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MUCHO MÁS QUE SOLO BICI

La isla de las moscas (A Guille. Él entendía mi lucha)

Los acontecimientos que vienen sucediéndose estos últimos meses en nuestra pequeña isla no dejan de sorprender a los que, de manera “desinteresada”, procuramos un nuevo escenario medioambiental. A nadie debe de extrañar a estas alturas de la película que le exijamos a nuestros representantes “la puesta en marcha” de los mecanismos necesarios para procurarnos una mejora cualitativa y cuantitativa en nuestro devenir diario en términos de salud pública. Y es que, pasado ya el periodo de ajuste en forma de plazos tras el “varapalo” que sufrió el partido político PSOE de manera reciente (con motivo de la “renuncia” de su viceconsejero de Medio Ambiente), creemos que es ya hora de poner en tela de juicio esta última decisión “política” que nos ha dejado a las entidades sociales “trastornadas”. La desaparición de la Viceconsejería de Medio Ambiente es un daño colateral inasumible por cualquier Gobierno que se precie en la situación actual de crisis climática.
Los políticos de esta “nueva década” (perdido el 2020) que ahora comienza tienen la oportunidad de frenar la cadena de errores que llevamos perpetuando de forma imparable a través de la vigilancia en el cumplimiento de los programas sociales más ambiciosos, obligados estos a evitar las críticas de cualquier “experto” en esa teoría de debacle global que confirman los organismos europeos e internacionales, sean cuales sean sus inquietudes en los siguientes términos: “conservación de especies, agua, crisis climática, contaminación, salud, inmigración y otras muchas, de las más variopintas sensibilidades”. Todas estas deben de ser objeto de logro, desarrollo y estudio (ordenen la consecución de ellas, sí es su gusto).
La responsabilidad del máximo mandatario del Estado (a efectos prácticos), el presidente de nuestro país, nos confirma de forma reiterada que la prioridad del Gobierno es el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030. Recordemos que una nueva revisión de dichos objetivos establece como principal prioridad la reducción de las emisiones de los GEI (gases de efecto invernadero), señalando una reducción del 55% de dichas emisiones para el año 2030. Esto supone que para este nuevo año que comienza, nuestra “pequeña isla” deberá reducir, aproximadamente, un 8% los GEI emitidos a la atmósfera, continuando con ese porcentaje reductor hasta la fecha límite que marca el año 2030. Si queremos formar parte de este “proyecto nacional” que nos exige nuestro presidente, es necesario que nos preguntemos las implicaciones locales que requiere el cumplimiento de tales objetivos, pues la crisis climática derivada de nuestro fracaso condenaría a nuestra especie a un calentamiento global sin precedentes (para nuestra especie), “logrando” una nueva “edad de hielo”.
En la conferencia que formó parte de «Climate Initiative», un proyecto que pretende concienciar sobre la necesidad de dar una respuesta política a los retos del cambio climático, Sánchez subrayó que se debe «detener el cambio climático, garantizando al mismo tiempo un crecimiento sostenible que asegure el medio de vida y el bienestar de las personas». La pregunta más obvia es: ¿qué respuesta está dando nuestra ciudad a tales retos señalados por el máximo responsable político de nuestro país? Esa cuestión es de la que no teniendo respuesta y me impide siquiera tomar aliento.
Después de exponer esta realidad global que nos amenaza, quiero, de forma pausada, sin llegar a reflejar el desánimo que me invade, contaros el último varapalo sufrido tanto por nuestra entidad como por otras preocupadas en términos de salud pública y Medio Ambiente.
