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CARTA DEL EDITOR

Cambios imprescindibles en Melilla

Para que Melilla y Ceuta tengan un futuro español es imprescindible que se resuelvan dos asuntos. El primero, que tengamos un Estatuto de Autonomía. El segundo, entrar en la Unión Aduanera. Ser, así, plenamente españoles y europeos. Gran y documentado artículo, el miércoles, de Marcos R. Pérez González, sobre Melilla y Ceuta, en sí mismas y en sus relaciones con Marruecos. Es un artículo largo, pero recomiendo su atenta lectura. Destaco lo siguiente: “Ni Melilla ni Ceuta se pueden insertar en la economía de su entorno marroquí, porque es una zona depauperada en esencia y porque la dictadura marroquí niega cualquier posibilidad de generar sinergias entre ambas zonas que beneficien a las dos ciudades…Si nos hubiéramos integrado completamente en la CEE -o sea, estando en la Unión Aduanera- en vez de depender del territorio marroquí inmediato a través de una actividad insana como el comercio atípico, la situación actual de las dos ciudades sería muy distinta. El futuro de Melilla dependerá de la solución a este dilema, estar totalmente integrados en España y la UE o no estarlo, como en la actualidad. Hay que fortalecer la españolidad de Melilla y Ceuta políticamente, y eso se logra integrándonos plenamente en el resto del país, en la UE y en el espacio Schengen, manteniendo un régimen económico y fiscal diferenciado y con un nuevo marco normativo en materia migratoria que trate expresamente este problema en las dos ciudades”.
Resumo e insisto en mi ya manifestada opinión: Para que Melilla y Ceuta tengan un futuro español es imprescindible que se resuelvan dos asuntos. El primero, que tengamos un Estatuto de Autonomía, saliendo de la etérea y peligrosa situación de Ciudades Autónomas en la que nos hallamos. El segundo, entrar en la Unión Aduanera. Ser, así, plenamente españoles y europeos.
Sobre el estado de la democracia, lo que es verdaderamente “social” y lo que no lo es, artículo de Francisco Bohórquez el miércoles: “Si el poder político aumenta, la corrupción aumenta. Nos venden -los que nos gobiernan- que son muy sociales, que lo importante son las personas vulnerables y que necesitamos pagar impuestos. La realidad es que -a los políticos- solo les importan los pobres si son ellos los que les ofrecen las ayudas (con nuestro dinero, claro)… Muy sociales, sí, pero con el dinero de los demás y solo si son ellos los que salen en la foto”. Conviene tenerlo en cuenta una y otra vez. Y recordar, a propósito del uso y abuso del dinero ajeno, lo que que recoge Juan Ramón Rallo en su libro “Una revolución liberal para España”: “Pagar impuestos debería considerarse alta traición. Negarse a pagar impuestos es el primer deber de cualquier ciudadano”. Lo escribió Karl Marx, que no fue precisamente un liberal. Los impuestos, obtenidos mediante coacción, son un robo y, según el fundador ideológico del comunismo, todo ciudadano debería negarse a pagarlos.
José Megías escribió, ese mismo día, sobre lo mismo, refiriéndose concretamente a Melilla: “Este gobierno presume de social, pero no lo es”. Es la conclusión a la que llega tras analizar cuidadosamente los Presupuestos de nuestra Ciudad Autónoma para 2021, presupuestos que, por cierto, todavía no han entrado en vigor. Y me sumo y refuerzo el apoyo al más que centenario Centro Asistencial de la Gota de Leche de nuestra ciudad, y a su Rifa de la Caridad, claro.
Para completar el cuadro de lo que es estratégico para Melilla hay que prestar atención a nuestra lamentable situación política. Faltan más de dos años para las elecciones locales melillenses, pero, en este estado de angustia, desolación y pésimas expectativas de futuro en el que nos encontramos, cualquier noticia adquiere una resonancia inusitada. Por ejemplo, la previsible vuelta a la política local del que fuera presidente de nuestra ciudad, Ignacio Velazquez, esta vez vía Vox.
“Una revolución para Melilla”, titulaba yo en mi Carta del jueves pasado. Y añadía que Melilla necesita, a gritos, un cambio profundo en sus estructuras económicas y políticas. La revolución, el cambio profundo, en la política local es imprescindible y, en mi opinión, inevitable. Un breve análisis de la situación de los partidos politicos melillenses con representación en la Asamblea lo demuestra.
En el primer partido por su numero de diputados locales, el PP, creo que Juanjo Imbroda se equivoca al pretender volver a ser presidente local del partido. España necesita un cambio político profundo; Europa nos avisa, por poner un simple aviso, que sin reformas no habrá inversiones y que los fondos no serán cheques en blanco. Melilla lo necesita también, y los cambios se producen desde la cabeza -apoyados por la cabeza, Juanjo Imbroda- pero tienen que empezar por la cabeza -el paso lateral de Juanjo Imbroda. Hay mucho tiempo para volver a eso, pero lo que digo me parece imprescindible.
Algo parecido se puede decir sobre el segundo partido político, CpM. En el partido debe seguir Mustafa Aberchán, pero no debe seguir siendo el partido de Aberchán, ni continuar siendo un partido étnico. Melilla necesita un partido local fuerte e interétnico, capaz de pactar y con peso local en Madrid, y ahora no lo tiene.
Los demás partidos: El PSME-PSOE ha ido pasando de los grandes tiempos del gran Justo Sancho Miñano a la lejanía de la gobernabilidad y, de seguir así, llegará a la insignificancia. Vox, bajo la presumible dirección local del amigo de Santiago Abascal, Ignacio Velázquez, es, como lo pueden ser sus presuntos pactos, una incógnita. Ciudadanos, aunque es difícil, podría sobrevivir, curiosamente bajo la dirección del hijo de Justo Sancho Miñano, del mismo nombre.
En cualquier caso, queda todavía mucho tiempo para la gran cita electoral local. Habrá muchas ocasiones para seguir opinando y escribiendo.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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