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Melilla no es una excepción

Melilla no es una excepción, y así lo atestigua “El Gran Tour del Franquismo”, un trabajo de investigación que acaba de salir a la luz, según el cual hay 5.340 símbolos ilegales repartidos en 870 municipios del país. Uno de ellos es una estatua dedicada a Franco en Santa Cruz de Tenerife, donde hasta hace seis meses gobernaba el PSOE con el apoyo de Ciudadanos La estatua de Franco, que lleva cerca de medio siglo en la vía pública de Melilla, se ha convertido en una cortina de humo perfecta para el Gobierno del cambio. Una especie de circo para distraernos de lo importante, que es que más de 6.100 personas se han contagiado de covid en Melilla, que 53 personas han muerto en esta pandemia, y que nuestro hospital está a reventar, sobre todo la UCI, donde no cabe un alfiler. Que nuestra economía se está yendo a pique porque a las empresas no les están llegando las ayudas, y que algunas de ellas, que son “de toda la vida” y prestan servicios públicos imprescindibles, agonizan porque la Ciudad Autónoma pasa de ellas. Es el caso de la COA o el Centro Asistencial, por ejemplo.
Con este panorama desolador, que es bastante peor que cuando algunos de los que hoy gobiernan salían a la calle con pancartas proclamando que Melilla se moría, alguna cabeza pensante del tripartito debió llegar a la conclusión de que era momento de echar mano de Franco. Aunque todo parece indicar que es el PSOE el que más ganas le ha puesto a avivar esa llama, no solo porque tiene en sus manos las competencias, sino también porque tiene en Pedro Sánchez al mejor maestro, como hemos podido ver desde que llegó a la Moncloa.
Causa estupor que la estatua sea lo prioritario ahora, cuando este Gobierno de Melilla va camino de cumplir el ecuador de la legislatura y, sobre todo, con la que está cayendo. Claro que tenía que haberse puesto solución antes al asunto de la estatua si es verdad que incumple la ley, algo sobre lo que no hay unanimidad. Pero lo que no se puede entender es que ahora sea lo urgente, cuando la propia Gloria Rojas reconoció no hace muchos días que en esta pandemia había otras cosas prioritarias que atender.
Ahora que la cosa se está poniendo fea, parece que lo urgente es la estatua, y para ello no hay rubor en recurrir a mentiras como que Melilla es la única ciudad europea donde hay una estatua de un dictador. ¿Por qué nuestros políticos son tan dados a hablar con tan poca precisión, cuando el cargo les exige más rigor en la información que transmiten? Melilla no es una excepción, y así lo atestigua “El Gran Tour del Franquismo”, un trabajo de investigación que acaba de salir a la luz, según el cual hay 5.340 símbolos ilegales repartidos en 870 municipios del país.
Uno de ellos es una estatua dedicada a Franco en Santa Cruz de Tenerife, donde hasta hace seis meses gobernaba el PSOE con el apoyo de Ciudadanos. Es una fuente escultórica llamada “Monumento a Su Excelencia el Jefe del Estado”, popularmente conocido como «Monumento a Franco», bastante más grande que la estatua de Melilla y que también genera bastante polémica. PSOE y Ciudadanos la han mantenido allí en Tenerife, pero en Melilla no dudan en dejar a un lado la pandemia para ponerse manos a la obra en retirarla y montando un buen show, para que todo el mundo se distraiga de lo realmente importante. ¿Por qué hay que someter a votación y debate este asunto si, como alega el Gobierno, se retira para cumplir la Ley de Memoria Histórica? El cumplimiento de una ley no hay que someterlo a votación, sino acatacarlo y punto.
Estos dobles raseros, imprecisiones y extrañas prioridades deberían sonrojar a nuestros gobernantes. Gran parte de la ciudadanía para la que gobierna no entiende su postura. Si se dan un paseo por las redes, podrán comprobar cuán lejos están del sentir general y, sobre todo, de las urgentes necesidades que tiene esta ciudad cada vez más moribunda.

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