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Fieles a su Bandera Homenaje a los fallecidos en 1921

Da comienzo un nuevo año, con una efemérides que rememorar: se cumplen 100 años de unos episodios en la historia militar de España de triste recuerdo. Un verano aciago, aquel de 1921, en el que tantas vidas se perdieron en las posiciones militares españolas del norte de África. Por ser leales a su juramento de “Fidelidad a la Bandera”
Miles de hombres que dejaron atrás una estela de familiares desechos por el dolor: padres, hermanos, esposas e hijos. Personas que ya no volvieron al ser las mismas ante una pérdida tan grande.

Hace ya más de quince años que emprendimos la maravillosa y a la par reconfortante tarea de rescatar sus nombres. Pero quisimos y, seguimos queriendo, ser más ambiciosos y ampliamos el período cronológico abarcando desde 1893 a 1927.

Esperamos que toda esta información recogida durante tanto tiempo, pronto vea la luz y pueda ser consultada por quienes se sienten atraídos por el mundo militar y especialmente por lo acontecido en las Campañas Militares en Marruecos.

En 2009 rendimos homenaje a todos los fallecidos en la Campaña de 1909 animados por el entonces Comandante General de Melilla César Muro Benayas y el Coronel de Estado Mayor Fernando Díaz de Otazu quien años después también ostentaría la máxima autoridad militar en Melilla.

Aquel trabajo vio la luz como Nombres para la historia militar de España. En esta ocasión el proyecto no tiene formato de libro pero está hecho con la misma ilusión y cariño, con el deseo de rendir homenaje a todos aquellos hombres que entregaron el bien más preciado que tiene todo ser humano: “la vida”.

Es el fruto de muchas horas, días, meses y años de trabajo, de búsquedas en archivos militares, Registro Civil de Melilla y de otros lugares partiendo de lo recogido en los libros de defunción del cementerio de Melilla. A lo largo de este 2021 irán apareciendo publicados algunos artículos donde ellos serán los verdaderos y únicos protagonistas. Junto a sus nombres también aparecerán crónicas publicadas en los diferentes diarios de la época así como breves fragmentos de libros sobre lo ocurrido en 1921.

Melilla tuvo un protagonismo no deseado. Los melillenses vivieron momentos de verdadera angustia en aquel ya lejano verano del citado año.

La llegada de La Legión fue un soplo de esperanza para toda la población, por ello les estaremos eternamente agradecidos al igual que a todas y cada una de las personas que murieron en defensa de las distintas posiciones militares en las que cumplían servicio.

Visitar el camposanto de esta ciudad, el cementerio de la Purísima Concepción, y observar el gran mausoleo conocido como el Panteón de Héroes, obra del ingeniero militar José de la Gándara Cividanes, es evocar sus gestas heroicas. En él duermen el sueño eterno, bajo la diosa Nike, gentes llegadas desde todos los rincones de España, de Norte a Sur, de Este a Oeste. También desde fuera de nuestras fronteras.

A todos vosotros, los que perdisteis la vida ¡Gracias!, por vuestra valentía, por vuestra generosidad sin límites. Unas vidas truncadas por el impacto demoledor de un proyectil enemigo.

No es hora de juzgar aquellas acciones militares, hechas con mayor o menor acierto, solo de recordar y homenajear a todos los protagonistas. Muchos fueron víctimas de enfermedades como sarampión, tuberculosis, meningitis, disentería, bronconeumonía, por citar algunas; todas contraídas “en Campaña”
También a sus familiares, quienes sufrieron el resto de su existencia la cruel ausencia del ser querido. A ellos que añoraron durante años el poder depositar una flor sobre vuestras tumbas, va dirigido igualmente este homenaje.

Melilla ciudad que ostenta los títulos el de Valerosa, Humanitaria y Muy Caritativa por su comportamiento durante las diferentes Campañas Militares no olvidará nunca a estos hombres.

Para completar estas líneas reproducimos las publicadas en El Telegrama del Rif de 1 de noviembre de 1921 escritas por su director Cándido Lobera Girela con el título siguiente: Muero sin defensa, pero ¡Viva España!. El testamento de un heroico soldado de Monte Arrui:
“El día triste de la conquista de Monte Arrui, husmeando entre los cadáveres de la inmensa necrópolis para identificar los de dos jóvenes oficiales, hijos de antiguos compañeros, encontramos cartas y tarjetas postales de ellos, pero ninguna dirigida a las familias de las víctimas de la crueldad rifeña. Sin embargo, algunos héroes, durante el angustioso bloqueo, o cuando perdida la esperanza de rómpela, vieron cercana la hora del sacrificio, habrían escrito al padre o a la esposa, al hijo o al hermano, reflejado el estado de su espíritu o el grito espontáneo de su alma.

