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Una vacunación menos masiva y más selectiva

La ciudadanía de nuestra ciudad está en estos días pendiente, al igual que los ciudadanos del resto del territorio nacional, de la vacunación contra la nueva pandemia, Cóvid 19, teniendo como reto la rapidez de llevarla a cabo de una forma masiva y total. Según afirma el Gobierno central, el setenta por ciento de la población estará vacunada para el uno de Julio. Algo que sin duda, llevaría a Melilla, de seguir el ritmo marcado por el Ministerio de Sanidad, a retomar la normalidad de nuestra vida cotidiana.
Desde mi perspectiva, dicho así, a groso modo, queda bien decirlo y nadie le puede quitar la razón a una obviedad semejante si se consigue dicho objetivo, pero no creo que sea necesario llegar a esas cotas tan elevadas de ciudadanos vacunados para volver a la normalidad.

Sabemos que el ochenta y dos por ciento de las personas que padecen una sintomatología medianamente notoria tienen carencias severas en su sistema inmunitario; nuestra sistema inmune no es una vacuna nada despreciable… Sabemos que son los mayores de sesenta años y las personas con patologías previas las más vulnerables de ser hospitalizadas y de morir, y que la enfermedad se hace más peligrosa y adquiere una mayor carga viral en los lugares cerrados y públicos. También sabemos que las nuevas vacunas no evitan la trasmisión del virus y que los menores de dieciséis años no se van a vacunar precisamente por ser la población menos susceptible de contagio y le implique una neumonía bilateral.

Las autoridades sanitarias afirman que las vacunas actuales de ARN tienen un noventa y cinco por ciento de eficacia…Yo no me lo creo, pero tampoco es necesario. Además de ver un disparate la infraestructura de transporte y conservación que necesitan los citados medicamentos.

Creo sinceramente que preocuparse de fortalecer el sistema inmune junto a la efectividad de una vacuna que oscile entre un setenta por ciento de efectividad en cuanto a la sintomatología aplicada en las personas mayores de sesenta años, militares, funcionarios, personal de hostelería, aquellos trabajadores que trabajen en una oficina abierta al público y jóvenes con patologías previas sería una medida lo suficientemente efectiva como para llevar a nuestra ciudadanía a la normalidad, siempre y cuando hagamos un uso responsable de la misma.

Yo opto por la vacuna de Oxford. Inyectar primero media dosis para que el virus no sea lo suficientemente fuerte como para mutar frente a nuestro sistema inmune y después de un mes poner la dosis completa y ser conscientes de que hasta que no se pase otro mes, la vacuna no será realmente efectiva.

No obstante; y ya sé que peco de obsesivo, pienso que la ciudadanía de motus propio tome un refuerzo de 15 mg de zinc, 250 mg de quercitina, 400 UI de Vitamina D y 300 mg de Vitamina C, además de comer un veinticinco por ciento de legumbres, otro de carne huevos o pescado y un cincuenta por ciento de verduras variadas y fruta. Utilizar el comino negro y la cúrcuma activa nuestro sistema inmune lo mismo que diariamente caminar unos cuarenta y cinco minutos a un ritmo ni muy pausado, ni muy acelerado.

Hay dos factores que opino son importantes: el primero, sería hacerse dos test serológicos en un intervalo de catorce días antes de ponerse la vacuna y el segundo, la toma de quercitina, ya que es un flavonoide natural que al mismo tiempo hace que las células absorban el zinc antes de que cualquier virus las penetre, también es un antialérgico que puede paliar los efectos secundarios que pueda tener la vacuna.

La vacuna es un gran avance frente al Covid 19, pero desde mi perspectiva, no es la solución. La solución está en la responsabilidad de cómo abordemos este problema. O sea, en nosotros mismos.

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