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Entrevista Mario Carciente, propietario del establecimiento

El Palacio de Cristal de Melilla cerrará próximamente sus puertas tras más de 90 años de historia en el comercio de nuestra ciudad

Pertenece a la segunda generación de las tres que han formado parte de “El Palacio de Cristal” dentro del comercio local de Melilla. La misma familia ha dedicado toda una vida a mantener dicho negocio, que comenzó en manos de Moisés Carciente Benarroch, en el año 1929. ¿Cuándo se fundó la empresa?
Este negocio lo fundó mi padre, Moisés Carciente Benarroch, en el año 1929, hace ya más de 90 años. Realmente fue un traspaso y dicho negocio ya se llamaba el Palacio de Cristal por la persona que lo tenía en aquel tiempo y mi padre continuó hasta que prácticamente falleció en el año 1984. Yo desde hace más de 60 años llevo en la empresa, desde que tenía 18 años. Se dedicaba de toda la vida al menaje de cocina, hogar, regalos.

Los artículos eran más amplios de los que hay hoy día y también se vendían juguetes.

En ese tiempo la venta de juguetes se limitaba a la época de Reyes. En Navidades la tienda se transformaba entera y se convertía en una tienda de juguetes.

Cuando pasaban los Reyes se volvían a cambiar de nuevo las estanterías y se continuaban vendiendo los artículos de siempre, menaje y todo lo que se sigue vendiendo hasta hoy.

¿Por qué han decidido cerrar el Palacio de Cristal?
Es algo que llevábamos pensando hace ya bastante tiempo, diría que varios años.

Principalmente, porque el que lo lleva actualmente es mi hijo, que lleva allí desde que se fundó la tienda de Juguetón, que exactamente fue en el año 98, que lo inauguramos, porque una de mis ilusiones de siempre, de toda la vida, era tener una buena tienda de juguetes, no tener eso que hacíamos antiguamente de quitar juguetes y poner juguetes para los Reyes, sino establecer una tienda como era debido y la verdad, pues ha sido un acierto, porque el negocio del juguete ha ido cada vez a más, mientras que el menaje ha ido a menos.

Muchas veces hemos estado por la idea de transformar la tienda del Palacio de Cristal de menaje, en una tienda también de juguetes, pero no nos pareció una salida adecuada para las circunstancias de Melilla, nos pareció ya demasiado grande tanto negocio para juguetes solo, y al estar mi hijo solo allí y no poder ayudarle, como he hecho hasta no hace mucho, pues creímos que lo más oportuno era cerrar la parte de menaje y dedicar toda la actividad a la tienda de juguetes. No hay ningún otro motivo. Llevamos toda la vida aquí, nosotros somos ya prácticamente cinco generaciones viviendo en Melilla, desde que vino aquí mi abuelo en el año 1860, desde Tetuán.

¿Existe algún nuevo proyecto profesional?
No tenemos previsto ningún proyecto nuevo. El motivo principal es centrarnos exclusivamente en la tienda de juguetes. Ha cambiado muchísimo, lo que era antiguamente una tienda de juguetes pequeñita, a vender juguetes todo el año. También ha cambiado totalmente la mentalidad de la gente, la forma de vender, ya entramos en internet, se vende más a través de la web, online, en fin, es otra forma de trabajar, ampliar la parte que se dedica ahora a juguetes a otras líneas que van unidas también a la misma actividad.

Durante estos años que ha estado la tienda abierta ¿Cómo ha vivido la historia del comercio en Melilla?
Bueno, yo he vivido de todo. Calculo que en sesenta y tantos años, hemos vivido épocas con muchos problemas, con crisis, pero hemos vivido también épocas muy prósperas, donde se ha trabajado muchísimo. Pero últimamente y desgraciadamente las cosas ya son muy distintas. Ha afectado lo que vivimos el año pasado y el cierre de la frontera. El Palacio de Cristal, dependía mucho de Marruecos, por la clientela que teníamos fija y aparte también por los clientes que venían de dicho país, que expresamente pasaban por allí, como pasaban por el resto de comercios del centro de Melilla. Teníamos además un negocio dedicado a la venta al por mayor de menaje y de cristal, que se vendían a los clientes que teníamos de la frontera y prácticamente todo eso ha desaparecido. Esta ha sido también una de las circunstancias por las que el negocio ha venido un poquito a menos.

