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Cine en Melilla

El pequeño vampiro

Director: Joann Sfar. Animación
Pequeño Vampir lleva viviendo trescientos años, aunque en su mundo este tiempo se contabiliza como diez. Vive en una casa encantada con un grupo de monstruos muy alegres y divertidos, pero se aburre soberanamente. Pequeño Vampiro sueña con ir al colegio para poder hacer amistad con otros niños, pero sus padres no le dejan salir de la mansión en la que viven, ya que están convencidos de que el mundo exterior es extremadamente peligroso. Hasta que un día, acompañado por su fiel bulldog Fantomate, Pequeño Vampir se escapa en secreto en busca de nuevos amigos. Pronto conoce a un niño humano, Miguel. Esta amistad llama la atención del aterrador Giboso, un viejo enemigo que ha estado persiguiendo a Vampir y su familia durante siglos. El tenaz Giboso hará todo lo posible para impedir que prosp ere la relación entre Miguel y Pequeño Vampir.

El director Joann Sfar comenta que fue un niño afortunado porque su abuelo le compraba revistas de cine fantástico, con 12 o 13 años, comenzó a llevarle a ver películas de terror. Joann disfrutaba sumergiéndose en ese mundo de extrañas criaturas, quizá por el hecho de haber perdido a su madre antes de cumplir los cuatro años, lo que le hizo crecer en un mundo imaginario en el que el hecho de que los muertos hablaran era algo bueno, una manera de mantener el contacto con los vivos.

Sfar comenzó a crear sus monstruos a edad temprana, en cómics para adultos titulados “El pequeño mundo del Golem” y “Amores vampíricos”. Algunas de las aterradoras criaturas que figuraban en ellos, pasaron a “Pequeño Vampir”.

De adulto, convertido en escritor de cómics, Ediciones Delcourt le pidió que crease una historia especialmente para niños. Sfar les sugirió el pequeño vampiro en el que se basaban sus sueños de infancia, sus juguetes y las cosas que le gustaban entonces, así como sus recuerdos de Antibes, donde vivían los abuelos que, prácticamente, le habían criado.

Joann Sfar confiesa que “Pequeño Vampir” es su obra más autobiográfica, pero es más conocido por “El Gato del Rabino”, aunque la familia de esta historia no se parece en nada a la suya, reconoce que la hija del rabino está inspirada, en parte, en su abuela. Los abuelos de “Pequeño Vampir” están basados en sus propios abuelos.

Sfar está convencido de que cuanto más escribe para niños creando fantasías, introduce en los relatos más cosas personales. Su filosofía es no abordar nunca el sufrimiento interior o las experiencias dolorosas de los niños, sino trabajar en la percepción social de sus identidades: “Cuando eres huérfano, todo el mundo asume que deberían sentir pena por ti y que estás triste, como si fueras una cosita frágil… En la mayoría de los cuentos para niños, ser huérfano es una fantasía, como por ejemplo en Harry Potter, cuya autora creció con sus padres. Escribe para niños con ambos padres y anima a sus jóvenes lectores a fantasear sobre cómo sería ser huérfano. Pueden soñar que sus padres no son reales y que les espera un destino extraordinario. Para los huérfanos verdaderos, el principal problema es la percepción social que tienen los demás de ellos. Cuando iba al colegio, era yo quien siempre hacía dibujos para mis compañeros, el que participaba en las fiestas de fin de año, el que hacía el payaso y al que le gustaba hacer reír a la gente, porque me aterrorizaba la idea de que pensaran que era aburrido y triste, y que no era divertido. A través de la ficción, trato de explicar a los niños de hogares rotos que, de hecho, todos venimos de familias extrañas y maravillosas y que eso no significa que debas comportarte de una determinada manera. Por eso el pequeño Miguel, que en mi historia no tiene padres, es regordete, divertido y salta por todos lados. No tiene ninguna de las características que normalmente se asocian con los huérfanos imaginarios”.

Joann Sfar busca su inspiración en las películas antiguas, como las que hizo Universal Pictures en la década de 1930 (el monstruo de Frankenstein, el Hombre Lobo, Drácula y la Momia) y las de la British Hammer de los años 50 a los 70, que contaban con los mismos personajes y un elemento teatral gracias al diseño de algunas de sus máscaras y maquillajes. “Pequeño Vampir” se aleja del cine estadounidense de la década de 1970, cuando la fantasía y el horror se volvieron más realistas con películas como “La matanza de Texas”, de Tobe Hooper. Las películas de Giallo se introdujeron en el cine italiano, con monstruos sobrenaturales menos aterradores que los asesinos que estaban surgiendo en la vida real. Sfar confiesa que eso le encanta como espectador, pero que no lo ha utilizado en “Pequeño Vampir”. Prefiere la poesía de los viejos monstruos, sus maquillajes y vestuarios creados ex profeso para ellos, como se hacían los trajes de superhéroes o las máscaras y disfraces tradicionales que usaban los personajes de la Commedia dell’arte.

Para la casa embrujada en EL PEQUEÑO VAMPIRO, Sfar se ha inspirado, en gran medida, en la del juego de rol de los años 80 “La llamada de Chtulhu”, al que solía jugar cuando era niño. Otras fuentes de inspiración fueron el costumbrismo humorístico que envolvía al cine de terror de Estados Unidos, así como “El jovencito Frankenstein”, de Mel Broocks. También los impactantes y espeluznantes kits de modelos hechos por la marca estadounidense Aurora: una bruja, el jorobado de Notre Dame, el monstruo de Frankenstein… Las ilustraciones de las cajas fueron creadas por el pintor realista James Bama.

Los monstruos buenos que habitan la casa encantada están inspirados en las criaturas sobrenaturales de la leyenda japonesa, los yokai. EL PEQUEÑO VAMPIRO está llena de mensajes para despertar la curiosidad de los niños y animarles a que investiguen en obras precedentes de igual, o parecido, género. Conscientemente, Sfar no ha incluido pistas sobre otras aventuras vividas en “Pequeño Vampir”, pero sí alusiones a películas de terror e historietas. Por ejemplo, cuando Miguel busca refugio en las marismas, hay referencias a “La Cosa del Pantano” de Alan Moore; “La Cosa” (1982) de Marvel, dirigida por John Carpenter y basada en la novela “¿Quién anda ahí?”, de John W. Campbell Jr., publicada en 1938, y “La mujer y el monstruo” (1954), que se inspiró en “La Cosa del Pantano” y, a su vez, sirvió de inspiración para “La forma del agua” (2017) de Guillermo del Toro.

EL PEQUEÑO VAMPIRO es la segunda película animada realizada por Joann Sear, después de “El gato del rabino” (2011), codirijida junto con Antoine Delesvaux. También ha dirigido dos largometrajes de acción real: “Gainsbourg (Vida de un Héroe)” (2010) y “La dame dans l’auto avec des lunettes et un fusil” (2015). “Pequeño Vampir” nació hace unos treinta años en Delcourt, y estos primeros libros fueron muy diferentes. El guión de EL PEQUEÑO VAMPIRO, de Sandrina Jardel y Joann Sfar, es una adaptación de los tres libros de “Pequeño Vampir” escritos para la película, que cuentan la historia de sus orígenes. La película incluye casi todas sus aventuras. EL PEQUEÑO VAMPIRO que nos ocupa, no tiene ninguna relación con la película del mismo título de acción real, estrenada en el 2000, dirigida por Uli Edel y basada en los personajes creados por la escritora Angela Sommer-Bodemburg en su colección de novelas “El pequeño vampiro”.

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