen, lo hagan por razones muy justificadas. En la práctica, es lo mismo que sucedió en marzo, pero con la diferencia de que antes no salían ni llegaban los vuelos regulares y los barcos estaban limitados a la mercancía, y ahora estos sí pueden hacerlo, pero sin apenas mercado al que poder dar servicio.
En el sector están cada vez más convencidos de que, tarde o temprano, esto aminorará el número de frecuencias en aviones y barcos, dado que Melilla sigue sin contrato marítimo y sus principales conexiones aéreas tampoco tienen una Obligación de Servicio Público como sí cuentan las líneas de Granada, Almería y Sevilla. Esa previsible reducción de enlaces por aire y mar nos alejaría un poquito más, si cabe, del resto del territorio nacional, una razón de peso para trabajar ya en garantizar nuestros transportes tradicionales.
Pero también urge buscar alternativas en esa mirada más allá de la pandemia que sugeríamos unas líneas más arriba. La Autoridad Portuaria tiene una, y es la posibilidad de poner en funcionamiento una línea con el puerto de Ghazaouet, que permita recuperar una clientela que teníamos en la década de los 80 y que ahora, con la frontera cerrada y el vecino Marruecos apretando las tuercas, se presenta como una oportunidad para nuestra economía. Su puesta en marcha necesita, para tener éxito, agilidad documental para los pasajeros, algo que depende del Ministerio de Asuntos Exteriores. Por eso, desde el puerto han recurrido al presidente de la Ciudad Autónoma para que haga uso de su autoridad y representación y llame a todas las puertas de Madrid que sean posibles. ¿Lo habrá hecho ya, o estará pensando en otras cosas? ¿Y la Delegación del Gobierno? ¿Estará intentando allanar el terreno para conseguir lo que esa línea pide, y que es una esperanza para los empresarios melillenses? Urge actuar en este sentido y no dejarlo para cuando acabe una pandemia que amenaza con devorarnos a todos.

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