¿Cuál diría entonces que ha sido su mejor momento?
Prácticamente todos, antes de empezar a trabajar con mi padre en la tienda, mi pensamiento era haberme marchado de Melilla a Venezuela. Es una historia de la que no me arrepiento y al contrario, me alegro mucho. Cuando tenía 19 años, antes de hacer el servicio militar, tenía proyectado viajar a Venezuela, donde tenía muchos familiares y me llamaron para que fuese a conocer aquello y si me gustaba, pues quedarme a vivir ahí, pero mi padre en esa época me dijo que cómo iba a seguir solo, que quién se iba a hacer cargo del negocio y tal… era una época en la que había bastante trabajo (yo soy el mayor de seis hermanos, dos varones y cuatro hembras). Al final accedí a su petición, descarté el viaje a Venezuela y me quedé aquí en Melilla, de lo cual, me alegro muchísimo, porque gracias a eso, tengo a una mujer e hijos maravillosos, nietos, biznietos, un negocio y gracias a Dios, creo que dejo una buena cimiente. Todo ha sido, afortunadamente, buenos resultados y en fin, una satisfacción muy grande de haber seguido aquí siempre trabajando.

Después, también pasé otra época muy buena, que fue el haber sido presidente durante 7 años de la Comunidad Israelita de Melilla en los años 90, lo cual también fue una experiencia muy buena, porque tuve muy buenas relaciones con todas las autoridades locales, viajes a Madrid, en fin, las relaciones propias del cargo.

Fue además una época en la que se llegaron a hacer cosas muy bonitas para Melilla, como un viaje de antiguos judíos que vivían aquí y que se habían marchado y que regresaban para volver a visitar la ciudad después de haber estado ausentes cuarenta o cincuenta años. Se inauguró el monolito de Yamin Benarroch en la Plaza de las Culturas, donde se hicieron unos actos muy emotivos y en fin, hay muy buenos recuerdos.

¿Y su peor momento?
No sé decirle. Lo pasé muy mal cuando falleció mi padre, que además de ser mi padre era mi compañero en el negocio, con el que trabajaba codo a codo y me costó bastante. Lo eché muchísimo de menos y posteriormente hubo una época muy mala, cuando la epidemia del cólera, donde también estuvimos aislados con la frontera de Marruecos muchísimos meses y se pasaron mal, pero todo eso es muy superable. No ha sido algo importante como para recordarlo con preocupación o como un mal recuerdo

Con tantos años que habéis estado abiertos, habréis tenido alguna que otra anécdota. Cuéntenos alguna

Teníamos en aquella época juguetes en Reyes y en la calle se formaban colas. En un negocio pequeño éramos a lo mejor, doce o catorce empleados y amigos que venían y familiares que nos ayudaban para atender al público y se celebraban cenas al final, cuando ya terminábamos por la noche el último día de Reyes, festejándolo ahí mismo, en el mismo negocio.

Recuerdo a un cliente que vivía encima del local donde teníamos la tienda y vino a pedirnos un artículo y al preguntarle que qué quería, nos dijo “quiero unos zapatos de hierro” pero no había manera de entenderle y cuando me llevó al escaparate, me señaló diciendo, ¡eso, eso! Jajaja, ‘eso’ eran unos patines que vendíamos con las ruedecitas de metal, de cuatro ruedas. Fue una cosa simpática que nunca se nos olvida y hace más de cincuenta años.

Había un chico de los que trabajaban con nosotros que era muy bromista y cuando venía algún amigo a vernos, de vez en cuando decía, “bueno, vamos a arreglar estas estanterías que tenemos que cambiarlas” y un día le dijo a uno “mira, vamos a mover esta columna, porque hay que quitarla para poder poner una estantería de juguete” y eran pilares de hierro en forma de columnas que estaban en casi todos los edificios del Centro de Melilla, así que el pobre hombre se quedaba empujando y empujando la columna hasta que al final se lo decía y poca cosa más.

El negocio ha ido cambiando totalmente, hemos pasado de vender cocinas de gas butano de petróleo a vender aparatos y electródomésticos sofisticados, o sea, de todo.

Aun tengo en la tienda como recuerdo, una pequeña colección de juguetes antiguos, que están allí expuestos en una vitrina de los años 1940 y 1950, más o menos. Artículos de madera, como camioncitos y juguetes que se vendían en aquella época, que yo los guardo como una reliquia. Aun conservamos las maquinas de escribir, las cajas registradoras de manivela, que las tenemos guardadas porque son la historia del negocio.

Para concluir, ¿quiere añadir algo más?
Agradecer al público de Melilla, a toda la ciudad, incluyendo a todas las autoridades que siempre nos han apoyado. Gracias a ellos hemos creado una empresa que se ha mantenido durante tantísimos años.

Que si vamos a dar el paso de cerrar esta parte, es porque queremos hacerlo voluntariamente, no por circunstancias adversas, ni muchísimo menos, sino al contrario, es porque queremos seguir mejorando en otros aspectos.

Reitero las gracias a toda la ciudadanía porque siempre nos ha apoyado en todos los sentidos.

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