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Carta del Editor

¡Libertad, libertad, libertad!

Uno de los escándalos que no cesa: el de la televisión pública. “El sectarismo se instala en TVE”, fue el editorial de El Mundo el miércoles 18 de noviembre, que terminaba: “A los intentos del Gobierno por perseguir a los medios críticos se une esta degradación sectaria de TVE que no deja dudas de cómo entienden Sánchez e Iglesias un derecho fundamental como el del acceso a la información “. El escándalo de la televisión pública en Melilla se deriva, además, de la relación entre lo mucho que cuesta a los melillenses y la poca audiencia que consigue, sentidamente muy baja, realmente desconocida, en cuanto que ocultada.

INMUSA, o la televisión pública melillense, está dirigida también por sectarios socialistas, encabezados por una nueva figura antes inexistente, la del director general, el socialista Yeray Díaz (cobra más de 60.000 euros anuales, cuesta mucho más) que, según me aseguran, odia la libertad de expresión y todo lo privado. Hace tiempo que no se informa sobre la plantilla que tiene Radio Televisión Melilla, aunque se sabe que supera de largo el medio centenar de personas, además de tener contratadas empresas externas que realizan siete programas para el canal público, y sin contar con el coste del mantenimiento de los medios informáticos y televisivos, el del personal de limpieza y el de los medios de seguridad. El presupuesto de este año supera los 3,2 millones de euros, además de los 600.000 € invertidos en su nueva sede, que se une a los locales que tiene en el Cargadero de Mineral, la calle Miguel Zazo y su administración en la calle General Macías
La libertad de expresión y la libertad de crítica son “libertades amenazadas por todas partes, no solo en Oriente Medio y Rusia, sino también en el corazón del mundo occidental”. Lo escribió -en la contraportada del libro “La tiranía del silencio”, del periodista danés Flemming Rose- el premio Nobel y gran defensor de la libertad, Mario Vargas Llosa.
“Cuando acaba el diálogo, comienza la violencia. Si prohibimos el discurso ofensivo, la gente recurrirá a la acción. Nadie puede atribuirse el derecho a decirle al otro qué historias debe contar y de qué manera hacerlo”
¡Libertad, libertad, libertad!, reclamaba la mitad menos uno de los diputados españoles en el Congreso el jueves, tras el liberticidio de la llamada ley Celaá, “una canallada, un genocidio lingüístico, una respuesta de un gobierno estúpido y cortoplacista”, según Jon Juaristi, vasco, como la ministra Celaá.

Este gobierno social comunista es ya un conjunto de carceleros que, como buenos comunistas leninistas-estalinistas-castristas, tratan a los españoles, nos tratan, como presos, personas con libertad eliminada, limitada o sujeta a las órdenes y caprichos políticos de los dueños del cotarro. ¿Puede durar mucho este gobierno socialcomunista? Esperemos que no, pero ya veremos.

Cambiando de tema, vamos a lo de la entrada de Melilla, y Ceuta, en la Unión Aduanera Europea. Desde hace años llevo insistiendo en que para Melilla era absolutamente necesario ser parte de la unión aduanera europea. La excusa, utilizada por el PP cuando gobernaba en Melilla y también en el resto de España, era que la economía de Melilla iba bien con el llamado “comercio atípico”, tan atípico como que era un claro contrabando desde el punto de vista marroquí, algo que, por su propia naturaleza, no podía durar eternamente, y no ha durado. Ahora no tenemos ni comercio, con las fronteras cerradas, ni perspectiva económica alguna de futuro, más allá de entrar, como primer e imprescindible paso, en la unión aduanera europea.

No pienso entrar en la pugna de si el PP podría haber hecho algo para solucionar ese vacío económico durante sus diecinueve años de gobierno -que debería haberlo hecho, y no lo hizo- o si el PSOE, que tanto criticó la inactividad del PP durante esos largos años, debería haber hecho algo desde hace dos años, en los que gobierna aquí, en Melilla, y en el resto de España -que también debería haberlo hecho-. Lo importante es que, ahora que PSOE y PP están de acuerdo en hacerlo, lo hagan de una maldita vez, y que Melilla se pueda integrar, con Zona Económica Especial o sin ella, con nuestras ventajas fiscales históricas mantenida e incluso mejoradas, en nuestro ámbito natural, que es España y Europa, no Marruecos, que pretende nuestra desaparición.

Tan necesario es económicamente para Melilla, y Ceuta, entrar en la Unión Aduanera Europea, como afrontar que nuestro Estatuto de Ciudad Autónoma es, hoy, inútil y nos coloca en un limbo, en una tierra de nadie en la que nada se puede hacer. La única solución posible es un verdadero Estatuto de Autonomía de las dos ciudades, Ceuta y Melilla. Puede resultar extraño, pero si se analizan pros y contras, no hay otra solución mejor y posible. Además, tal y cómo estamos no podemos continuar, por mucho que el hábito, por malo que sea, sea tan difícil de cambiar.

Posdata
Los hosteleros melillenses han conseguido, parcialmente y mediante manifestaciones populares, su primer y elemental objetivo: la posibilidad de sobrevivir económicamente. No inmediatamente, no de manera clara, sin recibir todavía lo que desde la administración pública les habían prometido, manteniendo pancartas como la de “Basta ya de falsas promesas”, pero han conseguido algo, manifestándose, que no habrían logrado suplicando o negociando. Chakib Mohamed no ha logrado que desde la Administración le expliquen -y expliquen a todos los melillenses- las “razones científicas” por las que se decretó el cierre de la hostelería melillense, pero ha conseguido el apoyo de los ciudadanos y dignificar las manifestaciones, controladas, como un arma eficaz frente al leviatán intimidante e incumplidor.

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