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LA SEMANA

La esperanza es lo último que se pierde y no la debemos perder

“Con una visión navideña de las cosas, lo que hasta ahora parecía imposible se convierte en posible”. “Esperemos que el espíritu navideño se impregne en todos nuestros políticos y gobernantes”. La Navidad, seas cristiano o no, es una época de esperanza, de fe en que el futuro será mejor, de buenas intenciones, de apertura de corazones y de alegría casi general. Es también el momento de olvidar/perdonar ofensas, de comenzar de nuevo con otros bríos, de desear lo mejor a los demás y de valorar el amor o el afecto que otros nos tienen y que nosotros tenemos hacia ellos. Con una visión navideña de las cosas, lo que hasta ahora parecía imposible se convierte en posible, lo no se curaría se acaba curando, lo que no se solucionaba se soluciona, en resumen, sólo vemos la parte positiva de las cosas (siempre la hay, aunque muchas veces no la podemos/queremos ver). Por arte de magia navideña se pueden pensar cosas como: 1) el nacionalismo no es tan malo y si se quieren separar que lo hagan, pero seguirán siendo nuestros hermanos/amigos y seguiremos trabajando/conviviendo con ellos; 2) los pro-etarras de Bildu tampoco son tan malos (ya sólo lo fueron) y lo único que querían era libertad para decidir por sí mismos y, a partir de ahora, van a respetar siempre el estado de derecho; 3) el dúo gobernante (Sánchez e Iglesias) no lo está haciendo tan mal, al fin y al cabo (no es mérito de ellos, pero….) las ayudas de Europa van a llegar, el paro subirá mucho para luego bajar, nos freirán a impuestos por nuestro bien, nos quitarán a un Rey que hace (eso creen ellos) mucho daño a España, nos librarán, vacuna mediante (tampoco es mérito de ellos sino , más bien, de laboratorios privados; ese sector que tanto denigran), del coronavirus y conseguirán que cada Comunidad hable en el idioma que le dé la gana y enseñe en el idioma que le salga de las narices. 4) la oposición se pondrá de acuerdo entre sí y con el gobierno socialista-comunista y, seguro, arreglarán el problema del Consejo General del Poder Judicial, pactaran una reforma laboral buena para trabajadores y empresarios (lo que es bueno para unos lo es también para otros, y lo mismo a la inversa: lo que es malo para unos también lo es para los otros) y conseguirán, en un clima de total cordialidad y sed de pactos, que la ley Celaá no prospere, que suba el PIB más de un 5% anual, que se ayude a las empresas y autónomos, que a los jubilados no se les congele o baje la pensión, que se ayude a los emprendedores, que se recorte el número de coches oficiales y empleados públicos (no confundir con funcionarios) y que no se intente controlar o poner un bozal a los medios de comunicación (Iglesias, que es un buenazo, dará su brazo a torcer); 5) Sánchez y compañía pondrán en su sitio a nuestro vecino país, con la ayuda de Europa, en lo referente a sus reclamaciones sobre Ceuta y Melilla: no son de Marruecos, no la han sido nunca y nunca lo serán.
Como es Navidad, no perdemos la esperanza de que muchas de las cosas antes citadas tengan lugar. Otra cosa es lo que pensaremos/sentiremos cuando acabe esta fiesta cristiana (aunque abierta a todo el mundo, por supuesto) y volvamos a la cruda realidad. Esperemos que el espíritu navideño se impregne en todos nuestros políticos y gobernantes, dure más allá de estos días festivos y, por fin, piensen un poco en todos nosotros que, aunque a ellos se les olvide, somos los que les hemos colocado ahí y los que les pagamos (también los que algún día, cercano o lejano, les desalojaremos).

Por cierto, Feliz Navidad y Año 2021.

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