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Carta del Editor

El caballo de Troya socialcomunista

Los troyanos, según la leyenda y Homero, admitieron e introdujeron en su ciudad el caballo de madera de los aqueos, el famoso Caballo de Troya, con unos guerreros aqueos escondidos en el interior del caballo que, por la noche, abrieron las puertas de la ciudad a sus asaltantes. Perecieron todos los troyanos.

Pedro Sánchez ha hecho lo mismo con los comunistas, los antiespañoles y los proetarras: los ha introducido en la gobernabilidad de España. Perecerán España y él, políticamente, si se repite la experiencia troyana y se impone la lógica racional. Que Sánchez perezca políticamente sería una bendición para España, lo mismo que sería para Melilla si Gloria Rojas y los radicales del PSOE local desaparecieran de la escena política.

Que España se rompa sería una catástrofe para la mayoría de los españoles y para la historia. Que Melilla siga con esta situación política es una agonía de muerte para los melillenses. Lo oscuro, en el sentido de “terrible” que le dio Dante Alighieri a la palabra oscuro, es que nos vamos acercando peligrosa y rápidamente a lo que el Dante escribió en el Canto III de la Divina Comedia a la entrada del Infierno: “Perder toda esperanza al traspasarme”. Estamos a un paso de traspasar tan fatídica entrada.

En el año 2005, hace ya 15 años, tuve una reunión, en mi despacho de Madrid, con el que entonces era candidato a la alcaldía de la capital de España, el socialista Antonio Miguel Carmona. Me causó una extraordinaria impresión de político bien preparado, persona sensible y al mismo tiempo decidida, socialista moderno y con clara visión del entonces presente y el futuro de Madrid y España. Ahora me extrañaba su silencio sobre lo que está pasando en el PSOE, pero ya no me extraña. “El PSOE se equivoca y comete uno de los errores más grandes que haya visto en mucho tiempo”, ha declarado Antonio Miguel Carmona, comentando la enmienda al castellano de la funesta ley de la aún más funesta ministra Celaá. Carmona ha impulsado y hecho público un manifiesto que ya cuenta con 130.000 firmas, y vaticina que “más temprano o más tarde el PSOE -su partido- volverá al juicio común que le caracteriza”. Ojalá acierte en su vaticinio, un vaticinio que será imposible de cumplir si Pedro Sánchez sigue de amo del PSOE, como lo será en nuestra ciudad si Gloria Rojas sigue siendo la pasiva líder socialista en Melilla, un partido cada vez más dominado por sus nefastos radicales.

La democracia, como bien decía Churchill, no es un sistema político perfecto. Es, ni más, ni menos, el menos malo de todos los sistemas políticos conocidos y probados. Pero también es cierto que hay democracias mejores y peores. Por ejemplo, las democracias en las que existen listas abiertas en los partidos políticos son mejores que aquellas en las que no existen tales listas abiertas, en las que las jefaturas -o la jefatura, en singular- deciden los candidatos y advierten que el que se mueva no sale en la foto.

La democracia, en ese tipo de democracia dedocrática -manda el dedo del jefe- es, en realidad, inexistente. Y ese es el caso de España, nuestro país, en el que, por ejemplo, Congreso y Senado podrían tener un solo representante de cada partido, con el proporcional peso de cada voto en función del resultado electoral. La disciplina de voto no permite que de la teoría-el voto es de cada diputado o senador- se pase a la práctica. Todos ellos, desatentos sobre lo que se habla o presenta, votan lo que les ordena y señala el que levanta el brazo de cada partido. Un espectáculo lamentable… y antidemocrático, que, además, cuesta muchísimo a los españoles -unos pocos senadores y diputados serían suficientes- y grava a las ya muy maltrechas arcas públicas.
“Con un déficit estructural (esa palabra, estructural, es clave) como el que nos dejarían estos Presupuestos Generales del Estado (PGE), que rondará los 75.000 millones de euros, nos jugamos mucho”, titulaba Francisco Bohórquez en su columna “Libertad Económica” del martes, que terminaba advirtiendo algo que es más que muy probable que suceda: “Estos PGE nos van a dejar vendidos ante cualquier situación adversa, que seguro que se presentará en el futuro”. Menos gasto público estructural, una decisión política, es imprescindible para evitar la quiebra del país.

No me gusta hablar demasiado del Covid 19. Ya hay demasiada información -sospechosa demasía políticamente alentada- sobre ese virus, pero, por su sencillez, me ha parecido muy interesante lo que escribió Nezar S. Fernández el martes, sobre la quercetina, el zinc y la aspirina. Se basa en experiencias de distintas universidades y hace una recomendación final muy sensata: tomarse la temperatura a diario y si un día se tienen tres décimas más de lo normal y al día siguiente no remiten, empezar a tomar medidas. De Nezar me fío mucho más que del televisivamente omnipresente y continuamente fallido “experto” Simón, quien, como sus jefes políticos, no tiene intención alguna de dejar su llamativo -y supongo que lucrativo- puesto, al que ha llegado a base del dedazo y de obedecer órdenes, como han llegado los que le han colocado allí.

En el ámbito deportivo, una gran y alegre sorpresa el martes por la noche: la selección española de fútbol jugó muy bien y goleó nada menos que a la selección alemana, esa que protagonizó el dicho de que el fútbol es un deporte en el que participan 22 jugadores y siempre gana Alemania. Pues el martes, un set a cero para España y una enorme alegría para muchos españoles, tan martirizados por la situación general de nuestro país.

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