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Confirmada la condena contra Aberchán y otros

Es posible que los que parece que se pelean, en realidad hayan pactado una alianza electoral futura. Habrá tiempo, y motivos, para volver sobre eso. Además, la reafirmación por el Supremo de la condena, entre otros, de Mustafa Aberchán, le imposibilita como candidato, lo cual acrecienta las posibilidades de cambio.

Pensar fuera de la caja (thinking outside the box, en inglés), o contra la caja (against the box) es una metáfora que significa pensar diferente, desde una perspectiva nueva, de una manera novedosa o creativa. Se trata de no perder el tiempo pensando en cosas obvias, no rendirse ante lo que te quieren imponer los poderes públicos (the box), sino tratar de pensar más allá. Así ha avanzado el mundo. Así puede seguir progresando la humanidad. Así podría cambiar Melilla, que ahora camina hacia su irrelevancia y su desaparición.

Fijémonos, en el caso melillense, en algunos casos notables, en lo que pasa con la hostelería melillense, por ejemplo. Ahora “la caja”, los que gobiernan, han decidido que hay que masacrar, hipercontrolar el sector hostelero, por presuntas y nunca demostradas, probablemente inexistentes, razones de propagación del covid 19.

El viernes publicamos una entrevista con el presidente del sector, Chakib Mohamed, en la que demostró que piensa fuera de la caja y lo dijo -algo muy lejos de lo habitual en nuestra ciudad-, razonando y sabiendo lo que decía, porque se había molestado en saber lo que pasa aquí en el maltratado e importante sector hostelero y lo que ocurre con ese sector en el resto de España. Lo asombroso -en este caso como en tantos otros más- es que asombre que una persona valiosa, como Chakib, se atreva a pensar de una manera diferente y, sobre todo, que se atreva a decir públicamente lo que piensa, que es lo que verdaderamente sucede: que se está demonizando, sin razón, a un sector muy importante en Melilla, y en España.

Un sector, el hostelero, que acaba de padecer, el sábado, la muerte de uno de sus más valiosos e históricos miembros: Antonio Alamilla, propietario del Restaurante Anthony, un empresario emprendedor, una persona muy abierta, muy cariñosa, que deja un importante hueco y aumenta la sensación de orfandad empresarial que en Melilla tan acusadamente padecemos.

La pandemia local continúa. Pero hay muchas pandemias en nuestra ciudad, no solo la sanitaria del covid-19 y sus diversas mutaciones. También hay una pandemia política muy dañina, con acusada falta de sentido democrático. Como resaltaba nuestro Editorial del viernes pasado, es constante, por parte de los políticos gubernamentales, la huida y el rechazo a la comparecencia ante los medios de comunicación, que, con su tarea de supervisión del poder, son elemento fundamental e imprescindible de cualquier verdadera democracia. El desprecio de los políticos en el poder hacia los medios de comunicación es, por su evidencia y enormidad antidemocrática, inocultable, aunque las falsas y habituales declaraciones políticas pretendan hacernos creer lo contrario.

La politica melillense sigue siendo un punto negro de nuestra ciudad. Pasan los días y se acrecienta la absoluta necesidad de cambio. Además: no todo es lo que parece. A veces, como ahora ocurre, las apariencias engañan y con ellas, con las apariencias, nos intentan engañar. Es posible que los que parece que se pelean -porque quieren que así lo parezca- en realidad hayan pactado, o intentan hacerlo, una alianza electoral futura. Habrá tiempo, y motivos, para volver sobre eso.

El centro de atención política nacional ha estado centrado, durante los últimos días, en Cataluña. El nefasto resultado de las elecciones del domingo ha sido, como se temía, más de lo mismo, excepto la abstención, que ha rozado nada menos que el 50%. Soberanismo= irracionalidad, pues más irracionalidad. ¿Se puede obtener alguna referencia política de lo sucedido en las elecciones catalanas a la política local melillense? No demasiado, me parece, porque Cataluña tiene sus peculiaridades muy específicas y nuestra isla melillense tiene las suyas, muy diferentes.

En cualquier caso lo evidente es que no caben tres marcas en el centro-derecha. No por repetido y sabido deja de ser menos cierto. Tampoco cabe continuar -como escribió Francisco Bohórquez en su Libertad Económica del martes- con “una sociedad encaminada al abismo y condenada a la mediocridad, dirigida por la mediocridad, la envidia y el narcisismo más vomitivo”. Melilla, por ejemplo. Parafraseando la famosa Canción a las ruinas de Itálica, de Rodrigo Caro, podríamos decir, con profundo dolor: Estos, españoles -o melillenses-, ¡ay, dolor!, que ves ahora/campos de soledad, mustio collado/ fueron un tiempo/ España -o Melilla- famosa.

Lo que ha pasado con el PP en Cataluña y sus posibles consecuencias para el resto de España lo sintetiza muy bien “Ramón”, en su viñeta del ABC del martes: “Pues en el PP dicen que no van a cambiar de estrategia”, le comenta uno de los paseantes a su acompañante, que le responde: “Están dispuestos a llevar a toda España su ‘éxito’ en Cataluña”. Repito y seguiré repitiendo: el cambio profundo y de arriba a abajo es imprescindible e inevitable.

Para seguir con lo del cambio, una última noticia: ayer se supo que el Tribunal Supremo confirma la sentencia que afecta, entre otros, a Mustafa Aberchán, por lo que ocurrió con el voto por correo en unas elecciones generales de hace más de trece años. Su mujer, por cierto, ha quedado libre, y me alegra. Aberchán no se podrá presentar como candidato a las próximas elecciones locales, lo cual acrecienta las posibilidades de cambio.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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