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Carta del Editor

Cambia, todo cambia

El 25 de abril de 2017, con motivo del por entonces trigésimo segundo aniversario del nacimiento del MELILLA HOY, reproduje en mi Carta del Editor el discurso más conocido y repetido del que fuera presidente de la II República, Manuel Azaña, discurso pronunciado el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona, a los dos años del comienzo de la Guerra Civil y, curiosamente, dos años antes del fin de esa Guerra.
Azaña, que era un gran escritor, empezaba ya a comprender que la guerra, que muchos de sus compañeros de Gabinete ministerial y que los socialcomunistas tanto desearon, pensando que la iban a ganar fácilmente, tenían muchas probabilidades de perderla, así que hizo una magistral llamada a la reconciliación de los españoles: “Cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones… que (los españoles) piensen en los muertos y que escuchen su lección (porque) ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad y perdón”.

La zona republicana ya estaba entonces en una grave crisis política -imposible de evitar, como se demostró- roto ya el pacto de gobierno entre el PSOE y el PCE, el partido comunista que entonces, con el apoyo de la URSS de Stalin, era, de los dos, el partido fuerte. Los republicanos, y la opinión pública en general, consideraban -con la excepción de Negrín y Largo Caballero- que la derrota final era inevitable, así que el llamamiento de Azaña a favor de una negociación era, y fue, tardío. Fue una bella imagen literaria, pero nada más, y la guerra civil terminó como todos sabemos, aunque ahora, con la lamentable “memoria histórica”, nos pretendan convencer que los que perdieron, ganaron, y viceversa.

Ahora, cuarenta y un años y medio después del fin de la guerra, nos hallamos de nuevo, como entonces, con un gobierno socialista-comunista, aunque sin la clarividencia literaria de un Azaña y con el partido socialista hoy más fuerte que el comunista, partido hoy conocido como Nosotras Podemos.

La situación hoy no es tan grave como lo fue en el 38, pero el fondo político es el mismo: una coalición socialista-comunista, un Frente Popular desfasado y de eficacia imposible, que en el año 2020, al que estamos a punto de despedir, e integrados en la Unión Europea -cuya simple existencia resultaba impensable hace cuarenta años- no debería de durar demasiado, por la simple razón de que hoy, como en el 38, el PSOE y el partido comunista, Podemos, jamás podrán entenderse, más allá de apelando al odio hacia la mitad, o más, de la otra España, esa más de la mitad de España a la que desprecian y arruinan, apelando al odio y al rencor, para mantenerse ellos -Sánchez e Iglesias a la cabeza- en el poder, que pretenden comunistamente omnipotente.

Todavía hay tiempo -creo y espero, aunque cada vez queda menos- para atender a la llamada -por aquel entonces ya tardía- de Manuel Azaña, para atender “el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad y perdón”.

Cambia, todo cambia, como canta Mercedes Sosa. Cambia lo superficial/ Cambia también lo profundo/ Cambia el modo de pensar/ Cambia todo en este mundo. El periodismo también cambia. “El periodismo es la historia del presente y, a veces, eso se nos olvida… Algo está empezando a cambiar en la prensa, aunque sea por puro instinto de supervivencia” (Pedro García Cuartango, en ABC). La prensa en papel también cambiará, pero, como los libros en papel, no solo no desaparecerá, sino que, cambiando, acentuará su importancia y, a pesar de los populismos simplistas, aumentará su influencia profunda en la sociedad. El mundo lo cambia las ideas y las ideas profundas están en el papel.

Posdata
El Arte de la Guerra lo escribió el chino Sun Tzu hace más de 2.500 años y está considerado como el mejor y más famoso tratado de estrategia del mundo. Se ha convertido en libro de culto en el mundo de la economía y de la empresa. Destaco, de entre su inmensa sabiduría, una de sus frases: “La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario”. Y concluyo: frente a la amenaza común exterior, UNIDAD.

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