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Melilla y Ceuta, Ceuta y Melilla

Cuanto más pienso en ello, más claro lo veo: Melilla y Ceuta, Ceuta y Melilla, deben ser una unidad política: 170.000 personas, 170.000 españoles del Norte de Africa trabajando juntos para tener un futuro digno de ser vivido. Cuanto más pienso en ello, más claro lo veo: Melilla y Ceuta, Ceuta y Melilla, deben ser una unidad política: 170.000 personas, 170.000 españoles del Norte de Africa trabajando juntos para tener un futuro digno de ser vivido.

En el imaginario popular de los españoles, las dos ciudades están unidas. “Ya que vas a Melilla, dale recuerdos a tal o cual ceutí”, o viceversa, es una frase repetida que melillenses y ceutíes hemos recibido con frecuencia, proveniente de amigos de la Península española. Las dos ciudades, distantes y mal comunicadas entre sí, son, al mismo tiempo, muy diferentes y muy parecidas. Diferentes porque la proximidad mayor de Ceuta con la Península, el puente marítimo que prácticamente las une, ha creado un carácter de los ceutíes diferente del de los melillenses, un carácter más seguro y emprendedor. Pero en el fondo, melillenses y ceutíes tenemos muchas más cosas fundamentales parecidas, casi iguales, como el número y la composición de nuestras poblaciones, de nuestros habitantes, el vecino común que nos amenaza, el desinterés general de los políticos nacionales hacia nuestras ciudades, y -lo que es muy grave y preocupante- la debilidad e indefinición de nuestro estatus de “ciudades autónomas”, fuera de las Autonomías del resto de España.

Como ocurre ahora en España, con coaliciones de gobiernos débiles, asociados con comunistas y separatistas que persiguen la debilitación e incluso la ruptura de España, la situación de Melilla y Ceuta es todavía más peligrosa. Marruecos siempre ha utilizado los momentos de debilidad de los gobiernos españoles para intensificar sus presiones anexionistas, de inmigración ilegal, de tráfico de drogas, de tráfico de terroristas, de presión económica sobre las dos ciudades. Marruecos presiona para que no entremos en la Union Aduanera europea, aprieta para que sigamos siendo diferentes del resto de España, para que nuestro empobrecimiento económico concluya en el abandono de las dos ciudades. Por ahora solo son palabras, es cierto, pero lo mismo ocurrió con el Sahara. Siempre parece que no va a pasar nada, hasta que pasa.

En un Editorial que publicamos el pasado 5 de enero recordábamos que el artículo 94.1 de la Constitución contempla que una mayoría simple en las Cortes (176 diputados) puede aprobar la cesión de una parte de nuestro país a otro Estado. Nuestro actual Gobierno también ha renunciado a Gibraltar que, sin más preámbulos y a toda prisa, ya forma parte del territorio Schengen europeo, y hasta podría argumentar el Gobierno, basándose en el mencionado artículo 94.1 de la CE, que el abandono de Ceuta y Melilla no sería anticonstitucional.

La defensa de melillenses y ceutíes debería empezar por tener más peso y más seguridad política, logrando que tengamos un verdadero estatuto de autonomía para las dos ciudades, con al menos dos diputados y cuatro senadores que, preferiblemente, no estén atados a partidos políticos de ámbito nacional ni a las órdenes superiores que se puedan recibir desde “Madrid”. Tenemos que lograr, también, entrar en la Union Aduanera Europea, venciendo la oposición marroquí, desoyendo los cantos de sirena interesados en impedirlo y manteniendo nuestras históricas ventajas fiscales, lo que no debería ser nada difícil.

Para lograr todo eso, para tener un futuro digno de ser vivido, melillenses y ceutíes hemos de actuar unidos, empezando por crear un clima de cooperación profunda entre los dos pueblos. Los periódicos de las dos ciudades ya hemos dado un primer paso de cooperación, que me parece imprescindible para que nuestras dos ciudades tengan algún futuro. Una cooperación sobre la que iremos profundizando, presentando también en el resto de España proyectos e imágenes conjuntas de y para las dos ciudades.

Posdata
El clima de inestabilidad e irritación que denunciábamos en nuestro Editorial de ayer se puso una vez más de manifiesto en el Pleno de Control al Gobierno que se celebró por la mañana, plagado de incidentes, con el agravante, de fondo, de que los casos activos de Covid siguen subiendo en nuestra ciudad (550 casos ayer), como en el resto de España. Nuestro país registra, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) la enorme cifra de 80.603 “excesos de muertes” desde el mes de marzo pasado, cuando empezó la pandemia, cifra muy superior a los 52.275 que el Gobierno publica como dato de “fallecidos oficiales”. Melilla, con 76 muertes, lidera el mal ranking porcentual español de muertes por cada 100.000 habitantes, aunque hay que alegrarse de que lideremos el buen ranking de porcentaje nacional de vacunas utilizadas con respecto a las recibidas.

Lo que no permite alegría alguna es que “el novio del 31 de diciembre” siga cobrando de la administración pública como asesor. Su cese como cargo de confianza se debía de haber producido ya, sin excusas y sin más dilaciones.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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