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REQUIEM: A mi querido amigo Isaque, “el Rubio”…

Ayer tuvimos conocimiento de la fatal noticia del fallecimiento (por COVID) de don ISAAC BELILTY, más conocido en el mundo comercial de Melilla como “Isaque el rubio”, apodo que tanto le gustaba…
Sin exagerar un ápice, ha sido una terrible conmoción, y será una perdida, sin duda, irreparable, … que ha dejado inmersos en un profundo sentimiento de tristeza a todos los que le conocíamos, que somos miles, y en especial, a la Comunidad Judía de Melilla, de la que era un activo miembro, fiel creyente y observante de las leyes del Creador.
Tuve el privilegio de conocer muy de cerca a Don Isaac. Fui su asesor financiero personal durante 18 años. Y nuestra relación profesional, pronto se transformó en muy personal, intima, de máxima confianza. Le conocí como formidable, ágil y exitoso empresario (a todas luces manifiesto), pero también como padre de familia, esposo, amigo, compañero, y sobre todo, como un excepcional ser humano. Sí, y quiero resaltar esto último. Porque a pesar de ser catalogado con la etiqueta de “rico”, nunca dejó de ser una persona muy sencilla y humilde, como fue su niñez. Siempre estuvo cerca de los pobres y ayudó económicamente a cientos o miles de personas, la mayor parte de las veces, en secreto. Apoyó a familias, a empresarios en sus inicios, y siempre tendió la mano al necesitado, y, lo que es más loable, con una espléndida sonrisa, que, junto a sus bellos ojos verdes, despertaban y levantaban el ánimo de todos los que le conocían.

Hubo algo que no sabía hacer: Enojarse.

Me consta que, como padre, fue también amigo de sus hijos. Nunca le oí pelear con ellos ni ningún maltrato de palabra, sino todo lo contrario, permanentemente dispuesto a aconsejarles y ayudarles, preocupado (mejor dicho, ocupado) de sus nietos y de la paz de sus hogares. Le encantaba estar rodeado de todos sus familiares y no dudó nunca en invertir lo que fuera necesario para conseguirlo. Y así hizo, durante decenas de años. Era un enamorado de LA FAMILIA.

Luego fue abuelo…, y también un risueño bisabuelo.

Pero, a pesar del del abatimiento y del sentimiento de orfandad de estos momentos, prefiero quedarme con la imagen de haber conocido a una de esas pocas personas en el mundo que consiguen completar su “misión terrenal”, en el sentido de que completó sus días. Está escrito en la Biblia que cuando falleció Abraham, (Genesis 25.7) murió en “buena vejez”, lo cual es interpretado por los sabios del Talmud (Rashi) como que sus días fueron completos, es decir, no desperdiciados en banalidades. Y esa fue la vida de Don Isaac: plena, alegre y comprometida. Las lágrimas de nuestros ojos y el dolor de nuestros corazones serán consolados por su recuerdo, y especialmente, con la conciencia de saber que aprovechó la vida en este mundo para ser todo un ejemplo para sus hijos, ayudar, sonreír a todos, sostener a su familia, a su Comunidad, y en general, a aportar su granito de arena (realmente una gran piedra) para hacer de este mundo, un lugar más perfecto.

Nos debe quedar un aprendizaje: La vida no es vida si no la llenas de contenido espiritual, altruismo, y generosidad. Así fue su vida. Podemos afirmar que, aunque ha fallecido, y su cuerpo no está entre nosotros, de alguna forma, su forma de vivir, su humanidad, sencillez, sus nobles acciones, y en general, su inmenso legado, sigue y seguirá VIVO, eterno, en nuestras mentes, por muchos años.

Isaque, muchas gracias por todo lo que nos has dado.

Que el Creador cuide de su alma hasta la próxima, pronta, Redención y Resurrección.

Dedicado especialmente a sus hijos: Alberti, Mimi, Ani, Ruth, Debora y Jaime. Esten muy orgullosos de haber tenido ese padre.

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