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Conociendo nuestras tradiciones

Celebración de Nochevieja

La noche del 31 de diciembre, último día del año es sin duda alguna mágica y festiva. Cuando a las doce suenan las campanadas, damos la bienvenida a un nuevo año a la par que despedimos al anterior. Al igual que ocurre en Nochebuena, vestimos la mesa con las mejores galas y procuramos cocinar suculentos platos que deleiten a familiares y amigos.
Sabemos que esta vez las circunstancias nos obligan a reducir comensales, a festejar de otro modo, pero no por ello debemos de perder ni la alegría ni la ilusión. Tal vez en más de una ocasión nos hayamos preguntado por el origen de esta celebración que tan arraigada está en todo el mundo.

Desde siempre esta última noche ha estado rodeada de mucho bullicio y muy relacionada con la agricultura ya que se tenía la creencia que los espíritus que destruían las cosechas podían ser eliminados durante la noche que precedía al Año Nuevo con un gran concierto de tambores y cuernos.

Debemos tener en cuenta que el nuevo año no comenzaba el 1 de enero, sino que coincidía con el ciclo primaveral. En la Edad Media, la Iglesia intentó oponerse a estas viejas y ancestrales costumbres adaptando a la Navidad todos los ritos y tradiciones vinculados con el nuevo año a la vez que procurando desposeer de todo carácter simbólico a la noche del cambio de año.

Esta fue la causa de que en Occidente esta fiesta fuese perdiendo fuerza, teniendo que esperar a finales del siglo XIX para volver a recuperar su esplendor, teniendo como punto de partida Francia. Términos como reveillón para designar no solo la cena de Nochebuena sino también, desde principios del siglo XX, la de final de año con un carácter menos familiar.

En España, sobre todo en Cataluña se adoptó dicha denominación para definir la “comida tomada tarde en la noche” en Nochevieja. El mismo origen galo tiene la palabra cotillón que hacía referencia a una danza popular en la corte francesa del siglo XVIII. Pasado el tiempo se denominaron cotillones a los bailes de salón.

Las doce uvas
Tomar doce uvas al ritmo de las campanadas en la última noche del año es una manera de empezar con suerte el nuevo año. Parece que si no lo hacemos así la fortuna nos dará la espalda en los doce meses siguientes. Si preguntásemos a la gente, pocos reconocerían que creen en esta “magia”, pero lo que si es cierto es que en ninguna mesa el día 31 faltan las “uvas de la suerte”. Es esta una tradición relativamente moderna que se remonta a los comienzos del pasado siglo XX, teniendo como origen nuestro país. Desde aquí se ha exportado a otros de cultura semejante a la nuestra.

Indudablemente no se debe a motivos religiosos o culturales sino a una excelente operación que debería figurar en los mejores libros de marketing.

Para conocer el verdadero origen de por qué tomamos las uvas en Nochevieja nos debemos remontar a la de 1909. Los cosecheros de Alicante se encontraron al final de aquella temporada con un importante excedente de uva con el que, por supuesto, no sabían que hacer. Haciendo alarde de una gran imaginación inventaron un nuevo rito que era el tomar las uvas de la suerte en la última noche del año.

Desde allí se extendió por todo el país y pronto el arraigo fue tal que aunque se intentó acabar con ella por considerarla “pagana”, fue imposible.

En muchos lugares se salía a la calle para tomarlas al ritmo que marcaba las campanadas del reloj del Ayuntamiento. Esta costumbre se fue perdiendo, en cierto modo, cuando comenzaron a ser retransmitidas desde la Puerta del Sol de Madrid.

Ciertos historiadores han querido ver en ese “invento” de los viticultores alicantinos cierta similitud con la costumbre de algunos judíos de regalar a sus invitados al final del año una uva por cada hora que habían pasado juntos.

El Año Nuevo
En la celebración del año nuevo se unen lo antiguo y lo moderno. Como hemos apuntado al principio desde épocas muy remotas el nuevo ciclo anual se celebraba el 25 de marzo , en el momento de la siembra. Los babilonios, por ejemplo, tenían once días de fiesta. Al parecer el rey se alejaba de la ciudad para que el pueblo pudiera dar rienda suelta a su alegría y celebrar con mayor algarabía. Su vuelta significaba el regreso al día a día, a las labores cotidianas.

Los romanos también celebraban el Año Nuevo en marzo. No sería hasta el 153 a.C. cuando el senado declaró el 1 de enero como primer día del año. El mes de enero estaba dedicado al dios Jano ( del que deriva el nombre del mes, del latín Ianuarius) el cual al ser bifronte (dos caras) miraba tanto hacia adelante como hacia atrás, al año que viene y al que se va.

Durante tres días tenían lugar las kalendas de Jano, en las que se invitaba a comer a los amigos intercambiando miel con dátiles e higos para que pasase mejor el sabor de las cosas y que el año que iba a comenzar fuese más dulce. Hasta que no se adoptó el calendario gregoriano y la costumbre de comenzar el año el 1 de enero, fecha sancionada por la bula papal, se usaron otras fechas: 25 de diciembre, 1 de marzo o el 1 de septiembre. Como curiosidad decir que a principios del siglo XIV el Año Nuevo se celebraba en distintas fechas según los lugares: en Constantinopla, el 1 de septiembre; en Cataluña, el 25 de diciembre. En Venecia, el 1 de marzo y en Inglaterra el 25 de marzo.

Vestir una prenda roja
La costumbre de recibir el año nuevo con una prenda de color rojo responde a un intento de atraer tanto la salud como la suerte. Este color aglutina una larga lista de usos y significados: además de ser símbolo de fertilidad, salud y vida, en la antigüedad estaba vinculado a las celebraciones y a los dioses de la alegría y el vino, Dionisos en Grecia y Baco en Roma.

El color rojo o púrpura en épocas pasadas solo era utilizado por unos pocos privilegiados, ya que las ropas de esta tonalidad eran muy caras por la dificultad que entrañaba obtenerla. Tras este breve recorrido para conocer el por qué de una celebración tan arraigada en nuestra tradición solo me resta desear que disfrutemos de esta Nochevieja. Que intentemos dejar bien atrás este 2020 que ha cambiado por completo nuestras vidas.

Poner todo de nuestra parte para que 2021 sea mejor y podamos vivirlo con nuestros seres queridos. Que logremos erradicar esta pandemia que tanto dolor ha traído a nuestras vidas. Que el futuro sea mejor para todos. ¡Feliz 2021!

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