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El fin de la política de partido

No es normal que un partido como el PSOE, con responsabilidades de gobierno en la administración central y en la local, no rinda cuentas ante los ciudadanos, muchos de los cuales votaron esas siglas. Su última rueda de prensa fue el 23 de septiembre, hace ya casi tres meses La vida política en Melilla ha caído muchos enteros, y no solo por efecto de la pandemia. Desde que en esta ciudad se produjo el cambio en la Ciudad Autónoma, pocas han sido las intervenciones de los partidos que ahora gobiernan y que, estando en la oposición, convocaban a los medios prácticamente a diario para hacer llegar sus mensajes a la ciudadanía. Ahora que tienen responsabilidades públicas y, por lo tanto, seguramente muchas más cosas interesantes que decir, directamente no convocan, lo hacen poco o recurren a diferentes estrategias para dejarse ver pero solo para lo que les interesa, esquivando a los periodistas y las preguntas que les puedan incomodar.
Conviene recordar que los periodistas no somos políticos, ni tampoco tenemos las responsabilidades públicas que tienen a quienes dirigimos nuestras preguntas y por las que deben responder. Esto es algo que deberían tener en cuenta aquellos políticos que lo creen y que piensan que deben defenderse atacando a quien hace su trabajo, que es informar y garantizar así un derecho de la ciudadanía. Tenemos un par de ejemplos recientes, uno nacional, el de Pablo Iglesias respondiendo con preguntas a las cuestiones del periodista, y otro local, el de Hassan Mohatar, siguiendo ayer esa misma tónica. Ambos, y todos los políticos en general, deberían tener claro que las respuestas corresponde darlas a quienes tienen las responsabilidades públicas, no a los periodistas, que brindan una oportunidad para que den esas explicaciones que se les piden por esa responsabilidad, precisamente. Sus jefes de prensa deberían recordárselo antes de iniciar sus ruedas de prensa, máxime cuando éstas son en directo y a ellas asisten todos los ciudadanos que lo deseen.
Pero decíamos al principio de este Editorial que la política de partido está prácticamente acabada en Melilla porque quienes gobiernan han sido abducidos por sus cargos públicos y no atienden las obligaciones de sus cargos orgánicos de partido. Ni nos acordamos de la última rueda de prensa de Eduardo de Castro como coordinador de Cs. Si la memoria no nos falla, fue en la noche de las últimas elecciones celebradas, hace más de un año, en la que su partido cosechó un estrepitoso fracaso. Lo peor es que ahora tampoco se deja ver como presidente, salvo en fotos y vídeos prefabricados.
¿Y Gloria Rojas? Pocas son las veces que ha comparecido como secretaria general desde que entró en el Gobierno como vicepresidenta. Pero es su número dos, la secretaria de Organización, Sabrina Moh, quien se lleva la palma. No la hemos vuelto a ver ejerciendo como tal desde que fue nombrada delegada del Gobierno hace ya casi dos años y medio. Su última convocatoria de partido fue hace más de un año, cuando las bases socialistas fueron llamadas a votar sobre el gobierno de coalición y tanto ella como Rojas convocaron a los medios para que fueran testigos de su votación. Por eso ayer fue totalmente inapropiado que, cuando daba una rueda de prensa como delegada del Gobierno y fue preguntada por este Periódico sobre qué ocurrirá con los cargos orgánicos de Francisco Vizcaíno en el PSOE, reaccionara diciendo que eso lo respondería en la sede del partido. ¿Cuándo? A este paso, cuando las ranas críen pelo, es decir, nunca.
No es normal que un partido como el PSOE, con responsabilidades de gobierno en la administración central y en la local, no rinda cuentas ante los ciudadanos, muchos de los cuales votaron esas siglas. Su última rueda de prensa fue el 23 de septiembre, hace ya casi tres meses. Y lo mismo sucede con Coalición por Melilla, que siendo, como es, el principal partido del Gobierno de Melilla, convocó por última vez hace casi tres semanas. En la oposición, lo hacía a diario, incluso algunos sábados.
La pandemia, nuevamente, no puede ser una excusa para justificar esta anormalidad incompatible con la transparencia. En ningún caso, el mensaje prefabricado, las redes sociales o las comparecencias sin preguntas/mensajes grabados/declaraciones institucionales pueden sustituir a la obligación que tienen nuestros responsables políticos de rendir cuentas ante la opinión pública.

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