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Carta del Editor

Melilla: el tiempo detenido

Melilla: “La ciudad en la que el tiempo se ha detenido”, me comenta un amigo, trasladándome la muy generalizada definición de la situación de nuestra ciudad en el sector empresarial local. Melilla: La ciudad amenazada, casi asfixiada por Marruecos, nuestro “país amigo”, como denuncian tantos libros y artículos (entre ellos el de “Marruecos: la amenaza”, que comenté en mi Carta del jueves). Melilla, como Ceuta: las fronteras cerradas unilateralmente por Marruecos.
Las esperanzas de un desarrollo de Nador y sus alrededores, vía Melilla, que existían y que en parte se convirtieron en hechos, las ha eliminado la política marroquí, insensible a las necesidades, al sufrimiento y al dolor de su pueblo. Hoy todos los que dependen de que la frontera con Marruecos se abra, especialmente los marroquíes, sufrirán, y el gran perdedor no va a ser ni España, ni Melilla, sino Marruecos, el Rif y muy especialmente Nador y su provincia.

Las relaciones vecinales entre Melilla y Nador, distantes solo 15 kilómetros (Nador está a 600 kilómetros de Rabat y Casablanca) se produjeron -como escribió José María López Bueno en su estudio “Melilla y sus relaciones con su entorno marroquí inmediato- “porque representaban una clara oportunidad de beneficio personal para las personas que lo protagonizaron; los miles de marroquíes que diariamente cruzaban la frontera con Melilla encontraban en esta ciudad empleo, asistencia sanitaria, educación superior y servicios de los que o bien carecen en Marruecos o encuentran en Melilla en mejores condiciones”. Pero esa vecindad siempre ha estado condicionada por motivos políticos marroquíes, y esos motivos dictatoriales han podido más que las necesidades y los deseos de los ciudadanos y han producido el desperdicio de claras oportunidades de desarrollo.

Desde el punto de vista melillense, una histórica parte de España, debemos comprender, con pesar, que Marruecos no es amigo, sino claramente un enemigo de los melillenses españoles, una dictadura, blanqueada por los EEUU, cuyo objetivo es que desaparezcamos del mapa, aunque sea a base del sufrimiento de sus necesitados ciudadanos y de desaprovechar las ventajas que la Política Europea de Vecindad (PEV) de la Unión Europea dedica a “la cooperación transfronteriza para la promoción económica, social y medioambiental de las regiones fronterizas”.

Yo he trabajado mucho y he empleado mucho tiempo, esfuerzos y dinero para que se produjera una gran cooperación hispano-marroquí, aprovechando la situación geográfica de la europea-africana Melilla. Y llegamos a grandes acuerdos con empresas marroquíes, acuerdos que después, súbitamente, eran boicoteados desde no se sabe dónde y en cuanto aparecía Melilla por alguna parte. He llegado a la conclusión de que, con el tipo de gobierno que Marruecos tiene y con la utilización de Melilla y Ceuta como el “enemigo común” para intentar hacer olvidar a los marroquíes las evitables pobrezas que padecen, no se puede conseguir nada oficialmente con Marruecos desde Melilla. Y los melillenses nos tenemos que concienciar con la triste realidad de esa situación y crear una nueva Melilla, orientada a Europa, atenta a los ciudadanos marroquíes, pero desatenta y firme con/contra sus gobernantes.

A lo largo de los años he citado un par de veces el caso de dos ciudades del mismo nombre, Nogales, situadas y separadas solo por la frontera de los Estados Unidos de América con los Estados Unidos de México. Misma toponimia, mismo origen, mismo clima, pero una de la dos Nogales, la del Norte, la de Arizona, es rica, mientras que la otra, la del Sur, la de Sonora, es pobre. Consecuencias de una organización, una política y una economía muy distintas, como bien explicaron Acemoglu y Robinson en su extraordinario libro “Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Por qué fracasan los países”, en el que las dos Nogales se citan como ejemplos.

Algo similar, en el terreno animal -y lo cuento a título de curiosidad- sucede con los bonobos y los chimpancés, separados solo por el río Congo. A la izquierda, los bonobos; a la derecha, los chimpancés. Son nuestros parientes vivos más cercanos y genéticamente ambas especies están estrechamente relacionadas, pero su comportamiento es muy diferente. En los chimpancés mandan los machos, en los bonobos, las hembras. La guerra podría explicar las diferencias de comportamiento entre chimpancés y bonobos. Según dicen algunos antropólogos “los chimpancés recurren al poder para resolver los problemas sexuales; los bonobos recurren al sexo para resolver los problemas de poder”. Las comunidades de bonobos no entran en guerra con otras comunidades vecinas, las de los chimpancés sí. Unos parecen vivir más contentos y tranquilos que los otros.

Posdata
Nos envían videos de una boda multitudinaria y sin mascarillas que se celebró el pasado 31 de diciembre. Se casaba un colocado en la administración pública al que, desgraciadamente, conocemos. Dieron un pésimo ejemplo. La indignación que ha causado el video de la boda es enorme y justificada, en medio de tantas restricciones impuestas a los ciudadanos corrientes y normales, y con la salud tan amenazada.

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