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EL ESPACIO DE NORA

El forastero no deja de ser un huésped

A veces cuesta entender que nadie elige su lugar de nacimiento, pero venturosamente sí tenemos el derecho y la libertad de elegir dónde queremos vivir.
Cuando la vida te empuja a salir de tu lugar de procedencia nunca es fácil, puede ser favorable o por lo contrario algo que nunca terminas de aceptar. Los cambios siempre dan miedo, lo desconocido siempre va de la mano de la inseguridad y la suerte no siempre nos acompaña. Se hace más llevadero cuando tenemos un apoyo como puede ser la familia, amigos o un trabajo esperando, pero en otras ocasiones es toda una aventura elegir un lugar al azar, armarte de coraje y hacerlo tu hogar.

Una de las cosas simpáticas de ser forastera y que he escuchado infinitas veces es hablar en estos términos… “Tú no porque no eres de aquí”, y siempre me he reído pensando si será que los pueblos y ciudades tienen escrituras de propiedad. A día de hoy me sigo riendo con ese concepto que aún muchos tienen en su “inculta mente”.

El mundo es de todos, nadie tiene más derecho por nacer en un lugar que otro que llega por necesidades de la vida, es muy triste que en el siglo en el que estamos la actitud de las personas se rijan más por la avaricia, que la solidaridad.

Llegamos, y dentro de las dificultades que nos encontramos cuando transcurre un ligero tiempo, te das cuenta que tú no conoces a nadie pero ya todo el mundo te conoce a ti, o eso creen…por defecto de las personas empiezan las etiquetas, por tus rasgos, tu color de piel, acento o forma de vestir empiezan a hablar de forma despectiva, recelo y en una minoría con la humildad curiosa de realmente querer conocerte. Cuando no hay humanidad te encuentras que la gente se imagina según el tamaño de su cerebro quién eres y de ahí mil historias para no dormir, consiguiendo alimentar su voz ante el desconocimiento de los demás…qué ocurre con esto, pues quién se presta a estas situaciones contribuye a los prejuicios y a la intolerancia hacia los demás.

Cuando has vivido esto, sabes lo duro que es y lo demás solo son suposiciones; Por experiencia, a las personas que estén viviendo una situación así, les dejo este pensamiento que teniéndolo presente os impulsará hacia adelante…
“Sé quién soy, de donde vengo y a donde voy”.

Los pensamientos de las personas ajenas no te dan de comer, ni pagan tus facturas así que vive a tu manera, no tienes que caerle bien a todo el mundo, ni bailarle el agua a nadie para que te permitan integrarte en ningún sitio, teniendo educación, principios y humildad te debe ser suficiente para lograr vivir en paz en cualquier lugar y se acerquen a ti las personas correctas que te ayuden a “vibrar alto”.

Afortunadamente también la vida te brinda personas que sin conocerte de nada apartan desde el primer momento la palabra forastero para dar paso a huésped y sin pedir nada te hacen sentir que has encontrado lo más parecido a una familia, te ayudan, te guían, minimizan tus miedos, te hacen estar cómodos y te recuerdan que valió la pena tu valentía de hacer tu vida lejos de lo que esperabas.

El forastero, al igual que un huésped, siempre llega con algo que enseñar y otras que aprender, pero también es consciente de que nunca debe guardar del todo su maleta y que la amabilidad es el idioma universal.

Para terminar, comparto con vosotros un refrán de un gran forastero y un inolvidable huésped como fue mi abuelo, con todo mi cariño en su recuerdo…
“El hombre es enemigo de lo que ignora, enseña una
lengua y evitaras una guerra, expande una cultura y
acercarás un pueblo a otro”
Atte. Nora

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