La desaparición de la Viceconsejería de Medio Ambiente, Movilidad y Recursos Hídricos (pensamos que debido a la dimisión de su máximo responsable, aunque nadie nos ha aclarado nada en tales términos), es un lujo que no nos podemos permitir, pues nos lastrará sin duda los próximos años. Francisco Vizcaíno exviceconsejero, iba a presidir, además, un grupo de trabajo que se encargaría de “asesorar” a la Comisión de Seguridad Vial, el cual tras su dimisión queda de nuevo huérfano por parte del desarrollo del partido político PSOE. Este hecho me provoca, como ciclista convencido, un profundo rechazo ante estas políticas de “chichinabo”, donde desaparece una Viceconsejería “vital” para nuestra entidad, para crear una nueva de “Políticas Sociales y Sanidad Animal” (a saber). Pensaba que ya se venían desarrollando las políticas sociales y la sanidad animal en el organigrama actual de la ciudad. Parece que me equivoqué.
Espero que no seamos los únicos que denunciemos este atropello sufrido. Tras tantos años de trabajo, deseo que el responsable o la responsable de dicha decisión recapacite y rectifique este despropósito. Su partido no puede permanecer ausente de cualquier acción medioambiental y de salud pública desde la perspectiva del desarrollo urbano (PMUS).
No logro entender cómo es posible que, según quien sea la persona que llegue a un cargo de responsabilidad, según sea el puesto que ocupe en la lista de su partido, dependiendo de su formación y sensibilidad (la cual no pongo en tela de juicio), en lugar de continuar con el trabajo realizado por su anterior compañero de partido (sea cual sea su organigrama y la estructura política), sean las necesidades de la ciudad las que se adapten al individu@ y no al revés. ¿Qué ha cambiado hoy respecto de ayer? ¿Cómo es posible que, tras semanas de deliberación por parte del PSOE, los compromisos alcanzados por las entidades, los cientos de horas de trabajo, las muchas conversaciones, queden ahora sumidas en el olvido, vacías e inútiles?
Le recuerdo a la señora Gloria Rojas que su compañero de partido y máximo responsable señaló “la crisis climática” como una prioridad de Estado. El que ahora, con esta decisión, destruya cualquier responsabilidad en el cumplimiento de los objetivos nacionales y europeos en términos medioambientales, diría que es un error que pagaremos todos, pues con este tipo de políticas “a saber”, su gestión como jefa de partido queda en entredicho al desvincularse por decisión propia de aunar los esfuerzos necesarios para lograr reducir las emisiones un 55% en apenas 9 años, como señala de forma reiterada el presidente del Gobierno.
Espero sinceramente que su teléfono rojo suene algún día, para pedirle las explicaciones que nosotros, al parecer, no merecemos como entidad.
Su partido firmó la Declaración de Crisis Climática, también se sumó a la Mesa por la Movilidad Sostenible firmando un Decálogo de propuestas consensuada con el tripartito y varias entidades sociales, presentó una propuesta sobre la regulación de los VMPE con nuestra participación. El que, además, dicho viceconsejero llevara la voz cantante en el malogrado PMUS (lleva 4 años sin hablar de movilidad sostenible) o que renuncie su partido a participar en el Grupo de Trabajo sobre Seguridad Vial tras su dimisión, tal vez le haga recapacitar, señora vicepresidenta, en un momento en el que merecemos que la “Navaja de Ockham” se imponga.
“Las promesas de Pedro Sánchez en materia de crisis climática; El candidato socialista ha prometido impulsar una Ley de Cambio Climático y una Ley de Bienestar Animal, entre otras medidas”. Al parecer, el coste de la sanidad animal se ha llevado en nuestra ciudad una víctima inocente, la lucha contra la Crisis Climática. Puedo parecer frívolo. Sin embargo, “el bienestar animal” lo llevan procurando familiares míos, sin ninguna ayuda, durante años (desde el anonimato). A estos me es difícil explicarles cómo se le da la espalda a la extinción de tantas especies, renunciando a una Viceconsejería que lucha directamente en favor de estas, procurando a mi entender otra de menor calado y ambición. Creo que las prioridades medioambientales nunca han estado claras en su Gobierno.
Hoy hemos dado un paso atrás, pues la renuncia voluntaria de su partido hacia cualquier responsabilidad en la protección del Medio Ambiente fortalece las miserias que nos rodean en esta “isla de moscas”. La desaparición de la Viceconsejería de Medio Ambiente hace que nuestro presente sea más oscuro y el zumbido que oímos, más ensordecedor.

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