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LA SEMANA

Que lo inmediato no nos ciegue a la hora de ver lo importante

“El dúo Sánchez/Iglesias quiere que todos seamos iguales y pobres, no iguales y prósperos”. Hace bastantes años, concretamente en el año 1997 (año en el que tuve la suerte de conocer al amor de mi vida), compré en el aeropuerto de Barajas un libro de Allan Prior cuya lectura, en aquella época, me impresionó y gustó a partes iguales. “Führer” (líder en alemán) se llamaba aquel libro, que era una recreación novelada de la vida de Hitler. La novela relataba la vida del conocido líder del partido nazi que aterrorizó a Europa y al mundo y que mató a millones de judíos y personas de otras etnias a las que él consideraba inferiores y culpables de todos los males de Alemania. Contaba: como al joven Adolf, un muchacho hosco y desafiante cuyo sueño era ser artista, le rechazaron en la academia de bellas artes de Viena; que rechazó un trabajo vulgar y se convirtió en indigente estando a punto de morir de hambre; que se convenció de que cuantos le rodeaban, especialmente los ricos, los judíos y los burócratas, le perseguían encarnizadamente; como, gracias a sus innatas dotes de orador, se convirtió en el Führer; como engañó a los alemanes con su estrategia contra los judíos (él les convenció de que eran los culpables de todo lo malo que ocurría y creó y fomentó un odio que no existía), a los que culpaba (junto con los gitanos y eslavos) de todos los males de su país, consiguiendo (con su gigantesco aparato de propaganda) que el pueblo alemán justificase/apoyase (es verdad que no lo hacía todo el pueblo alemán, aunque los que nos estaban de acuerdo se callaron por miedo), al principio, asaltos a los comercios judíos y también, en periodos posteriores, que se les quitasen sus bienes, sus casas y sus vidas. Lo que se inició con protestas, revueltas, roturas de cristales y palizas, acabó con un exterminio y una excusa para convertir Alemania en una dictadura nacional socialista. Hitler buscó/creó un enemigo común y, de esa manera, manejo a su antojo a la población.
Muchas cosas de aquel libro que leí hace tantos años tienen paralelismos con la situación y las acciones de nuestro actual gobierno socialista-comunista: 1) un líder no excesivamente capacitado, pero con gran capacidad oratoria, al que no le importa mentir para conseguir sus fines (Hitler), frente a dos líderes (Sánchez e Iglesias) con una formación también justita y sin experiencia en empresa privada alguna, una buena (aunque cargante, sobre todo en el caso de Iglesias) oratoria y una capacidad innata para decir una cosa y la contraria sin despeinarse; 2) una estrategia de búsqueda de enemigos reales o imaginarios (en el caso de Hitler, los judíos y otras razas inferiores; en al caso de nuestro dúo gobernante: la derecha, Franco, los empresarios, etc… ) para conseguir el poder y sus fines (en el caso de Hitler, dominar el mundo, y en del dúo: una dictadura social-comunista): 3) En Alemania todo se inició con protestas y roturas de cristales y en nuestro país con las manifestaciones del 15-M que supusieron el nacimiento de Podemos; 4) como continuación al punto anterior se produjo una escalada de violencia, control de los medios de comunicación y pérdida de libertades, en el caso de la Alemania nazi, y, en el caso de nuestro dúo, un intento de dominar los medios de comunicación, de controlar la justicia, de amparar a los que intentan romper España, de dar más poder a lo público y menos a los individuos y empresas (es el inicio de toda dictadura); 5) como pasó con el partido nazi en Alemania, el proyecto actual de modelo chavista tiene mayoría en el Congreso (aunque sea con pro-etarras e independentistas); 6) Hitler prometía libertad, gloria y riqueza para el pueblo alemán (y luego acabó como acabó) y nuestro dúo nos promete no subir impuestos (y los sube), que nos va a ayudar (y luego no tiene dinero para hacerlo), que nadie se va a “quedar atrás” (y la gente no cobra los Ertes, las ayudas son insuficientes, hay más ministerios que en cualquier país de la Unión Europea, cada vez hay más paro y más colas en la beneficiencia) o que vamos a mejorar y ser todos iguales (el problema es que quieren que todos seamos iguales y pobres, no iguales y prósperos).
Las similitudes son muchas más, aunque, en honor la verdad, no se vislumbra la violencia en las acciones de nuestro dúo dirigente, pero tampoco nadie en la Alemania de antes de la Segunda Guerra mundial podía imaginar que unas protestas y roturas de cristales acabasen como acabaron. Muchas de las similitudes se dan, de igual manera (pese a que el binomio Sánchez-Iglesias desearía, probablemente, que no hubiese sido así) con los regímenes dictatoriales de Lenin y Stalin en la Unión Soviética.
Un humilde consejo (que también intento aplicar a mi vida): que lo inmediato no nos separe de lo importante. A cualquiera, en algún momento de su vida, le vendrá bien alguna o muchas de las siguientes cosas: que todos estemos subvencionados por el Estado, que se pase de curso sin aprobar, que no se pueda echar a un trabajador que no trabaja o que trabaja mal, que la sanidad sea gratis para todos, que recibamos la paga vital del “coletas”, que no nos puedan echar si ocupamos una casa, que nos den un subsidio por ser madre soltera, que nos den otro subsidio por persona maltratada, etc…; pero, si solo tenemos eso, perderemos la libertad, perderemos el orgullo de las cosas conseguidas con esfuerzo y perderemos nuestra autoestima.

Lunes a sábado:
Profundo malestar en Melilla entre la población cristiana (mayoritaria en la ciudad) por la decoración navideña, especialmente la de la plaza de la Iglesia del Sacrado Corazón, instalada por el gobierno de nuestra ciudad. La consejera de Cultura ha querido justificar lo injustificable. Pero está claro que no pintan nada en la Navidad los símbolos de otras religiones (judía, musulmana, etc…). Es el “buenismo” general que promueve el dúo Iglesias/Sánchez (primero Iglesias porque cada vez es más su gobierno) que intenta quedar bien con todos y no queda bien con nadie. La Navidad es una fiesta cristiana y tiene, tradicionalmente, sus símbolos y costumbres que no se deben mezclar con otras religiones (igual de respetables).

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