Como estaba previsto, al menos para los que intuíamos los ingentes recursos que se habían dispuesto para ello, vamos a tener vacuna-y más de una-para intentar frenar la pandemia. Y como también se dijo, en enero e incluso en diciembre en algunos países, está previsto el inicio de la vacunación, aunque para lograr tasas de protección efectivas en la poblaciones-necesitaremos otro año.
En un flaco favor a labor pedagógica a realizar, nuestros gobernantes-ausentes de los escenarios de la cruda batalla-, han ido a los mismos en un intento de protagonizar las buenas noticias de las vacunas, como si fueran sus descubridores o los que nos las van a poner. El pueblo, tan sabio, ha dicho que el servicio que espera de ellos, es … ¡que se las pongan los primeros!.
Porque la cuestión a afrontar, es la desconfianza o incluso rechazo, que la vacunación frente al COVID19 genera en la población, y que al ser voluntaria, exige un esfuerzo de la administración sanitaria y de los líderes sociales, para convencerla (al menos a una mayoría de ella), para que la gigantesca empresa a emprender(económica, logística, social,..) , sea efectiva en el logro del verdadero objetivo: recuperar la verdadera normalidad.
La gente no es tonta, y menos con los medios de información hoy disponibles a su pleno y libre alcance. Por eso se preguntan, ¿cómo un proceso que normalmente dura de 5 a 10, incluso 15 años, se ha logrado hacerlo en uno? Y lo más importante, ¿ello ha repercutido en la seguridad exigible a todo producto de uso en humanos?
Esa es la tarea, y a ella quiero colaborar con mi granito de arena, ya saben aquello de que un grano no hace granero pero ayuda a su compañero.
Existen datos objetivos, y solventes a la luz de los conocimientos actuales en la materia, que permiten justificar el acortamiento de los plazos; y ello se ha logrado actuando en varios ámbitos, no solo ha sido necesaria una labor sacrificada y sin horarios en los laboratorios, ha sido precisa también una financiación extraordinaria-se cifra en miles de millones de euros-, una colaboración ciudadana (voluntarios, estudios seroprevalencia, ..) no vista hasta ahora, y la plena disposición de las administraciones competentes, para acelerar al máximo-sin vulnerar las normas-la preceptiva autorización de su uso.
Por ello, cuando nos preguntemos cómo se acortaron la plazos para aprobar las vacunas, no hay una sola respuesta, hay tantas como los escenarios citados, y algunas….. que nunca se conocerán.
En el laboratorio hay que decir que los plazos en muchos tipos de vacunas, se han acortado usando modelos ya experimentados y que se conocían muchos de sus pasos previos, cuyos estudios se han podido usar en sus expedientes.
Otros han sido completamente novedosos como las basadas el ARNm (Pfizer y Moderna), y que va a suponer un antes y un después en la Vacunología y otras ciencias susceptibles de utilizar esta técnica. En este punto recomiendo el artículo del New York Times del pasado 23 de noviembre titulado “ Política, ciencia y la carrera vertiginosa por lograr una vacuna contra el coronavirus”, solo les hago este apunte para captar su interés: Moderna-una pequeña empresa recién llegada a la biotecnología-recibió más 1600 millones $ del gobierno U.S.A., Pfizer-un gigante farmacéutico-se negó a recibir subvención pública alguna. Y todo ello en medio de las elecciones estadounidenses….
A ello unámosle cambios estratégicos, como el que las fases 1, 2 y 3, normalmente separadas por meses o años, se han simultaneado con el ahorro de tiempo que ello supone.
En este punto especialmente, hay que referirse en los ingentes recursos económicos (públicos y privados) puestos en juego, muchos de los proyectos sólo han tenido los límite racionales en sus costes-los basados en los conocimientos vigentes-; ello ha posibilitado desde el disponer de los mejores equipos-humanos y técnicos-, hasta no tener problemas en alcanzar los voluntarios necesarios-tanto en número como en grupos de población-, y esto sólo es posible con suficientes fondos. Otro ejemplo de está extraordinaria financiación, ha sido la llamada fabricación a riesgo en la que los laboratorios comenzaron a fabricar cientos de miles de dosis, sin tener siquiera los resultados de los ensayos clínicos ni lógicamente la autorización de la administración-aún pendientes-, con los riesgos económicos que ello supone.
Y aquí estamos, la U.E.-que es la que contrata, paga las vacunas y fija los criterios generales de distribución-, tiene ya compradas más de 1500 millones de dosis (400/AstraZeneca,300/Pfizer/BionTech,160M/Moderna,400/Jhonson&Jhonson, todas en última fase; más 405/Curevac, 300/”Sanofi y Novanax). Suficientes para vacunar con dos dosis a toda la población europea (466 millones de personas).
La U.E. por ahora no prevé el uso de las vacunas rusas o chinas.