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Un vigilante del CETI termina inconsciente por una pedrada en la cabeza lanzada por un residente

Los vigilantes del CETI llevan un tiempo reivindicando que se les reconozca un plus de peligrosidad por su desempeño profesional

Un vigilante de seguridad del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) resultó herido el pasado jueves por la noche por el lanzamiento de piedras por parte de uno de los migrantes residentes, de nacionalidad tunecina, el cual había sido invitado a salir por su comportamiento agresivo hacia el resto de usuarios. Según han informado a MELILLA HOY fuentes cercanas al centro, el vigilante tuvo que ser evacuado en ambulancia tras quedar inconsciente en el suelo, mientras que el supuesto agresor fue detenido por la Guardia Civil. Los hechos sucedieron sobre las 23.45 horas del jueves, cuando este migrante empezó a alterar el normal funcionamiento del CETI e incluso se mostró muy agresivo con otros residentes, a los que agredió. Debido a su actitud, fue invitado a salir del centro, si bien reaccionó lanzando piedras. Una de ellas, de grandes dimensiones, impactó contra la cabeza uno de los vigilantes de seguridad, que estaba situado a apenas un metro de distancia.
El vigilante cayó desplomado y tuvo que ser trasladado en ambulancia hasta Urgencias, donde le pudieron cerrar la herida con ocho grapas de sutura. Aunque ya ha recibido el alta médica y ha podido regresar a casa, fuentes cercanas han informado de que la agresión le ha provocado importantes hematomas y tiene la cara bastante inflamada, además de fuertes dolores, especialmente en la mandíbula, que le imposibilitan comer.

El agresor, detenido
El supuesto autor de la agresión emprendió la huida, aunque pudo ser interceptado por dos de los vigilantes del CETI y lo retuvieron hasta la llegada de la Guardia Civil, que se lo llevó detenido. Los hechos ya han sido denunciados.
Desde el colectivo de vigilantes del centro migratorio, formado por alrededor de medio centenar de trabajadores, denuncian que esta agresión no es un hecho aislado, sino que ya llevan varias seguidas en los últimos meses. Una de ellas, el motín que se produjo el pasado 26 de agosto, en el que siete vigilantes fueron heridos, al igual que otros tantos efectivos de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Local, que actuaron para recuperar el orden público en el centro.
Por esta razón, los vigilantes del CETI llevan un tiempo reivindicando que se les reconozca un plus de peligrosidad por su desempeño profesional. Argumentan que su puesto de trabajo es distinto al de vigilantes destinados en otros lugares. El CETI, insisten, es “una bomba de relojería”, ya que está saturado, con entre 1.400 y 1.500 residentes, muchos de los cuales llevan incluso años bloqueados en Melilla.

El colectivo tunecino
Es el caso de la mayoría de los inmigrantes de nacionalidad tunecina que se encuentran acogidos en el CETI de Melilla. “Nos lo están haciendo pasar mal”, admiten desde el colectivo de vigilantes de seguridad, conscientes de que la desesperación de estas personas por su situación origina muchos de los problemas de orden que se dan en el centro migratorio, el último este jueves por la noche.
Por el momento, el Gobierno central, de quien depende el CETI, no ha tenido en cuenta esta reivindicación en la modificación del convenio colectivo, a pesar de la insistencia de UGT a nivel nacional para que se reconozca el plus de peligrosidad a este colectivo profesional, que únicamente percibe un plus genérico “que no llega ni a 20 euros” y es para todos los vigilantes cuando el CETI, insisten, es un puesto “distinto” a otros destinos.
De hecho, recuerdan que los vigilantes de seguridad son los únicos que se quedan en el CETI entre las 22.00 y las 8.00 horas, ya que en ese periodo no hay ningún representante de la administración en el centro. Eso les lleva a tener que resolver todos los problemas que se presentan, incluidos derivaciones médicas cuando alguno de los residentes enferma y no solo la solución de conflictos, algo que sucede de manera “constante” y por los que pocas veces deben llamar a la Guardia Civil al conseguir apaciguar los ánimos por sí mismos.

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Redacción

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