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Carta del Editor

Las dos Españas, las dos Melillas

España: el país europeo con peores expectativas económicas de presente y de futuro, como diría Keynes. Las cifras lo demuestran y cuantifican: Empleados públicos en las cuatro administraciones públicas de España: 3,2 millones, una barbaridad. Número total de autónomos en España: 3,2 millones, lo mismo que empleados públicos, un absurdo. Empleados en España: 18 millones. Parados: 3,8 millones. En ERTE: 0,6 millones (600.000 personas). Empleados en el sector privado: 13.562.000.
De acuerdo con la última EPA, las personas dependientes del Estado (empleados públicos, jubilados y desempleados) suman 14,091 millones. Hay más de 500.000 personas mantenidas (13,6 millones, en total) que personas que trabajan para mantenerlas (14,1 millones). Hay en España tantos empleados públicos como autónomos (3,2 millones). El panorama laboral español, con un intervencionismo público brutal, con 3.826.043 parados en octubre 2020, es desolador, impropio de un país desarrollado occidental, la cuarta economía de la Unión Europea.

Desplome del PIB del 12,4%, récord de desmoronamiento europeo. Récord de parados. Previsiones catastróficas. Deuda pública superior al 124% del PIB, que endeuda ya a nuestros biznietos. Más mantenidos que mantenedores, para alegría de este gobierno comunista que está consiguiendo lo que todo líder comunista persigue: que todo vaya mal, porque para ellos cuanto peor para los demás -que somos todos- mejor para ellos, que son pocos pero que ya mandan mucho y viven muy bien, como jamás habían vivido, de manera que pretenden eternizarse en sus puestos y que la esclavitud -esa imposición de trabaja tu para que me beneficie yo- aumente, que cada vez haya más esclavos atados a las cadenas del presupuesto público que ellos, esos pocos socialcomunistas, manejan a su antojo, sin verdadero control parlamentario.

Y de fondo, intento de evitar, ya sin disimulo, las censuras al gobierno o el propósito -también muy comunista- de que el ejecutivo -ellos- controle a los medios de comunicación, de terminar con la libertad de expresión y de prensa, exactamente lo contrario de lo que es la esencia de cualquier democracia. El mentiroso mayor del Reino, el presidente del Gobierno socialista/comunista/ separatista, pretende ahora controlar las fake news, las noticias falsas. Es como si el lobo se colocara cuidando de los corderos, eso, corderos, que es exactamente en lo que nos quieren convertir. Es la reimplantación del “Ministerio de la Verdad”, de Gorge Orwell en su novela ”1984”, que en realidad era el Ministerio de la mentira.

Es también y como dice el proverbio, la demostración de que el hombre es el único animal que tropieza dos o más veces con la misma piedra. Se puede añadir que hay hombres con la discapacidad de tropezar no dos veces sino casi infinitas veces con la misma piedra. Eduardo de Castro es, por citar solo un ejemplo, uno de esos hombres y la piedra, en este caso, vuelve a ser el gafe más inmenso que Melilla ha padecido a lo largo de su historia, Julio Liarte. Ahora este fracaso hecho político reaparece, en el Palacio de la Asamblea, como miembro del “grupo de trabajo del Plan Estratégico de la Ciudad para el período 2020-2029”. Otro Plan más en el que interviene el gran gafe. Otro Plan que, como los anteriores en los que intervino, fracasará, tras dilapidar, otra vez, dinero público y tras perder, otra vez, tiempo. Un tiempo que es preciso para tomar decisiones empresariales, no para hacer más estudios infructuosos en los que intervenga la inevitable maldición del desagradable y tantas veces fracasado gafe.

Nos desesperamos, también, los melillenses porque vemos que nuestra desesperada situación no se puede cambiar, empezando por la cúspide, que no es el lamentable Gobierno que padecemos sino nuestro propio Estatuto de Ciudad, que no es un estatuto de autonomía, ni lo propio de un ayuntamiento. Realmente estamos en la nada, en el limbo, un lugar desconectado de la realidad que nos rodea, un lugar al borde del infierno. Melilla necesita un verdadero Estatuto de Autonomía, muy probablemente junto con Ceuta, como me indicó Ignacio Velázquez en una reciente visita. Y necesita incardinarse con Europa, empezando por entrar en la unión aduanera, manteniendo nuestras ventajas fiscales. Y respetando de verdad a empresarios y autónomos independientes. Menos planes estratégicos viciados de origen y más hechos. Menos miedos y más riesgos y cambios. Melilla podría tener un gran nivel de vida, pero va quedando poco tiempo para lograrlo y el camino mortecino por el que transitamos nos aleja de ese objetivo.

Posdata
Continúan las denuncias judiciales de Trump para intentar evitar su derrota ante Biden, derrota ocasionada por el extraordinario número de votantes por correo y los presuntos fraudes y resultados electorales extraños en varios Estados. La fractura en dos norteamericas, la central y la costera, es una evidencia. Algo parecido a lo que ocurre entre las “dos Españas” y entre las dos Melillas, nuestra ciudad, en la que el recuerdo de los fraudes en el voto por correo está muy presente.

Por cierto, extraordinario artículo en la última página de nuestro periódico de ayer de Francisco Bohórquez, “Los Gobiernos han sido responsables de las mayores atrocidades en la historia de la humanidad”. Recomiendo su lectura, para entender mejor lo que nos está pasando.

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