El presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos, Lorenzo Amor, mantiene que no es el momento de llevar a cabo grandes reformas, y sobre todo ninguna subida de los impuestos y las cotizaciones sociales a los pequeños negocios en 2021.
Este año, los autónomos han perdido 60.000 millones de euros y hay, al menos, un millón de trabajadores por cuenta propia cuya facturación ha caído en un 60%. El 75% se ha visto afectado por las restricciones, algunos de ellos pudiendo trabajar solo tres meses durante todo el año. No han existido ayudas directas, al contrario que en países como Alemania, Francia, Reino Unido, Italia o Portugal.
El propio Amor reconoce que los autónomos están muy implicados en los 21 proyectos que ha presentado la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), porque son empresas tractores. Cuando una empresa tractora, como una gran empresa de telecomunicaciones energética y demás, acceden a una subvención muy alta, la capilaridad es tremenda y llega a muchos autónomos. Cuando estos fondos europeos se destinan solo a los entes públicos, donde la capilaridad de llegar a los autónomos es prácticamente nulas”, es motivo de preocupación.
Es muy importante recalcar que las ayudas que llegan desde Europa son para los ciudadanos, y no para los gobiernos de turno. Usar esos fondos para hacer política (beneficiar a unos sectores determinados de la población) es criminal. Necesitamos esos fondos. Todos aquellos que han visto su facturación caer por las restricciones impuestas desde la Administración Pública deberían ser recompensados económicamente.
El esfuerzo que muchos han tenido que realizar, y las consecuencias que estos cierres han tenido sobre cientos de miles de personas que todavía no han cobrado los ERTE, o el famoso Ingreso Mínimo Vital, al que solo una minúscula parte de aquellos que cumplen los requisitos han podido acceder por la torpeza y trabas del Ejecutivo, son alarmantes. Las conocidas como colas del hambre, que en Madrid se han multiplicado por cinco, son un auténtico drama social.
Pero peor aún es la respuesta del Gobierno. Un Gobierno formado en su mayoría por incompetentes, cuyo mayor logro en la vida ha sido el de permanecer en las listas de un partido político toda su vida, o el “activismo”. Uno que propone, en un escenario como el actual, subidas impositivas, subidas en las cotizaciones sociales, y una nueva subida del salario mínimo.
Fingen proteger a los más desfavorecidos, y lo único que hacen, con todas y cada una de las decisiones que toman, es condenarles a la pobreza más absoluta. Además, presentan unos Presupuestos Generales del Estado con un gasto histórico, que nos condenará a un déficit estructural superior el 7% del PIB.
España no lidera los rankings de destrucción de empresas, tasa de paro, tasa de paro juvenil, déficit, muertos por millón de habitante, personal médico contagiado, deuda y caída del PIB porque sí. Detrás de todo esto está un Gobierno incompetente que mediante regulaciones y restricciones condena a sus ciudadanos al paro, y que, por cinismo, despotismo y narcisismo, se atribuyó la gestión de todo lo que tenía que ver con la pandemia, para acabar comprando material de prevención defectuoso y tomar medidas de control de entrada en el país después de 9 meses.
