Vamos a hablar de retretes, también de colectores, arquetas, placas turcas, sifones, cloacas, atarjeas, gárgolas y atanores; en definitiva, vamos a hablar de saneamiento. Si por hablar de retretes este artículo le parece una broma, es porque usted se encuentra dentro del grupo privilegiado de población que cuenta con un sistema de saneamiento seguro. La evacuación de aguas residuales es un asunto primordial en el urbanismo y la salubridad de las ciudades y, en este sentido, los arquitectos y arquitectas tenemos mucho que aportar.
A lo largo de la historia las aguas sucias han sido gestionadas de distintas formas. Fue el Imperio Mesopotámico el que introdujo la tecnología del saneamiento, y, a él, le siguieron el Imperio Griego y el Romano. Los romanos contaban con baños públicos y con un sistema de alcantarillado estructuralmente similar a los drenajes actuales e inventaron la “máxima cloaca”, monumental túnel que conducía las aguas bajo tierra hacia el río más cercano, siendo este enorme colector considerado como una de las grandes obras de la arquitectura y la ingeniería hidráulica. El agua de lluvia se filtraba a este colector subterráneo a través de grandes desagües de piedra. Alguna de estas piezas se conservan en la actualidad, así que, si visita la Boca de la Verdad en Roma, debe estar informado de que es posible que se trate de una tapa de alcantarilla y, aunque sea tradición, nadie quiere meter la mano en una alcantarilla ¿no cree?
Con el fin del Imperio Romano llegó el fin de la gestión de aguas sucias y comenzó un periodo marcado por la famosa expresión ¡Agua va!
La llegada del Siglo XX supuso una gran evolución en los sistemas de saneamiento pero ¿qué pensaría usted si le afirmo que, el “Agua va”, sigue vigente en la actualmente?
En la actualidad, aproximadamente 4.200 millones de personas no cuentan con un sistema de saneamiento seguro y, este hecho provoca grandes consecuencias que afectan a la salubridad, al bienestar de las personas, a su dignidad y a la sostenibilidad medioambiental.
En la Agenda 2030, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, se establecen distintos objetivos de Desarrollo sostenible, siendo el acceso a todas las personas al saneamiento uno de ellos. ¿Se conseguirá este objetivo en 2030?
Ciudad, arquitectura, medio ambiente y gestión de aguas residuales y pluviales están ampliamente relacionados. Los arquitectos y arquitectas tenemos mucho que aportar a estos temas, nuestros diseños de edificaciones y ciudades pueden ayudar considerablemente a solucionar parte de esta problemática de gestión de aguas residuales y pluviales y, con nuestros proyectos, podemos concienciar a la ciudadanía. El tema de la educación es relevante, podemos proyectar arquitectura sostenible pero, para llegar a los objetivos propuestos, necesitamos el interés y la participación de la ciudadanía.
La normativa actual es clara. El Código Técnico de la Edificación marca la necesidad de crear una red separativa de aguas sucias y aguas pluviales, lo que nos abre el camino a la reutilización del agua procedente de lluvia. Desde nuestra posición, debemos diseñar de forma sostenible, creando una necesidad a la población.
La tecnología también es fundamental; debemos aplicarla en nuestras intervenciones y en diseños de infraestructuras de tratamiento y gestión de aguas. Debe existir una apuesta por la innovación e investigación de nuevas tecnologías que nos facilite la aplicación a la gestión del saneamiento.
El 19 de noviembre, es el día mundial del saneamiento, un día de reflexión sobre la situación actual. Estamos inmersos en la crisis del Covid-19, pero deberíamos replantearnos, también, la existencia de una crisis del saneamiento, siendo el acceso al retrete un derecho humano. El objetivo es terminar con el “Agua va” y con las consecuencias sanitarias derivadas de esta famosa expresión.