Al día siguiente volvimos a la ciudad de la muerte, al campo de la matanza, reanudamos la obra de misericordia y tuvimos el triste consuelo de reconocer los restos mortales de los dos bravos teniente que en la edad de las ilusiones y del entusiasmo, habían ofrendado su vida a la Patria.

Interrogamos a varios amigos, dedicados a la misma labor y tampoco habían hallado cartas de despedida o expresiones de última voluntad. El fuego o el viento end los dos meses transcurridos, debieron borrar las huellas de tales reliquias.

Ayer apareció una, entre las ruinas de un horno de cal. Al respaldo de un parte del auxiliar de Intendencia señor Royo, fechado en 1914, un soldado escribió con lápiz lo que vamos a transcribir. Le falta al pliego un pedazo, y queda incompleta la carta, que es de un hijo al autor de sus días:
Mont… Querido… ésta en sus manos… y mejor estado en… de poderle el asun… que en el que nos … lidar del que pase… eterna, pero en fin lo… la Patria y ella, en el momento que sus hijos la reclaman la… manos para la salvación de muchos… abandona, como el hijo que ve morir a su padre de hambre y lo consiente, teniendo elementos para ello. Esto es horroroso para nuestra España, que tiene laureles en la historia y que pasa a la derrota por una nación que está sin civilizar y sin elementos de guerra.

Padre, reciba el último beso que le dedica este su hijo que no le olvida ni un momento, hasta que le quede el último suspiro de su vida, que será de un momento a otro. Aunque en este momento que le escribo me encuentro en el mejor estado de salud, se fijamente que mi vida y la de mis compañeros, no hay que contar con ellos.

Llevamos ocho días de fuego, en los que hemos sufrido infinidad de bajas. Para que contar, si da vergüenza decirlo. Compañías enteras han muerto. De nuestra compañía han muerto, de cuatro partes las tres y media, y yo he tenido la suerte de haber salvado.

Adiós, padre querido, reciba el último cariño de su hijo en compañía de mi tía y hermanos y toda la familia de este desventurado , que si tiene la desgracia de morir, es por la Patria.

Si en alguna cosa le he hecho pasar algún disgusto, me perdone; es lo último que le pide su hijo: y al mismo tiempo dicen una misa en la ermita de la Virgen del Pilar. La vi… donde… nos tranquilidad… y que muero tranquilo, sé que usted tiene suficiente para pasar su vida.

Padre, también me hará el favor de estar alumbrado a la Viren del Pilar un mes entero de día y de noche, si puede ser. Es lo último que le pido.

Gabriel Sáinz García.- Rubricado.
¡Viva España! Aunque muero por ella, sin darnos defensa.

El que tenga la bondad de encontrar esta carta, haga el favor de dirigir este papel a las señas que a continuación se expresa. Señas, provincia de Burgos por Villarcargo Puente Arenas.- Sr. D. Emeterio Sáinz Martínez. Comercio.

Cuatro sentimientos refleja el testamento de este bravo. Cariño filial, espíritu religioso, reproche a la nación que servía y acendrado amor a la Patria.

Los bravos defensores de Monte Arrui murieron en la creencia de que España les abandonaba, ignorando que España pasó días muy amargos, fija la mirada en lo inevitable, compartiendo sus dolores y sus amarguras.

Entonces era imposible divulgar las causas de la forzosa inacción, hoy ya del dominio público…
Los españoles vivimos muriendo esos inolvidables días. La cabeza y el corazón del General en Jefe mantuvieron titánica lucha, mas aquella triunfó del del noble impulso de su alma que le gritaba ¡auxiliale!.

Los defensores de Monte Arrui y los de Zeluán, fulminaron … contra la noble Nación que, angustiada, trémula, horrorizada, conoció la matanza. Hoy, el tremendo cargo la conmoverá y derramará lágrimas, como las derramamos el P. Revilla- que halló el testamento y de quien mañana hablaré- y este humilde cronista.

Mas consuela y levanta los corazones el grito postrero del héroe:
Muero sin defensa pero ¡Viva España!”
La crónica realizada por este insigne granadino afincado en Melilla es una pequeña muestra de lo vivido por nuestros protagonistas, por aquellos valientes soldados del Ejército Español que perdieron la vida siendo, como reza en el título “Fieles a su Bandera”.
¡Honor y Gloria a los Héroes de 1921! ¡ La muerte no es el final!

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