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Del Colegio Médico y de la alegoría del mal gobierno

Hay, desde hace poco tiempo, una nueva directiva en el Colegio Médico de Melilla, con ideas claras sobre el pasado del Colegio y también sobre el difícil presente actual de la medicina en nuestra ciudad. El miércoles publicamos una entrevista con la vocal y portavoz del Colegio, la doctora María Teresa Sagrario, que habló muy claro y se lamentó, con fundamento, de que las autoridades sanitarias locales no cuentan con el Colegio de Médicos para formar parte de la llamada Comisión de Expertos, “de la que no forma parte ningún médico”, cuando en el Colegio están “los profesionales, que son los verdaderos expertos en la materia de la pandemia”.
Hay, desde hace poco tiempo, una nueva directiva en el Colegio Médico de Melilla, con ideas claras sobre el pasado del Colegio y también sobre el difícil presente actual de la medicina en nuestra ciudad. El miércoles publicamos una entrevista con la vocal y portavoz del Colegio, la doctora María Teresa Sagrario, que habló muy claro y se lamentó, con fundamento, de que las autoridades sanitarias locales no cuentan con el Colegio de Médicos para formar parte de la llamada Comisión de Expertos, “de la que no forma parte ningún médico”, cuando en el Colegio están “los profesionales, que son los verdaderos expertos en la materia de la pandemia”.

La coordinadora de la lucha contra el covid-19 en Melilla es la vicepresidenta primera de la Ciudad y secretaria general del PSOE local, Gloria Rojas, quien, como es manifiestamente evidente, no tiene ni idea de medicina y su actitud habitual ante los problemas, según ella misma declara, es “estar pendiente”. Siempre pendiente, nunca actuante. La postura oficial del Gobierno de la Ciudad y de Ingesa, que depende directamente del Gobierno nacional, es que la pequeña Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Melilla “está a un 64% de ocupación”. La realidad es que, como dice la doctora Sagrario, “está llena, salvo una cama”, que no es lo mismo, sino casi todo lo contrario. La razón de tamaña disparidad, explica María Teresa, es “porque cuentan camas que realmente no están acondicionadas” para una UCI.

Cuando se le hace la lógica pregunta de qué va a pasar si, con una sola cama libre en la UCI, hubiera que ingresar a dos pacientes, la lógica respuesta de la doctora es terrible: “pues se tendrá que decidir quién se salva, porque los que ahora ingresan en la UCI están muy mal, y evacuar es un problema… de hecho fallecieron los tres pacientes que fueron evacuados a Almería”.

La decisión sobre la vida o la muerte la tomará, en ese caso, un médico, por eso la doctora Sagrario hace bien advirtiendo que cuando el médico tenga que tomar la fatídica decisión, ni él, ni el Colegio Médico, serán los responsables, “sino los que nos han llevado a no tener los medios suficientes para poder cuidar a esos dos pacientes y que pudieran entrar en la UCI… Nadie está contando con nosotros, los médicos, y por eso hemos realizado este escrito”, porque, lógicamente, si se muere un paciente no atendido, la familia pondrá una denuncia, con toda la razón del mundo. Pero “la culpa no recaerá sobre del médico que esté de guardia, sino sobre la gerencia del hospital o sobre los que mandan”.

A lo mejor estar siempre “pendiente” y no contar con los médicos no es la actitud necesaria para evitar las catástrofes sanitarias, ¿no le parece, señora Rojas, coordinadora de la lucha en Melilla contra el covid-19?
Son algunas de las consecuencias del mal Gobierno. En El Palacio del Pueblo de la italiana Siena, Ambrogio Lorenzetti pintó en 1338 tres frescos extraordinarios. El primero, la Alegoría del buen gobierno; el segundo, Los efectos del buen gobierno; el tercero, La Alegoría del mal gobierno. Este último fresco lo domina una figura con colmillos y cuernos llamado Tiranía, o despotismo, y en la parte posterior del fresco se ven las consecuencias económicos de la Tiranía y la ignorancia: hay muchas muertes, la ciudad está desolada, las casas mal mantenidas, no hay actividad económica ni comercio, la pobreza es visible. ¿Nos suena eso a los melillenses, como a algo conocido y cercano?
Ya llevamos mucho tiempo derrotados por el Estado, decía Stefan Zweig, pesimista por el curso de los acontecimientos, pesimista entonces, como lo estamos los melillenses ahora. Melilla, por volver a lo del coronavirus, lidera, con el 32%, el porcentaje nacional de muertos por cada 100.000 habitantes. La sanidad melillense depende directamente, como se sabe, del Gobierno central, y tenemos que aguantar a la secretaria general del PSOE local -Gloria Rojas, nombrada coordinadora en Melilla de la lucha contra el covid- declarando que “en Madrid tienen conocimiento total y absoluto de la situación de Melilla” y que los melillenses podemos descansar tranquilos porque el Gobierno nos protege y cuida de todo, un sarcasmo que provocaría la risa, sino fuera tan dramática y tan triste nuestra situación.
“Se hace todo lo que está en nuestra mano”, se excusa Gloria Rojas, cuando se le pregunta por las promesas incumplidas en Melilla en la luchar contra la pandemia. La única conclusión a la que se puede llegar es la que destacamos en nuestro Editorial del viernes: “Si esto es todo lo que nuestros gobernantes pueden hacer, después de casi un año y tres olas pandémicas gigantescas -que se están pudiendo aguantar no por el trabajo que están haciendo los políticos, sino por la entrega de nuestros profesionales sanitarios- entonces lo mejor es que vayan desalojando sus despachos y dejen pasar a otros mejor preparados y con más ganas de trabajar”.

Pero no lo harán, no se irán, salvo que les echen o destituyan, porque la inmensa mayoría de ellos jamás han vivido, ni vivirán, como ahora lo hacen. Se avecinan tiempos de cambio en el Gobierno local, quizás empezando por la cúspide, pero este Gobierno no necesita solo algún cambio, sino un cambio radical, un gobierno pequeño y de concentración, ante una situación local parecida a la del Infierno de Dante, como mínimo.

Posdata
Dos tuits “de sabiduría” para desdramatizar un poco:
La envidia, es sabido, lleva su castigo incorporado y, a diferencia de otros pecados capitales, no aporta placer alguno. Te condena por haber sufrido sin contraprestación. Es vicio de idiotas.

Los mediocres creen que la libertad es el derecho que tienen a elegir un amo

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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