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Carta del Editor

“Tu Gobierno te quiere pobre”

Su Sanchidaz, el Gran Hermano

Interesante, e intrigante, el artículo del pasado lunes de Francisco Robles sobre las vacunas, del Covid19, “argumento para una película de intrigas”, como él titula su artículo. El componente emocional de la vacuna anti Covid19 es evidente, tan evidente como que, sin recursos económicos, privados y públicos, no habría tantas vacunas en perspectiva, ni tan cortos plazos de tiempo para poder ser aplicadas esas vacunas, de las que se pretenden apropiar los dirigentes socialcomunistas. Como bien dice Paco Robles: “nuestros gobernantes -ausentes de los escenarios en la cruda batalla- intentan protagonizar las buenas noticias de las vacunas, como si fueran sus descubridores o los que nos las van a poner”, y añade: “es la Unión Europea la que contrata y paga las vacunas, fija los criterios generales de distribución y tiene ya compradas más de 1.500 millones de dosis”. O sea, que no es Pedro Sánchez el que ha descubierto, pagado, distribuido y puesto la vacuna (en su momento) a los españoles, aunque la propaganda socialcomunista -su único punto fuerte- nos intente convencer de lo contrario.

Las vacunas llegarán porque, basado en el comercio, se ha podido crear el capital necesario para invertir en el descubrimiento de tales vacunas. “El comercio como base de la sociedad”, es el título del artículo de Francisco Bohórquez el domingo. La alternativa al comercio -tan dañado en estos tiempos del coronavirus- es el autoconsumo y la consecuencia del autoconsumo, el hambre y la pobreza. Fran presenta un ejemplo muy elemental y, por lo tanto, muy eficaz: “si alguien nace en una tierra no fértil para el cultivo, pero de la que se pueden extraer minerales, esa persona se moriría de hambre, ya que si bien esos minerales pueden servir de mucho para otras personas, al impedir el intercambio (el comercio), lo que se consigue es que uno se muera de hambre y los demás no puedan acceder a unos minerales que desean y necesitan para mejorar su situación”. Comenta, y acierta Francisco, al resaltar “la concepción errónea de que son los Gobiernos los que garantizan los servicios públicos y el llamado Estado de Bienestar. Nada más lejos de la realidad: es la producción y las mejoras en la productividad las que garantizan los servicios públicos y los derechos de los que disponemos”.

Hay, en el mismo sentido, otras opiniones, muy radicales y quizás también acertadas, como la que se recoge en un video que me envía un amigo melillense, muy próximo a CpM: “Tu Gobierno te quiere pobre”, o sea, necesitado, angustiado, debilitado, esto es, dependiente del Gran Hermano orwelliano, que pretendía, y logró, que nadie tuviera ideas propias, que los ciudadanos, convertidos en súbditos, lo único que tengan que hacer es obedecer ciegamente. Lo describió el británico Eric Blair, conocido como George Orwell, un izquierdista que participó, a favor de la República, en la guerra civil española y que publicó su última novela, la gigantesca “1984”, en el año 1950. El único rebelde que sobrevive en ese mundo obligado a no pensar y a ser feliz, el pobre y maltratado Winston Smith, define muy bien la situación y la aspiración del Gran Hermano al final del libro: “Nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. Y el objeto final del poder no es más que el poder. No les interesa el bienestar de los demás; solo les interesa el poder”. ¿Les recuerda esto a alguien, a un tal Pedro Sánchez, Su Sanchidaz, como le llama Carlos Herrera, por ejemplo?
Sobre la dramática situación política y económica de Melilla prefiero no profundizar, de momento, caminando, como estamos ya, hacia la que debería ser pacífica y llena de buenos deseos Navidad. Continúa, eso sí, la deriva burocrática de las jornadas del llamado Plan Estratégico de Melilla 2020-2029. Todavía no se ha oído a un solo empresario. Esto de pensar así, tan burocráticamente, con tan poca imaginación y para un período de diez años sobre una economía moribunda como la melillense, sí que es una ensoñación, no lo que hicieron los independentistas catalanes cuando declararon la separación de Cataluña.

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